miércoles, 4 de noviembre de 2015

V. LOS MESIAS DE LA POSTMODERNIDAD

V. LOS MESIAS DE LA POSTMODERNIDAD  

La vida tiene muchas formas de vivirse, nadie tiene la fórmula definitiva.
A.            

 Lyotard nos dice:[1]
. La sociedad en que vivimos está en manos de la técnica y sus expertos y éstos para lo suyo no necesitan relatos. Su único criterio de Verdad: la eficacia (justifica ciencia y sociedad).  
. Los hombres somos nudos de relaciones, donde la comunicación converge y se redistribuye. En la comunicación y sus medios se basan la mayoría de los cambios sociales.
La información es poder, el nuevo territorio donde éste se disputa (satélites artificiales, medios de masa) 
. Nuestras vidas
- no las dirige la ciencia que sólo nos dice qué es lo que mejor funciona dentro de nuestra peculiar selva tecnológica, y está en manos de los expertos, entre los que ha de haber consenso, (el saber científico sólo se queda con el lenguaje descriptivo);
- sino los relatos, las tradiciones que marcan pautas y valoraciones, y están al alcance de todos (es el saber narrativo, asume los diversos juegos de lenguaje: expresivo, prescriptivo, realizativo o performativo además del descriptivo). Es más propenso a la creatividad y a la autocrítica.

¿Cuáles son nuestros relatos actuales?

* En el relato de la modernidad el héroe ya no es Aquiles o Eneas, Yahvé , Yaneramay o Wirakocha, o los personajes de los Vedas o el Ramayana, sino un sujeto colectivo, llámese la Razón, que debe regir la Historia, la lucha de los pueblos por su emancipación.
Estos relatos se pueden resumir en aquello de
“La verdad es verdad la diga Agamenón o la diga su porquero”, “Atrévete a pensar”.
“Ni dioses, reyes ni tiranos”: La lucha por la emancipación.
Todo lo demás es oscurantismo retrógrado.

* En la sociedad postindustrial y postmoderna nos encontramos que han perdido su prestigio tanto el ideal de la razón como el de la emancipación e incluso la idea de progreso.
Ya no hay un relato unificador, ya vivimos tan bien que no nos hace falta ni pensar, basta que nos dejemos llevar por la técnica y todos los beneficios de la sociedad del bienestar.
- No hay un único discurso racional válido para todos. Hoy se habla de distintas perspectivas, distintos juegos: el de la política, el del mercado, de la técnica, del arte, de la sostenibilidad, de la genética, de los paradigmas de la falocracia, la vulvocracia o de la equidad... Hoy no hay una jerarquía sino un mundo en red.
- Ni hay una meta emancipadora que se base en la ciencia. La ciencia no sabe de fines de deberes. No hay una meta unificadora, sólo vínculos que nos unen y que nos permiten interactuar dentro de esa red: los vínculos de la comunicación.
- Ni tampoco está clara la idea de progreso: Hoy el saber es cada vez más flexible y progresa a base de saltos; saltos en la dirección que marca quien paga la investigación: nuestros saberes están en función de la riqueza que crean. La eficacia de la técnica marca tanto la verdad de los conocimientos (se va a encargar de buscar pruebas) como la justicia de los comportamientos (se va a encargar de garantizar el orden).
- En definitiva: el poder produce el saber y éste legitima el poder.
Ya no hacen falta relatos, ya sobran los profesores, su trabajo lo hacen mejor las máquinas, las redes de memoria transmiten mejor el saber, los equipos de expertos innovan mejor. La enseñanza se legitima por la performatividad, su capacidad de producir para reforzar el poder.
                                                                                                                                                                          * Nuestro mundo actual:
Hoy no parece estar muy clara la diferencia:
- experto: sabe lo que sabe pero no lo que no sabe.
- sabio: sabe lo que sabe y lo que no sabe; sabe lo que desconoce y organiza los desconocimientos con símbolos y metáforas.

Podemos resumir nuestro modelo de pensamiento, nuestro relato:

- Convivir con el disenso. Consideramos el disenso como un ingrediente de nuestra sociedad tan importante como el consenso: desconfiamos de una única racionalidad que excluye cambios.

- Sociedad compleja. Muchos campos diversos de saber. [2] Pluralidad de relatos, aislados, la espuma de Sloterdijk  en contraposición a la esfera omniabarcnte.


- Un sistema abierto. Asume todo lo que pueda ser razonado, o en parte demostrado.

- Todo es provisional. Todo consenso se limita a un campo de cosas y por un tiempo. Como la sociedad se orienta al contrato temporal tanto en las relaciones laborales como sexuales o sociales. Según René Thon, no hay más que “islotes de determinismo”, el antagonismo catastrófico es la regla (pólemos).

- El discuros cotidiano tiene la última palabra.



B.             Zygmunt  Bauman, en La modernidad líquida

Nos presenta una visión postmoderna distópica de la sociedad.

a.      Un tiempo sin certezas

No ofrece teorías, se limita a describir un tiempo sin certezas.

- Tras la lucha ilustrada contra las tradiciones que son obstáculos a la libertad, ha resultado una libertad sin “para qué”. Produce residuos humanos, poblaciones superfluas (emigrantes, refugiados, parias) que excluye, fagocita o invisibiliza.

-  La disyuntiva que resulta es:
una sociedad sólida: con seguridad, contenidos y valores /o una sociedad líquida con movilidad, incertidumbres y relatividad.

-  La respuesta no es una ética del trabajo que culpa al pobre de su pobreza,  sino la vía del cambio que supere conflictos.

-  La búsqueda de identidad, aunque es siempre búsqueda de algo permanente, en la sociedad líquida se recicla con el resurgir de los movimientos indígenas, feministas, multiculturales.
En la era de las Técnicas de la Información y la Comunicación, solo cabe una identidad flexible, versátil, que hace frente a las diversas situaciones que ha de encontrar en la vida. Aquí ser flexible es una virtud, el individuo reconoce su dependencia del otro y de la naturaleza.

b.      Mundo globalizado y policéntrico. [3]

En los últimos siglos de dominio económico y militar europeo bastaba con ser europeo para sentirse dueño del mundo, pero eso ya no ocurrirá más: pueblos que hace sólo medio siglo se postraban ante Europa muestran una nueva sensación de seguridad y autoestima, así como un crecimiento vertiginoso de la conciencia de su propio valor y una creciente ambición para obtener y conservar un puesto destacado en este nuevo mundo multicultural, globalizado y policéntrico.
Ante los flujos migratorios hasta hay quienes vaticinan que Europa será islámica a finales de este siglo.
El 11 de septiembre de 2001 marca un cambio de época en la historia del miedo;  así el régimen del sabotaje y la lógica del pánico vino a ser el argumento central de la política y la base de justificación de una política exterior norteamericana que sembraría otros miedos que nos marcarían a fuego, como los atentados de Atocha  —el 11-M.


C.  Sloterdijk

            Ya hemos hablado de su teoría sobre la “ecología del dolor” que alivia sus tensiones con las revueltas de los que más sufren y la capacidad de las psicologías profundas de  disolver la costra acumulada que impide el cambio.
            Por otra parte la “termodinámica de la ilusión” o principio de conservación de la energía creadora de ilusiones. Cómo tras disolverse las creencias en unos mitos o ilusiones surgen otras nuevas con similares características, llámense creaciones del arte, la filosofía o creencia en una ciencia que despeja toda incertidumbre.
 
a. En su obra Esferas I desarrolla su crítica a la Modernidad que volcada a lo exterior deja al sujeto sin cobijo.
- Ha dado la vuelta al globo terráqueo con barcos, con capitales, con los media; sabemos cada vez más sobre lo más hondo y lo más alto de la materia, pero allí  no está el hombre, anda perdido, sin cobijo.
- Trata de reconstruir la burbuja de ilusión perdida con: el Estado de bienestar, el Mercado mundial,  la esfera de  los Media.
- Pero a pesar de sus aportaciones en organización política, en tecnología y riqueza, ha olvidado la ecología del dolor, esa que provoca las revoluciones: proletaria, feminista, despliegue de lo inconsciente…,
 Será la psicología profunda, precisa nuestro autor, la que, dejando de lado los sujetos entre en las heridas civilizatorias y ayude a inventar formas de vida soportables para todos.
Y esto supondrá un volver la mirada a las relaciones interpersonales y su espacio peculiar de resonancias que van desde la experiencia placentaria al paso al mundo del lenguaje que nos inspira aquellos recuerdos sonoros, esa inspiración  que constituye la realidad espiritual que nos envuelve y protege.
Siempre hay una realidad dúplice que como la de madre-hijo hay que ir rompiendo para adentrarse en espacios más amplios. Desde el in-fans (no-hablante) al adolescens (que se duele) y de éste al adulto (adultus: que se dolió); y en definitiva de los apegos maternos al mundo de la cultura con todo lo que esta conlleva.

b.      El mundo de la Cultura.

El niño viene al mundo con un una dote de recuerdos sonoros significativos experimentados en el seno materno y que proyecta al mundo aéreo, su nueva envoltura. El contexto se convierte en texto, el caos en mundo, esa nueva envoltura que lo protege.
Así surgieron los vínculos desde la horda a los imperios, así los grandes sistemas metafísicos de Europa y Asia, su último testigo Hegel. Los pueblos que duran son los grandes constructores de esferas de supervivencia.  La cultura hindú, según Le Bon, antes que construir palacios elaboró libros. [4]
El arte está en jugar con la fuerza originaria altamente mediatizada y protegida, eso nos permite profundizar en los fundamentos de la cultura.
“Cantando y bailando, nos dice Nietzsche, se muestra el hombre como miembro de una comunidad superior”
Pero hay una constante lucha en el hombre entre el deseo de olvidarse de su individualidad con todo lo que de dolor representa y el miedo a perderse en la masa que nos devora. El Eros del retorno al seno de la tierra y del grupo se transforma en el pánico de la disolución, - y añade Sloterdijk - en el horror a la vulvocracia socialista.
Es necesario calmar el celo de los machos dionisíacos con el dique de la cultura, sólo así surge la civilización que pone los símbolos en lugar de las cosas, que es como tratarlas con la debida precaución.
Pero entonces aparecen las raíces dionisíacas de lo apolíneo y con ello su relativización y la sospecha sobre todas sus verdades. (El pensador en escena, 67- 68, 73 – 74.)

Nunca han vivido los seres humanos en inmediatez a la llamada naturaleza o a lo que se llama los hechos mismos. Ser-en-el-mundo significa ser en un espacio al que ellos han dado forma, que van transformando constantemente, incluso rompiendo determinadas formas para dar paso a otras más habitables.

Desde la horda al imperio tejen sobre sí el cielo protector de una ideología de la que viene la inspiración compartida. Estas construcciones son el cielo protector de miles y millones de individuos que comparten proyectos, rituales, melodías… que les mantienen unidos mientras duran y que se desmoralizan cuando pierden fuerza.

Entonces sólo la cultura une a las superhordas, afina los tonos que posibilitan las sintonías, dirá Sloterdijk, construye sobre las superestructuras anteriores.
El gran problema del mundo globalizado es cómo convivir las diversas culturas. Vivimos la experiencia inversa a la Torre de Babel, hoy parece que el castigo más que la dispersión es la reunificación.

La razón es siempre un elemento perturbador, - y seguimos con Sloterdijk -,  destruye ilusiones, analiza y simplifica la complejidad. Nos es útil para la transformación de la realidad, para no darse de narices contra las leyes de la naturaleza que no se pliegan a nuestros sortilegios, aunque también es cada vez más consciente de sus límites frente a lo complejo, los fines últimos y los factores irracionales que dominan nuestro pensamiento.
 A veces a los científicos les pasa como a la iglesia: tras sus inicios como crítica a los dogmas de aquella acaban copiando su proceder dogmático.

Dicho esto, lo que procede es una cura de adelgazamiento de nuestras seguridades, un sometimiento al contraste del diálogo, una convivencia de creencias en el marco de la laicidad. Convalecientes de la fiebre metafísica del pasado “gozar de buen temperamento sin el tono regañón y gruñón, las notas características de los perros y de los hombres envejecidos en la sujeción”. [5]  













[1] Lyotard J. F., (Versalles, 1924 - París, 1998). La condición  postmoderna. Cátedra 1987
[2] Saber: narrativo/ científico: ciencias humanas (antropología, etología, paleontol…)  /naturales  ( geología, ecología, climatología, sismología); ciencias de la información (robótica, informática, telemática…)
[3] V. Adolfo Vásquez Rocca, Modernidad líquida y fragilidad humana; de Zygmunt Bauman a Sloterdijk.

[4] LE BON, G. Las civilizaciones de la India. Ed. Montaner y  Simón. Bna. 1901. Vol. II, pp. 186-195.

[5]  Cf. NIETZSCHE F. Humano demasiado humano. & 34. Ver en Obras Inmortales Tomo IV, Ed. Teorema, Bna. 1985. Pág. 1932.

No hay comentarios:

Publicar un comentario