martes, 20 de noviembre de 2018




PARADIGMAS VIEJOS Y NUEVOS II

4.    Críticas de un pensamiento reduccionista  [1]
                                                                                                                     
          a. Los nuevos paradigmas de la Ciencia

    “Los nuevos paradigmas de la ciencia, surgidos a raíz de los revolucionarios descubrimientos realizados por la Física Cuántica, la Cosmología y la Biología, han echado por tierra la visión de un Universo mecánico compuesto de sólidas partículas materiales, regido por las ciegas leyes del azar, cuyos procesos podían ser predeterminados de forma exacta y rigurosa a través de una objetiva experimentación científica.

    Tanto   la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría cuántica de los campos «no se puede separar a las partículas del espacio que las rodea, ya que éstas son sólo condensaciones del campo continuo presente en la totalidad del espacio, lo cual significa que las partículas pueden aparecer espontáneamente del vacío y desaparecer de nuevo». El extraordinario descubrimiento de este «vacío físico» que se halla en estado de vacuidad y de la nada, pero que a su vez contiene en potencia todas las formas del mundo de las partículas, casa perfectamente con el «caos primigenio» del que surgió el Universo, según todas las grandes cosmogonías del mundo antiguo.                      
    En cuanto al principio cartesiano de objetividad empírica que trazaba una barrera infranqueable entre el observador y la realidad observada, la «interpretación de Copenhague» enunciada por Niels Bohr y Werner Heisemberg, demuestra que «no existe una línea divisoria que nos separe claramente de la realidad externa que observamos, ya que la realidad es una construcción mental que depende de qué y de cómo se observe». [2]
               Tanto estos autores como Schrödinger, Rutherford o Gödel con sus descubrimientos ponen en cuestión los límites de un pensamiento puramente racionalista con principios como la indeterminación o la incompletud que escapan a la pura lógica…
Y están reclamando nuevos paradigmas como el de la complejidad o el principio holístico o de la interacción entre el todo y las partes y entre éstas y el todo, y por consiguiente ahondar en ese sujeto que no se puede separar de la observación. Y al final volver al Conócete a ti mismo socrático o agustiniano y a los grandes maestros de la Sabiduría perenne tales como Pitágoras, Platón, Buda, Confucio o Lao-Tsé, etc

      “Las reveladoras conclusiones, sigue J. Vilar, que se desprenden de esta innovadora visión del mundo, propuesta por los recientes paradigmas de la ciencia, arrojan una nueva luz de esperanza respecto al futuro de la civilización occidental en el siglo XXI, pues no sólo unifican a la ciencia del presente con la sabiduría del pasado, sino que al derribar el muro que durante siglos ha mantenido divorciada a la espiritualidad del conocimiento, ha hecho posible el necesario reencuentro entre aquellas dos vías del verdadero progreso humano que jamás se debieron haber separado: la mística y la ciencia, unidas de nuevo ahora en la Conciencia.”  
   
b.     Visión de Sloterdijk. El espacio interior.[3]
            El espacio interior del que la física nada sabe y sí la psicología y la antropología cultural. 

            Los hombres creen vivir en lo natural y no en una segunda naturaleza que se fabrican con sus lenguajes, ritos, delirios…

           
            La revolución de la psicología moderna se centra en considerar al hombre como “arquitecto de interiores clandestinos”, alojamientos imaginarios, sonoros, semióticos, rituales, técnicos. (86)
            Estos espacios siempre suponen dualidad, en contra de la ilusión individualista.
La neurosis básica de la cultura occidental es tener que soñar un sujeto que lo observa y que no se deja observar.
            Ni todo está fuera ni todo dentro: según la psicología actual, el espacio humano es “ensamblamiento de espacialidades interiores plurales”.
            Los espacios por los que se dejan envolver los hombres tienen su historia cuyos héroes son los lugares o esferas en que florecen o de que caen cuando fracasan en su desarrollo. (90)
            Lo íntimo = espacio compartido por grupos que por cercanía y mutuas resonancias los crean. Ni aparato anímico freudiano, ni inconsciente o memoria colectiva. (97)

            Ser-en-el-mundo significa ser en un espacio al que un pueblo ha dado forma, que va transformando constantemente, incluso rompiendo determinadas formas para dar paso a otras más habitables.
            Desde la horda al imperio tejen sobre sí el cielo protector de una ideología de la que viene la inspiración compartida. Estas construcciones son el cielo protector de miles y millones de individuos que comparten proyectos, rituales, melodías… que les mantienen unidos mientras duran y que se desmoralizan cuando pierden fuerza.
          
          El lenguaje hace posible la comunicación, fundamento de la asociación de los seres humanos en comunas o pueblos. ¿Es acaso el lenguaje la casa del hombre?  ¿Su “medio”, su esfera?
            La inspiración y el lenguaje nos sitúan en un espacio peculiar, el espacio espiritual, y el dato más simple es que se trata de una magnitud al menos dúplice o bipolar. Diferente del espacio geométrico constituido por puntos aislados.
Lo esencial del espíritu es estar ya frente a otro espíritu, ser resonancia entre polos que se atraen, dualidad correlativa.
            Hay una fuerza de compenetración entre ciertos pares escogidos que puede extenderse a comunas, equipos, proyectos de grupo, incluso a pueblos enteros. (50). Están como envueltos en un espacio inmunológico: de hecho, nunca han vivido los seres humanos en inmediatez a la llamada naturaleza o a lo que se llama los hechos mismos.

            La Modernidad se ha volcado a lo exterior dejando al sujeto sin cobijo, nos dice Sloterdijk. Ha dado la vuelta al globo terráqueo con barcos, con capitales, con los media; sabemos cada vez más sobre lo más hondo y lo más alto de la materia, pero allí no está el hombre, anda perdido, sin cobijo.
            Trata de reconstruir la burbuja de ilusión perdida con el Estado de bienestar, el Mercado mundial y la esfera de los Media.
            Pero a pesar de sus aportaciones en organización política, en tecnología y riqueza, ha olvidado la ecología del dolor, esa que provoca las revoluciones: proletaria, feminista, despliegue de lo inconsciente… y hoy diríamos las diversas formas de respuesta a ese paradigma cultural dominante (movimientos populistas de izquierda y de derecha).[4]

                 
                    c. La respuesta de Edgar Morin. Crisis de el pensamiento complejo. 

Plantea una gestión adecuada de la crisis civilizatoria: no un colapso sino el paso a una sociedad sostenible mediante un cambio de paradigma.

Morin se centra en la ciencia tomada en su más amplio sentido y nos dice:
La ciencia ha conseguido grandes progresos en el mundo físico, biológico, psicológico y social.
Pero al mismo tiempo ha progresado el error y la ignorancia.
Su fallo: el modo de organizar el saber en base a un pensamiento disyuntivo (física / biolgía / ciencias humanas), o reduccionista de lo humano a lo biológico, de esto a lo físico, hiperespecializado: confunde sus cortes de la realidad compleja con piezas de máquina.
Falta: un pensamiento que permita distinguir sin disociar, asociar sin identificar, que reconozca las carencias de nuestro pensamiento mutilante que acaba conduciendo a acciones mutilantes. Incluso habría que recuperar cosas del paradigma agrícola para equilibrar. (Trato equilibrado a la naturaleza, respeto a la diversidad, energías no renovables…)
Ni todo reductible a partículas, ni sólo degeneración en el cosmos, también organización (vida)
Ni dar vida a los mitos, ni simplificaciones o racionalizaciones: “el peor vicio del pensamiento no es la falsedad sino la parcialidad” [5] Falta una reorganización del concepto de ciencia, una teoría de la complejidad, un nuevo paradigma, que enriquezca nuestros conocimientos y en especial el conocimiento del hombre mismo.

Finalmente, Edgar Morin nos propone EL PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD, esto es, pensar la realidad                                                                                                                                -  como conjunto de sistemas abiertos donde tenga cabida la vida,                                                         - donde esa información hoy tan desarrollada, ese saber almacenado en genes, en chips y en las más diversas formas de memoria, sea considerada en sus diversas dimensiones,                                               - donde la autoorganización que genera la información podamos verla como algo que a la vez hace al individuo autónomo y ligado al ambiente.

En definitiva, la necesidad de admitir la gran complejidad del mundo en que nos movemos donde físicos como Schrödinger tras sentar el principio de incertidumbre nos dice que “es impensable un mundo sin sujetos, sería incoloro, frío y mudo,   así como un mundo sin objetos sería solitario y desencarnado.

+ Se trata de admitir la imprecisión, no eliminarla, tanto en la consideración de lo que supone organización como en la lógica. Reconocer fenómenos inexplicables como la libertad o la creatividad, inexplicables fuera del cuadro complejo que permite su aparición. Nuestra lógica actual no se adapta a aspectos complejos de la realidad.
La complejidad está ya en la vida cotidiana:
-        Se manifiesta en la literatura del siglo XIX y el XX; a diferencia de la ciencia simplificadora la literatura nos presenta los seres más complejos; así Dostoievski, Balzac, Dickens, Faulkner, Proust, Pio Baroja, Valle Inclán…
-        En contra de Laplace, la hipótesis Dios seguirá usándose en ciencia solo que ahora sus atributos se aplican al Mundo: La perfección, el orden, la eternidad se suponen en sus leyes: gravitación, electromagnetismo, nucleares fuertes y débiles, incluso en el campo de Higgs que impregna todo el espacio convirtiendo en masa a las partículas que interactúan con él (ciertos bosones) y no a las que no interactúan (el fotón). Es el paradigma de la simplicidad que pone orden en el universo reduciendo a leyes los más diversos fenómenos, que separa ciencias físicas, biológicas, humanas aislándolas entre sí.  Aunque pronto se advierte la presencia del desorden y degradación formulándose la 2ª ley de la termodinámica (Carnot y Clausius); y por otra parte la presencia del proceso de organización en el mundo vivo, dando lugar a la neguentropía.

-        Aparecen las paradojas:
            . Hubble: el origen del universo en una gran desintegración, el big bang; pero a partir de ahí todo se organiza en partículas, átomos, moléculas, vida; conviven orden y desorden.
            . En biología: Ya Heráclito: “todo vive de la muerte de otro, todo muere para vida de otro”. Todo ser vivo supone un continuo morir de células y renacer de otras.
            . En microfísica: la doble condición de partícula y onda. Partículas que se comunican a velocidad infinita fuera del espacio y el tiempo. La ligazón de todo con todo. (Capra: los átomos danzan la danza de Siva. El tao de la física).

-        Sólo en un mundo con la presencia simultánea del azar y la necesidad son concebibles:
            . los sujetos que se autoorganizan, que crean sus propias determinaciones y finalidades, centros de su propio medio, pero un centro complejo que incluye todo lo que va con él: familia, país, cultura…
            . con una autonomía compleja, dependiente de condiciones culturales, sociales, genéticas: a la vez somos poseídos y poseemos todo eso al enfrentarnos a lo cotidiano, somos mezcla de autonomía y heteronomía.

 Y concluye E. Morin: Vivimos en una interconexión entre culturas y razas sin que haya verdadera comunicación, nos falta llegar a una civilización de las ideas. Necesitamos pasar por el pensamiento complejo a la civilización de las ideas. La complejidad del mundo histórico-social supone:
. salir de la ilusión del fin de la historia.
. hacia un comienzo de tiempos nuevos. La “cultura del conocimiento desinteresado”  



d.     ¿Enfrentamiento de culturas? ¿Multiculturas o Interculturas?


          A través del siglo XX se combinan fenómenos como
        La I Guerra Mundial, la revolución soviética, la crisis económica mundial de 1929, la II Guerra Mundial (1939-1945) y la formación y desarrollo de un nacionalismo asiático que se fue fortaleciendo gradualmente con influencia de ideas occidentales, junto a la propia tradición autóctona.  
       Y por otra parte unos cambios técnicos que nos llevan a una sociedad en red que parecería dar el paso a un igualitarismo que acabara con la sociedad jerárquica, pero que parece ignorar hasta qué punto esa omnipresente tecnocracia (silicolonización) lleva consigo una alianza con el capitalismo dominante.[7]

         En general podemos seguir hablando hoy de los tiempos de cambio de que hablaba Ortega.[8] Pero esos cambios tienen hoy mayor complejidad: al mismo tiempo vivimos un tránsito de la conciencia egocéntrica hacia una percepción cada vez más lúcida de nuestra ineludible interrelación con nuestros semejantes y con todo lo que nos rodea; conciencia de que el mundo que está surgiendo no viene de la destrucción del antiguo, (luchar contra lo viejo es meterse en su dinámica), sino del hecho que nuestras propuestas sean cada vez más acordes con ese mundo de relaciones con que más nos identificamos.[9]

        Habrá que reconocer que en el fondo de todo ello parecen seguirse de una forma más o menos dramática la tesis, antítesis y síntesis de la dialéctica hegeliana: hay momentos de duros enfrentamientos y momentos de intercomunicación e intercambio.

1.     Los enfrentamientos los podemos ver tanto dentro de los mismos países como frente a otros:
      +   En principio hay un asiatismo defensivo que lideró Japón tras derrotar a Rusia en 1905 y el consiguiente reconocimiento en el Tratado de Versalles (1919), y que culmina con el Congreso Panasiático en Nagasaki (1926) con delegados de China, India, Filipinas, Vietnam, Afganistán, Malasia y Corea.
          Luego será Nehru quien convoque en Nueva Delhi (1947 y 1949) una serie de conferencias orientadas a movilizar el oriente contra los antiguos opresores.
           Y finalmente en 1955, con las tensiones entre la República Popular China y los Estados Unidos, el movimiento promovido por India e Indonesia se amplía a África.

      +  A lo largo del S. XX se da en Europa una sensación de desconcierto ante los cambios que se manifiesta tanto en lo social como en el mundo del pensamiento.        
        Ejemplo de lo primero serán las revoluciones, las guerras mundiales y las crisis económicas.                                          
       De lo segundo podemos destacar las corrientes divergentes surgidas del pensamiento hegeliano: marxismo y fascismo. Sus posteriores fracasos serán el signo más claro del “malestar en la cultura” ya barruntado por autores como Spengler La decadencia de occidente (1918), Ortega, La rebelión de las masas (1929) y Freud (1930) que considera ese malestar como fruto del control que ésta ejerce sobre los instintos eróticos y agresivos que el Superyó no logra sublimar.
        Y luego encontramos el desarrollo de la cibernética y las técnicas de la información, unidas a su comercialización con lo que el saber pasa a ser mercancía y fuente de producción controlado por el poder, con todo lo que eso significa.[10] Existencialismo, neopositivismo y escuela de Frankfurt marcan diversos frentes.   
       También será un punto de inflexión en el mundo religioso tanto de Europa como de América Latina el viraje que se pretendió en el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-65).
            
     +  En Estados Unidos, además de sus intervenciones en las guerras, incluso la invasión de Irak, el malestar se manifiesta en la llamada contracultura. Frente a la autosatisfacción por la ciencia puntera desarrollada en Silicon Valley, surgen unos movimientos populares como beat, hippies, beatniks… seguidores de los pasos de ciertos iluminados como Thoreau, Kerouac… e influenciados por gurús más o menos imbuidos de doctrinas orientales. Esa contracultura invade también a Europa a través de los movimientos artísticos y creativos de la música, el cine, el teatro, la poesía…

       + También en la América Latina se vive este enfrentamiento tanto social como cultural.
       Quizás allí se manifiesten más esos enfrentamientos en lo social y político entre dictaduras y democracias, entre facciones conservadoras y progresistas en continuas guerrillas y grupos paramilitares más o menos clandestinos, y sobre todo en sus terribles diferencias sociales.                                                                      
         En cuanto a las ideologías, fascismo y marxismo se disputan el terreno. Pero aquí la Iglesia católica tendrá un gran protagonismo, destacándose posturas enfrentadas en la misma institución. Así un obispo argentino escribía en 1967: “La explotación, la injusticia, la opresión son formas de violencia que necesariamente reclaman violencia… Se plantea ante la conciencia cristiana el dilema de guerrilla o contraguerrilla” [11]. También el papa Francisco entonces cardenal Bergoglio afirmaba que “la realidad se ve mejor desde la periferia que desde el centro”. De hecho, surge un fuerte movimiento como fue la “Teología de la liberación” que toma partido por el mundo de los pobres. Pero al mismo tiempo persisten una serie de obispos reaccionarios que apoyan las dictaduras como en Chile, Argentina...[12]

2.     Los acercamientos e intercambios.

      + En el mundo occidental, al mismo tiempo que hay una serie de alertas contra el “asiatismo defensivo” que amenaza su cultura y al cristianismo,[13]  se incrementa el interés por el pensamiento venido de oriente, ya sea traído por algunos europeos que han vivido allí y vienen imbuidos de aquel espíritu ya sea por pensadores originarios europeizados como Tagore o Kipling. Es un movimiento de aquellos que descontentos de la propia cultura y cansados de las religiones cristianas tradicionales creen encontrar en el oriente una alternativa a lo propio y un arma contra la modernidad.                                                                                 
     
       Ya Schopenhauer reconoce deber a su lectura de los Hupanishads gran parte de su pensamiento, incluso ve en el mundo ario hindú las raíces tanto del judaísmo que lo adultera como del cristianismo posterior. Wagner le sigue. Y en general los románticos. Schlegel 1908 traduce el Bhagavad Gita, también Fichte se interesa por el tema. Los simbolistas, modernistas y decadentes ven en el espiritualismo oriental una forma de enfrentarse al positivismo y cientificismo que les son más ajenos. También se mueven en este campo los teósofos como Helena Blabatski y Rudolf Steiner sintetizador de los más variados movimientos de su época.[14]                                          
       También Heidegger en los años de postguerra parece identificarse con el pensamiento de Lao Tse y el budismo zen viendo en ellos similitudes con el maestro Eckart y su propio pensamiento. (El ser y tiempo: El lenguaje la casa del ser que allí se muestra y oculta; sus guardianes los poetas no los científicos. Se requiere una cura de adelgazamiento tanto del sujeto como de la visión científica para que se muestre. Tiene mucho que ver con la nada cuanto es un nacer y perecer, continuo proceso como las diversas tradiciones).

        Lo mismo el psicoanálisis de Fromm y Lacan como Jung, Aldous Huxley (Ciego en Gaza) tratan de unir mística oriental y ciencia aproximándose al budismo zen.  Cioran y Levi Strauss encuentran en el orientalismo respuestas a la encrucijada del mundo actual.

        El Dalai Lama tibetano es un caso especial de este intercambio entre ciencia y sabiduría oriental. Considera que la física cuántica llega a las mismas conclusiones que la idea budista del nirvana: no hay en el fondo de todo nada absoluto ni individuo ni un sustrato trascendente; el desprenderse de esa ilusión hace feliz al ser humano. De hecho, introdujo en los monasterios budistas el estudio de las ciencias modernas, física cuántica, biología molecular y neurociencia. [15] 
      Es de destacar la experiencia de Richard Wilhelm, teólogo evangelista, tras su estancia como misionero en China y como catedrático en la universidad de Pekin, autor de La sabiduría del I Ching. [16]        En principio al regresar a Europa encuentra el contraste entre la visión de una humanidad unitaria frente al frío análisis científico. Encuentra un contraste entre “la fe en la humanidad pregonada por Confucio…. y el hundimiento espiritual de la cultura occidental en la primera guerra mundial…” (L. c. Pág. 27)                                                                                      “…Hay, nos dice, dos concepciones antitéticas: …una de acuerdo con la cual el objeto sólo puede ser aprehendido desde dentro, con ayuda de eros en una íntima vinculación de sujeto y objeto, y otra, para la cual el distanciamiento, la visión desde fuera, constituye precisamente la base de toda percepción.” 
       Esto lo vive en persona Wilhelm cuando los especialistas sinólogos compatriotas le acusan que sus conocimientos del chino eran deficientes. Confundiendo la vivencia integral con las imágenes parciales.                                                                                                                                     Jung hará su defensa [17] considerándolo como “un pilar para el puente entre Oriente y Occidente.” Y añade “Palpando sólo superficies desnudas y lados exteriores de la cultura extranjera, los espíritus mediocres no comen nunca el pan ni beben el vino de la cultura extranjera y así nunca surge esa compenetración que alumbra el nuevo nacimiento.” Y elogia en él la feminidad de los espíritus superiores, el carisma de la maternidad intelectual que supo imbuirse como nadie en el espíritu de Oriente.             
       Aunque también hay quien consideró a Wilhelm como el “último chino” por la contradicción que vivió al final de sus días: cómo los jóvenes intelectuales chinos están contra Confucio y su vieja cultura mientras los extranjeros se interesan tanto por ella.              
       Y Chang Chün-mai   concluye en su homenaje póstumo: “¿Será una peculiaridad el alma humana no estar nunca satisfecha con lo que tiene y tratar de alcanzar lo que no tiene?” (Ib. 35)


e.    Constructores de invernaderos

  Parece que el trabajo de crear mundos tiene su punto de dificultad; y aunque al primer fabricante le salió en seis días quedó tan fatigado que todavía está de descanso.

Hoy hay quienes creen haber descubierto la herramienta precisa para disputarle el terreno al creador originario. Y hasta lo ven en franca retirada:
Dios es una equis en la frontera de lo desconocido, en la medida que la ciencia avanza la equis retrocede. Ciencia y técnica de la mano allanarían el camino para el dominio de la razón. De la equis para acá todo se explica sin dios, de la equis para allá ni con dios ni sin dios. Luego ese dios sobra.
Y una vez más se confundieron las lenguas y la razón anduvo de cama en cama hasta hacer bueno el dicho de Lutero: La razón es la prostituta de Satanás.

Pero si el problema es de lenguas hagamos un lenguaje perfecto, un lenguaje perfectamente ajustado al estado de las cosas. Con él sí podremos crear mundos nuevos, para todos.
Tras laboriosos procesos de moldeado y ensamblaje de las piezas, la conclusión a que llegan los más lúcidos es que lo ya hecho está bastante bien como está.  Que las formas de hacer y decir de cada colectivo cumplen el cometido de insertar al hombre en su entorno de la forma más satisfactoria posible siempre y cuando se haga el uso debido de las palabras.

Y es que no es nada fácil dar forma a la más humilde de  las  instituciones,  acordar convenciones, palabras, hacer aceptar por todos unas formas determinadas de hacer o decir.
Pero si no queremos perdernos en la soledad tendremos que asumir el mundo que hay o crear, con la debida modestia, formas nuevas avaladas por razones capaces de convencer.
Siempre hay unos caminos trillados, seguros, que   proporcionan la satisfacción de las cuentas cuadradas. Claro que cualquier economista aficionado conoce mil trucos para cuadrar cuentas dudosas.
 Hay quien entrega toda su vida a inventar sentidos nuevos, a abrir otros caminos por donde un hombre nuevo o el viejo pueda encontrarse consigo mismo, pueda encontrar ese sosiego que parece buscar.
 Hacer el mundo es la tarea constante que tenemos entre manos en juego con el destino.
El mundo es el horizonte desde el que nos vemos, el ámbito en que nos movemos, el juego a que jugamos, nuestra casa, el elemento que respiramos. Para ese ver y ese hacer, para ese estar y palpitar el destino nos brinda la rica herencia de las tradiciones. Pero es tarea de cada uno definir su ámbito, sin cerrar su propio espacio al elegir o apostar por unos juegos determinados. Esto supone la “cultura del conocimiento desinteresado” de que hablábamos al principio, que “no calumnia ni empequeñece a los que no nos agradan o nos han hecho daño en la vida, sino que introduce algo grande en todas las persona o cosas al no ver en ellas más que tipos”
La estrechez de horizontes es propensa a crear caparazones y con ellos soledad y amargura. La amargura es patrimonio de quien, habiendo hecho trampa en sus relaciones con la vida y consigo mismo, ya no sabe a qué dedicarse ni a quién dirigirse; la amargura comprime y aplasta en lugar de liberar - lo dice Cioran y tiene más razón que un santo.

El gusto por la libertad quiere altura de miras. Si nuestro juego convence, si tiene al menos pretensión de ser para todos, hallaremos rostros en que mirarnos, alegría, dilatación, participación de otro mundo, ese mundo más allá de las estrellas de que hablaba Schiller:

     Quien haya conquistado la baza mayor
de ser el amigo de un amigo, quien haya
conquistado una mujer amable, mezcle
al nuestro su júbilo. ¡Sí!  Quien puede llamar
suya un alma tan sólo sobre la redondez
de la tierra. Pues el que no, que se aleje
llorando de esta hermandad.

                                       FIN


[1] Ver Incursiones en lo sagrado. Ed. Anaquel 2012, caps. 3 y 4. Y SLOTERDIJK, El pensador en escena. Pre-Textos, 2000. Esferas I y III. Siruela, 2003 y 2009.
[2] Hasta aquí seguimos a Javier VILAR, Los nuevos paradigmas de la Ciencia. Ciencia – Tagged.
[3] SLOTERDIJK,. Esferas I  Siruela,  2003
[4]             Nietzsche piensa que “bajo la magia de lo dionisíaco, no sólo se renueva el vínculo de reciprocidad existente entre hombre y hombre: también la naturaleza enajenada, hostil o subyugada celebra su fiesta de reconciliación con su hijo predilecto, el hombre... como si el velo de Maya hubiera sido desgarrado y ahora sólo ondeasen los jirones, ante la misteriosa unidad primordial. Cantando y bailando se muestra el hombre como miembro de una comunidad superior
               ¿Socialismo estético?
               En la práctica Nietzsche ve que el individuo no soporta la proximidad de esas realidades:
               Lo que antes parecía una feliz disolución, ahora se convierte en atroz desmembramiento; el Eros del retorno al seno de la tierra y del grupo se transforma en el pánico de la disolución, - y añade Sloterdijk - en el horror a la vulvocracia socialista.
               Es necesario calmar el celo de los machos dionisíacos con el dique de la cultura, sólo así surge la civilización que pone los símbolos en lugar de las cosas, que es como tratarlas con la debida precaución.
               Pero entonces aparecen las raíces dionisíacas de lo apolíneo y con ello su relativización y la sospecha sobre todas sus verdades. (Sloterdijk 2000, 67- 68, 73 – 74.)
[5] Xunzi, citado por Jullien, Un sabio no tiene ideas, Siruela 2001. Pág. 73 ss. Xunzi lo expresa así: “El peor vicio del pensamiento no es la falsedad sino la parcialidad; las desgracias de los hombres provienen de que un aspecto parcial les ciega la mente y dejan en la sombra el conjunto. Y no es que se equivoquen, sino que se dejan obnubilar por el apego a lo que han acumulado lo que les impide escuchar lo que no les da la razón”.
[6] Mente y materia. Tusquets 2007. Págs. 56 ss. El observador modifica siempre lo observado.

[7] Ver Cesar RENDUELES, Enredos y desencantos. El País 15/9/18
[8] España invertebrada, II,3. Espasa Calpe,1967 Las épocas Kali en que el sueño de Brahma hace que Shiva destruya las formas existentes, hasta que de nuevo despierte y Visnú ponga el orden propio de las épocas Kitra.
[9] Ver Emilio Carrillo, Dios en el momento evolutivo de la humanidad. Conferencia en el FORO DE COMUNICACIÓN Y DEBATE de Camas, 25, 10, 2013.
[10] Ej. Satélites subvencionados por multinacionales que controlan y distribuyen la información, el nuevo territorio en que se plantea la lucha por el poder.
[11] Alberto Devoto, obispo de Goya (Corrientes). Cit. J. J. SEBRELI, Dios en el laberinto. Debate 2018, pg.504
[12] Un ejemplo de estos enfrentamientos fue el asesinato del cura progresista Carlos Mujica por un grupo terrorista paramilitar que persiguió y asesinó a los que consideraba como infiltración marxista en el peronismo, la Triple A, fundada por el “Bujo” así llamado López Rega, ministro entonces de Perón (1974).  Según confeso un testigo porque "este curita lo estaba molestando políticamente". (Sebreli, l.c.)
[13] Henri Massis, “Defensa de occidente”.
[14] Cf. J. J. SEBRELI Dios en el laberinto. Debate 2018. 241 ss.
[15] Hasta aquí seguimos a J.J. Sebreli, l. c.
[16] Filosofía del I Ching. Ver W. Bauer, introducción. Cf. O. Brière, Cincuenta años de filosofía china, 1898-1950.
[17] Ibidem. Introducción.