jueves, 18 de noviembre de 2021

FILOSOFÍA PARA QUÉ

 

¿QUIÉN NECESITA FILOSOFÍA?

 

 

¿A quién le interesa hoy la filosofía? O si se prefiere: La filosofía..., ¿para qué?

 

Vivimos en una sociedad altamente tecnificada, inmersos en la tercera o cuarta revolución informacional, donde el prestigio de los medios de masas es tal que miramos con lástima a todo el pasado anterior a los móviles e internet.

Vivimos en una sociedad de abundancia, bien alimentados y con toda clase de comodidades al alcance de la mano.

Vivimos en una sociedad segura, previsora, donde todo está tasado y medido y puesto a circular según las leyes del mercado; no hay misterios ni sorpresas; eso sí, para los que logran integrarse en las cadenas del mercado.

Es el único problema serio que parece plantear esta sociedad de la seguridad y la abundancia: cómo integrarse en esas cadena. ¡Está tan negro el mercado de trabajo!

¿Pero no basta con unos estudios en las diversas materias que hoy se nos ofrecen?

Y la filosofía ¿qué pinta en todo esto?  ¿Cómo se cotiza?  ¿Qué salidas tiene?

 

¡Difíciles preguntas, forastero!

Hay un cuento persa que nos narra la historia de un aprendiz de sabio que, después de largos años siguiendo a su maestro, un buen día éste le dijo: Ya has aprendido bastante, ya puedes vivir entre la gente y transmitir lo que sabes. Entonces se fue a la ciudad y se instaló en la puerta del mercado con una mesa vacía. Cuando uno se le acercó y le preguntó qué vendía, respondió:  yo vendo sabiduría. Y, ante su asombro, el comprador se fue muerto de risa. Así otro y otro y a todo el que le decía que vendía sabiduría se partía de risa. Hasta el punto de que al cabo del rato todo el mercado reía a carcajadas.

Acharado, se fue a su maestro contándole lo que le había pasado.

Antes de nada, le dijo el maestro, resuelve el problema a esta familia que ha venido a consultar.

Habían hecho una promesa: si tenían un hijo sacrificarían un carnero con catorce palmos de cuerno y, conseguido el favor del cielo, no había manera de encontrar un carnero con semejante cornamenta.

- Que los palmos sean medidos con las manos del niño, dijo el discípulo.

Y entonces la familia le pagó y se fue tan contenta.

-Ves, le dijo el maestro, el saber sólo lo aprecia el que siente su necesidad.

     

- ¿Necesidad de filosofía...?

Cuando se está bien no es necesario pensar. Y cuando no, todavía cabe dejar que otros piensen por ti. Para eso están los medios de comunicación que nos dicen lo que necesitamos, lo que tenemos que hacer en cada momento y, por ahorrarnos molestias, hasta nos ponen la risa al final de los chistes para que sepamos cuándo reír.

También cabe el recurso a la litrona, la coca o cualquier otra cosa que nos exalte, nos haga olvidarnos de nosotros mismos y tocar fondo  o altura.

La idea no es mala, pero el medio un tanto primitivo.

 

Afortunadamente hemos nacido en una cultura sabia y rica, con todo lo mejor de Oriente y Occidente, una cultura que ha explorado caminos en todas direcciones. Desde los efectos desinhibidores del fino, la manzanilla, la música, el baile...  que rompen barreras y diferencias y acercan los corazones, hasta los más altos vuelos de la ensoñación poética, amorosa, del saber o de la mística.

Pero esta cultura no ha nacido de la nada, tiene su historia. Y lo mismo que el niño mimado que no sabe el coste de las cosas derrocha alegremente su herencia, así podemos dilapidar nuestra herencia cultural si desconocemos sus orígenes, el coste que ha supuesto amontonar esa riqueza.

Ese desconocimiento hace que la cultura se acartone, se endurezca, deje de ser algo vivo que sigue creciendo y se transforme en ritos y rutinas que repetimos mecánicamente sin conocer la razón que los anima. Prejuicios, supersticiones, fanatismos... no son más que formas culturales mal digeridas.

Para hacer esa digestión entre otras cosas sirve el conocer nuestra historia, y, en especial, la historia del pensamiento, sin dejar de lado la filosofía.

 

Ortega nos dice que un intento de salir del sentirse perdido y no saber qué hacer con las creencias tradicionales es el recurso a la filosofía. Luego precisará que no es cualquier filosofía sino la más radical que se centra en la vida. El Primum vivere deinde philosophare. (La idea de principio en Leibniz, pg. 322)

 

También hablaba de la barbarie de la especialización y consideraba al especialista como pollo de engorde metido en su jaula sin la menor conciencia del sentido del conjunto. Y señalaba que el exceso de cosas no favorece a la vida, sobre todo cuando esas cosas te las encuentras sin haberlas trabajado tú. Esto da lugar tanto a la vieja aristocracia como al “hombre masa” que comparten gustos como el culto al cuerpo y al deporte, la falta de romanticismo en las relaciones hombre-mujer, el desprecio por el intelectual del que sólo se sirven para diversión, preferir el autoritarismo más que un régimen de discusión. (Rebelión de las masas).

 Algo parecido dice Heidegger cuando afirma que la democracia no puede apropiarse del control de la técnica, que no tiene hoy sentido afirmar que el hombre es centro del universo cuando ese universo que hemos fabricado se nos engulle, que tanto al sujeto como a nuestra realidad hay que aplicarles una cura de adelgazamiento que nos permita verlos desapasionadamente.[1]

 

En esta cura de adelgazamiento de nuestra hipertrofia de subjetividad, o si se prefiere en el cambio de perspectiva de nuestra visión de las cosas es donde la llamada de oriente creo que tiene algo que decir.

Naturalmente ni es oro todo lo que reluce ni hay que idealizar ninguna cultura como si tuviera la última palabra, pero hay filones en el mundo oriental que merecen todo nuestro interés.

 

Es difícil andar con la cabeza alta por la vida, no es fácil vivir con elegancia espiritual, vivir bonito.

 

 

Todo viene de atrás; cuanto más perspectiva tengamos mejor apreciaremos el sentido de todo lo que nos rodea, cuanto más lejos ahondemos en nuestro pasado más fecundo será nuestro quehacer en el mundo futuro.

Y, si miramos hacia atrás, es necesario reconocerlo: de Oriente viene la luz; allí están los orígenes más remotos del pensamiento de la humanidad. Es cosa sabida, ya desde la época de Alándalus, la deuda que tienen nuestras formas de ver y estar en el mundo con el saber antiguo oriental.

 

En la cultura de la India, que recogen los Vedas (-1500) y los desarrollos posteriores de Buda (-563 - 483), podemos rastrear las bases de nuestra metafísica, la llamada filosofía perenne, búsqueda de lo permanente y estable tras el devenir de las cosas.

En cambio podemos ver como la cultura china de tradición taoísta (-1400), luego sistemada por Confucio, Lao Tse ( S. -VI ) y otros, trata de explicar la realidad cambiante por medio de los principios pasivo y activo (yin y yan) que continuamente  se intercambian en el seno de lo absoluto ( tao).

 

Los griegos además de sus viejos templos, su arquitectura y sus esculturas nos dejaron su filosofía.

Los griegos lo tienen claro: Arte y filosofía para no perderse en el laberinto de la vida.

 

Ya Goethe nos alerta:  "El que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años, se queda como un ignorante en la oscuridad, y sólo vive al día" . [2]                       

Y algo parecido quería decir Quevedo con aquello de 

 

Vivo en conversación con los difuntos

y escucho con los ojos a los muertos.

 

Pero no pueden faltar las perspectivas de futuro, orientar nuestra forma de vivir.

El arte de vivir en principio es el arte de liberar nuestra energía que por nuestra ignorancia queda encerrada en el yo individual y esclava de las cosas. La carencia de horizontes en que proyectarnos, el vivir encerrado en sí mismo, es ignorar este arte.

Es un arte que no se enseña directamente. Sólo se puede señalar una dirección, mostrar un camino, enseñar a ver. Luego cada individuo ha de tomar sus decisiones.

Nietzsche significa en su época un tanteo en otra dirección de la cultura y las formas de vivir.

   Desde su primera obra advierte que, semejantes a los sexos que perpetúan la vida en medio de constantes luchas y aproximaciones, existen      dos   fuerzas   en   la naturaleza  que con sus conflictos y  encuentros van generando la peculiar forma de vida de los seres humanos:  "la evolución progresiva del arte es resultado del    espíritu de Apolo    y del    espíritu dionisíaco   ... del    ensueño   y de la   embriaguez  ... "                           

- de las facultades creadoras de formas... la apariencia radiante, la luz, la conciencia de nuestra individualidad... y

   - de la ruptura de esas formas y del mismo principio de individuación por obra del éxtasis o la embriaguez...

"Bajo el encanto de la magia dionisíaca no sólo se renueva la alianza del hombre con el hombre: la naturaleza enajenada, enemiga o sometida, celebra también su reconciliación con su hijo pródigo, el hombre."   [3] 

 

Y volviendo a Ortega en su obra sobre Leibniz insiste en el radicalismo de la filosofía y la compara con la ciencia que considera como un conocer no auténtico sino parcial, aprovechable por los logros parciales; la filosofía en cambio es una ocupación malograda pero un esfuerzo por un conocer auténtico. Es la actividad más profunda y más humana, es hambre de saber a raíces, siempre algo sabroso.

Siempre es algo que vale la pena saborear.

Sevilla 18 de noviembre 2021 Día mundial de la Filosofía.

Antonio Durán



[1] V. Heidegger, M. Carta sobre el humanismo. Y Vattimo, G., Fin de la modernidad. Gedisa. 1986. C. 2.

[2]La cita es de Gaarder, El mundo de Sofía. Ed. Círculo de lectores. 1995.

[3]El espíritu de la tragedia. Ed. Teorema, pgs. 482-487.

viernes, 29 de octubre de 2021

GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA CULTURAL Y PANDÉMICA

 

GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y PANDÉMICA

 


GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y PANDÉMICA

 

I.                         TRES HITOS EN LA HISTORIA DE LA GLOBALIZACIÓN

 

Hay como tres grandes continentes que emergen en la historia de la humanidad dando lugar a nuevos flujos de relaciones que rompen las barreras del espacio y del tiempo, inaugurando sucesivas etapas de globalización. [1]

Son, el invento de la escritura, el de la imprenta y el de las nuevas técnicas de comunicación.

 

1. Sobre el invento de la escritura Platón nos trae la leyenda del rey egipcio al que se la presenta una divinidad como su mejor invento.

Si tú lo enseñas a los egipcios se harán más sabios y tendrán mejor memoria; porque la escritura es una medicina para la inteligencia y la memoria.

Pero éste desconfiado le replicó: Yo creo más bien lo contrario, que la escritura hará a la gente saber menos y olvidar más. Porque creerán que por el hecho de estar en los libros las cosas ya se saben, y el saber se quedará fuera de los hombres. Y utilizarán menos la memoria porque al encomendar las cosas a los escritos se despreocuparán de memorizar.

Y es que al poder le gusta más la comunicación oral que él controla, pues con la escritura la cosa se les va de las manos. Como dice Emilio Lledó, la escritura independiza la comunicación de la presencia inmediata de los interlocutores y crea un nuevo territorio, abierto a todos, donde quedan abolidas las jerarquías. La escritura tiende un puente en el tiempo entre escritor y lector que comparten y dialogan por encima del tiempo, las clases e ideologías.

 

Ese sería en principio el nuevo espacio que abre la escritura, un espacio de libertad donde podemos relacionarnos en plan de igualdad con las mejores cabezas de la humanidad.

 

      2. De la imprenta se han dicho muchas cosas.

MacLuhan en su obra La Galaxia Gutenberg afirma: “el medio es el mensaje”, más que lo que se transmite es la manera en que se transmite lo que cuenta. Y esto aplicado a la difusión del libro por medio de la imprenta nos da la clave para entender el tipo de pensamiento a que ha dado lugar.

Para empezar la letra impresa es un medio frio, que va dirigido directamente a la razón y que se transmite y se recibe entre individuos en ambiente de aislamiento y soledad.

Todo esto condiciona una determinada forma de pensamiento cuyas características son esa objetividad distante y ese rigor racional de la modernidad. Es esa disección del hombre como cosa pensante del racionalismo y ese concebir el mundo de la ciencia como algo extraño que se puede impunemente manipular.

Aquí no hay apenas lugar para las intuiciones y los sentimientos que animan el arte y los sueños de la humanidad.    

Pero siempre cabe ese retorno de lo reprimido que supuso el movimiento romántico que canaliza todo ese olvidado mundo de los sentimientos y de los sueños, de todo lo mágico e irracional que dormita en el fondo de los pueblos, todo aquello que nos saca de la individualidad y nos hace sentir lo colectivo.

Ciertamente la escritura es un medio frío que llega por medio de signos distantes directamente a la razón, pero son tan versátiles estos signos que podemos decir como Quevedo:

“Vivo en conversación con los difuntos

y escucho con los ojos a los muertos.”

 

La escritura es capaz de estimular todos los sentidos.


3.  Pero hoy vivimos de lleno en lo que se ha llamado la Galaxia Internet o la Galaxia Marconi. A la letra impresa ha sustituido el soporte digital. Ya hay quien ha vaticinado la muerte del libro. Según Manuel Castells, en su obra La Galaxia Internet, es éste tal vez el fenómeno más revolucionario y que más está marcando nuestra sociedad.

         En base principalmente al llamado “espacio cibernético” la sociedad de masas se transforma en sociedad global; los medios de masa generan una sociedad en la que, de alguna manera participamos todos, han cambiado nuestra percepción del mundo. Tenemos una nueva forma de ver la historia, al mismo tiempo con el realismo de las imágenes concretas, pero con una distancia que nos hace percibirlas como ficticias. Empezamos a pensar que la realidad son los medios. [2]

Los nuevos medios de comunicación, a diferencia de la letra impresa, son de transmisión instantánea y poseen la fuerza de la imagen y el sonido. Constituyen un medio cálido, dirigido más a la imaginación y los sentidos que a la razón.

¿Sepultureros de la razón?

Desplazan las instancias tradicionales transmisoras de cultura: familia, escuela, partidos, iglesia... Y a la vez hacen caer dogmas y creencias.

No hacen a la gente más instruida, mejor formada, pero sí tocan esa parte del hombre que la racionalidad técnica tiene olvidada; toca al mundo de los sentimientos, de la experiencia estética, que es otra forma de experimentar en base a la imaginación otros modos de vida diversos al que domina en nuestra cotidianidad. Los medios de masa nos permiten esa experiencia, no ya con la imaginación sino con la visión de otros mundos, otras formas de vida, otras culturas.

También aquí la ambivalencia del medio: quedarse envuelto en el hechizo del espectáculo o tocar el fondo de la solidaridad humana a que toda experiencia estética auténtica apunta.   

Pero la escritura, el libro y el mundo virtual son sólo instrumentos de globalización, la globalización es un fenómeno mucho más complejo ante el cual conviene sabernos situar.

Quizás los dos aspectos más importantes de este fenómeno sean el componente económico y el componente cultural, pero hoy podemos añadir el componente biológico o globalización microbiana.

 

II.                        EL COMPONENTE ECONÓMICO.

 

            Las nuevas redes.

             Gracias a los soportes de la escritura, la imprenta y la informática hoy tenemos: Un potente entramado de redes por el que fluye la energía humana en forma de                                                                                           

- riqueza material: mercancías y dinero fruto del esfuerzo común.                               

- información: transmisión asimétrica de conocimientos, sin comunicación en igualdad.

            Un organismo de dimensiones planetarias cuyas arterias son el mercado y cuyos nervios son los medios de comunicación.

             ¿Problemas?

            Es un organismo cuyas corrientes circulan en una sola dirección: sólo sensible a lo que pasa en el centro, insensible a dolor de la periferia.

            Es sordo a todo lo que no sea el sonido del dinero.

            Según Habermas, se impone un mercado sin fronteras y una política de lucha e imposición del más fuerte, sin lugar para la comunicación y el diálogo base de todo poder civilizado y universal.   

            Es el caldo de cultivo para los fundamentalismos.

                                                                                                                                                           Srivastava y Segupta, periodistas de The Times of India, ven la globalización como un proceso por el que los gobiernos quitan los derechos a los ciudadanos a favor de los inversores especuladores y de las corporaciones transnacionales. Y erosionan salarios, sociedad de bienestar y regulación ambiental a favor del mercado internacional imponiendo una monocultura consumista como visión del mundo.

             El peruano Hernando de Soto nos dice:

            De 7.000 millones de ciudadanos, 4.000 millones están ausentes de la globalización. La mayoría no pueden participar porque no tiene acceso a un sistema de derechos de propiedad.

           Hoy vivimos en un mundo donde lo económico parece querer comerse todo lo demás. Pero no sólo de pan vive el hombre.

 

       III. COMPONENTE IDEOLÓGICO

            ¿Una cultura global?

                   La realidad y el deseo.

                En el ideal de la Ilustración hay una tendencia:  la integración de todos los pueblos en los derechos humanos.

              Pero en la realidad    tratamos de imponer el modelo de vida occidental ciego a los valores de otras culturas.

             Nuestra meta principal se centra en crear bienes y riquezas que hagan más confortable nuestro planeta, someter el entorno al dominio de la razón.

            Para ello damos por supuesto:

       -  el egoísmo innato de los seres humanos, El hombre es un lobo para el hombre. 

 

        - que el individualismo, el afán de tener y acumular y la competencia, son los             motores que hacen que la sociedad funcione.

             Luego una mano invisible hará el reparto

 

              Cómo lo ven otras culturas, en dos ejemplos:

             El mundo oriental (India)

             Su macropolítica repite nuestros modelos y en parte su mundo más acomodado, incluso ciertos maharishi o guías espirituales que montan sus lucrativos negocios; pero su modo de vida más popular no ve el medio como algo extraño que hay que dominar, sino que ven al hombre como parte de ese cosmos con el que ha de vivir en armonía. Así Aurobindo, Krishnamurti, Gandi y Tagore serán los más destacados y más actual Pankaj Mishra.

            Más atentos al mundo interior que a las transformaciones técnicas del medio. A las relaciones humanas (comunicación y colaboración), que al bienestar material.

Su máxima escala de valor: el desprendimiento. Sus modelos más admirados los que son capaces de vivir con menos cosas.

             También en el mundo andino encontramos un planteamiento semejante.

            En el Museo de S. Juan de Uyuni, Bolivia, encontré este texto:  
“La cosmovisión andina concibe la vida como algo consustancial a todo lo que existe en el mundo. No nos sentimos por encima de la naturaleza sino como parte de ella, manteniendo una relación de respeto y de íntima reciprocidad que es vivida ritualmente y que se expresa en la música, canto, danzas, leyendas y artesanías”.

             Todo esto puede dar   lugar a indolencia, resignación y pasividad.

             Deja a la misericordia de los señores las soluciones a los problemas de la convivencia.

            Pero limosna y beneficencia son una forma de mantener la servidumbre y la dependencia.

            La síntesis sería la acción con ánimo desprendido buscando la justicia y no el propio interés o la venganza.

             El sabio no retiene, hecha la obra no permanece en ella. (Confucio)

 

             IV. EL COMPONENTE BIOLÓGICO, GLOBALIZACIÓN MICROBIANA

            En el ámbito de la biología hoy destacan dos grandes amenazas: el deterioro del clima y las pandemias.

            Nos centramos en lo segundo.

             Ya desde inicios del racionalismo se habla de la globalización tanto de las civilizaciones como de las pandemias.

           Edgar Morin, ya en 2011, en su obra Hacia dónde va el mundo, nos dice:

            La historia va a saltos y no siempre en la misma dirección: en evolución y en regresión, en revoluciones y en crisis.



            En el siglo XX con sus guerras se agudizan los enfrentamientos entre distintos nacionalismos y sus pretensiones de expansión a toda costa. El tejido planetario se desarrolla y se rompe continuamente: las intercomunicaciones se multiplican, así como las interdependencias, no sólo técnicas, económicas y culturales, sino también biológicas: hay una unificación microbiana del mundo.


                          Epidemias y enfermedades siempre han existido, pero puede decirse que la globalización microbiana se inicia con la conquista de América, tras la cual pasa a fenómeno planetario.     

            Ya en el S. XIV muere en Europa un 50 % de la población por la Peste Negra.

            Luego la Viruela que llevan los españoles a América en 1492 y en Eurpa llega a su máxima expansión en el S. XVIII. (Hasta 1977 no se creará la vacuna).

            La llamada Gripe Española al final de la 1ª Guerra Mundial la extienden las tropas que participan. En EE. UU. es donde más se expande. Su nombre le viene, según parece porque sólo España, que no participa en la guerra, era la única que daba noticias sobre el tema. Es considerada la 1ª Pandemia global. Mueren cerca de 100 millones.

            Siguen otras gripes con millones de muertos en 1957, 1968 y el sida en 1981.

                       Hoy tenemos el Coronavirus, tal vez la más temible unificación microbiana conocida.

            Aparece a fines de 2019, en la ciudad China de Wuhan, y se desarrolla a principios de 2020 principalmente en Norteamérica, Brasil y la India; pero hoy se extiende por todos los rincones de nuestro planeta. Hay muy diversas teorías conspirativas pero ninguna merece crédito dada su gran complicación.

            Lo cierto es que la pandemia ha hecho acto de presencia y está ahí sin visos de querer retroceder.

            Está por los suelos nuestro orgullo de haber dominado el mundo con nuestros conocimientos y tecnologías capaces de dar respuesta inmediata a toda adversidad. Y no es que nos falte la confianza en que todo esto tendrá solución, pero hemos entrado en unas formas de vida en que nuestras relaciones con el entorno y con nuestros semejantes han perdido gran parte de la espontaneidad y libertad conquistada.

            Parece como si de pronto una fuerza misteriosa hubiera arrasado con casi todos los logros que caracterizan a nuestra sociedad.

            Perdida la libertad de movimiento nos vemos condenados al aislamiento y una mayor soledad.

            El peligro del contagio amenaza a todos por igual con lo que hemos dejado de ser ciudadanos del mundo para convertirnos en individuos o a lo más en pequeños núcleos relativamente aislados.   

            Aunque, por otra parte, nos encontramos, como se ha dicho, en una “unificación microbiana del mundo”. Es un malestar compartido por todos de forma indiscriminada por países y estratos sociales.

            Habrá que concluir con aquello de Morin que “el tejido planetario se desarrolla y se rompe continuamente” y esperar que esas intercomunicaciones y esas interdependencias, no sólo técnicas, económicas y culturales, sino también biológicas afloren en futuros desarrollos.

            Así lo cree el Prof. Edmundo Jorge Delgado, gran experto en el tema: Seguramente a partir de su superación, el mundo habrá cambiado, pues se abrirán nuevos horizontes basados en la no discriminación y en la solidaridad.

           

                V. CÓMO ORIENTARNOS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

 

Si hemos de escuchar a Max Weber “es posible “racionalizar” la vida desde los más distintos puntos de vista y en las más variadas direcciones. Es un concepto que encierra muchas contradicciones”. (Ética protestante. Pág. 84)

Como ya hemos visto los medios de masa nos permiten la visión de otros mundos, otras formas de vida, desplazando las instancias tradicionales transmisoras de cultura; no obstante siempre seguimos siendo hijos de nuestra historia y todo nuestro entorno.

Por lo que habrá que tener en cuenta:

+ En primer lugar, asumir la experiencia del otro, el mestizaje o comunicación con otras culturas. Hoy no tiene sentido ningún tipo de monoculturalismo.                                                                                                                           Según Octavio Paz mientras las civilizaciones precolombinas de América habían vivido en una inmensa soledad histórica, las culturas orientales y la europea habían pasado por la experiencia cardinal de la presencia del otro, la intrusión de civilizaciones extrañas: India, China, Persia, Grecia, Roma y el islán.

        + También asumir las diversas instancias desde las que se originan las diversas culturas: las grandes figuras modélicas que con sus formas de afrontar la vida y la muerte y sus formas de estar y actuar señalan caminos, amplían nuevos horizontes:   


   - Los sabios desde el saber y fuera del poder señalan caminos.
 Buda, Zoroastro, Confucio, Sócrates, Cristo, Gandhi... 

   -  Los caudillos que uniendo saber y poder crean instituciones que posibilitan la justicia y la colaboración.      
     Hamurabi, Darío, Alejandro Magno, Cesar, las grandes dinastías de Egipto o China, los fautores de la modernidad y las Naciones Unidas.


   - Los artistas que desde la imaginación y la sensibilidad recrean sin cesar la imagen del mundo y del hombre.  Según Hölderling:  "Lo que vive lo fundan los poetas":  Homero, los Vedas, la Biblia, el Corán, Dante, Chakespeare, Cervantes.    
                                                                                                                       Cada instancia marca un nivel de conciencia:                                                                                                                                 Por la fuerza del Estado sólo se puede imponer lo negativo se limita a que no se lesionen los derechos del otro, no se puede imponer la benevolencia.                                                        Tampoco la ciencia disipa todos los errores.                                                                                               
    Sólo desde otras instancias se puede llegar a lo más hondo del hombre.                     

        + Asumir un pensamiento de fronteras que se sitúa en los límites de lo pensable, hecho de sensibilidad, imaginación y razón. Lo que Edgar Morin llama un pensamiento complejo, no excluyente. Que es consciente del carácter aproximativo, metafórico, de todo conocimiento; capaz de ver el contexto, la complejidad y la interrelación de todo lo que nos rodea

         . Que apuesta por la vida y las utopías que la ensanchan. El talante biófilo de E. Fromm, frente a las filosofías tristes, pesimistas y reaccionarias que sólo se encuentran a gusto entre las cosas muertas, metidas en formol, que se dicen realistas porque aceptan sin más lo dado; que desesperan de todo menos de las expectativas más sombrías.

. Pensamiento abierto a diversos aspectos de la realidad: lo que perciben nuestros sentidos y aquello a lo que aspiramos aún en proceso de realización. Abierto a los valores estéticos e intelectuales. A la intuición y la empatía que hacen posible la comunicación y hasta la experiencia mística.

En nuestra búsqueda de conocimientos y nuestros intercambios hay un ir y venir de lo mental a lo físico y de lo físico que vuelve a apuntar a ese más allá de la naturaleza hecho de sueños.

Pero no siempre se da esa armonía. Cuando falta el estímulo para ampliar conocimientos o falta la comunicación en igualdad, las representaciones forman costra y no dejan crecer.

Son los fanatismos, dogmatismos y prejuicios que nos vuelven insensibles a todo lo que está más allá de nuestra piel. Es la pereza mental. 

Antonio Durán, La postmodernidad, trampa o salto adelante.

 



[1] En el sentido material que hoy entendemos; porque en el mundo de las ideas siempre ha habido grandes relatos compartidos.                                                                                                                                                                                                   [2]  Kapuscinski, El Siglo XX  ya es pasado. Claves 54 (1995).3.