martes, 15 de marzo de 2016

PRIMATES Y FILÓSOFOS

     
PRIMATES Y FILÓSOFOS 2

     Gracias a la gentileza de Ramón Rodríguez esta vez el grupo nos reunimos en la Facultad de Filosofía, un marco muy adecuado para estas arduas especulaciones.
      Volvemos a nuestros vínculos morales con los otros primates tal como los plantea De Waal, su rechazo a las teorías que consideran la moral como una simple capa de barniz sobre los instintos más primarios del hombre y su defensa de una moral que, se podría decir, llevamos ya en los genes.
     Entre los primeros estarían, además de Huxley, Freud e incluso Nietzsche; y entre los segundos podrían situarse, como ya dijimos, Hume y demás defensores del emotivismo moral.            
      Parecen sumamente oportunas las precisiones que hace Christine Korsgaard en su comentario a la exposición del autor (Pág. 150). Es muy distinto un comportamiento intencional en el que el sujeto actúa con un propósito en mente y un comportamiento simplemente pautado en que el sujeto no se representa previamente la finalidad que logra. E invoca la autoridad de Kant según el cual solo los seres humanos tienen un nivel de autoconciencia que les permite un comportamiento autónomo.
      Una cosa es la finalidad en sí y otra la conciencia de la misma y la determinación consiguiente. 

      Aunque los otros primates actúen de manera cortés, responsable, valiente o empática – se nos dice – no es porque crean que deben serlo sino que simplemente están siguiendo su deseo, su instinto, actúan guiados por sus emociones. La capacidad de autogobierno normativo y el control de las intenciones parecen ser rasgos específicamente humanos.
       La esencia de la moralidad no está en el altruismo sino en la habilidad para formar juicios sobre lo que debemos hacer y actuar en consecuencia.
       Alguien observa que habría que suponer en los animales unas ciertas normas, unos ciertos elementos morales de raíces biológicas reservando lo ético exclusivamente para el hombre. La pirámide que aparece en la pág. 205 (Fig. 9) viene a decir que en el clan y la familia no hay todavía reflexión moral.
      La moral específicamente humana surge a partir de la comunidad, cuanto ésta adopta unas normas universales de cooperación en los conflictos. La comunidad conlleva obligaciones y éstas cristalizan en normas universales para la cooperación en los conflictos. Hay una organización conscientemente elegida que va desde la pequeña comunidad, incluyendo luego miembros de otros grupos: nación, humanidad, animales no humanos, todas las formas de vida. Estos círculos se amplían o contraen según vengan épocas de abundancia o escasez.
      Según Ramón habría habido dos revoluciones claves en la moral: la aparición del estado democrático y la actual conciencia ecológica. Habría una solución mixta entre determinismo genético y continuidad modificada, algo así como el chorro del agua que sube y en un cierto momento llega a un punto de indefinición imprevisible.
      Hay unas condiciones biológicas para que surja la moral pero hay además un punto de inflexión.
      Para el autor los juicios que realizamos en nuestra vida real no son inmunes a los imperativos biológicos de la supervivencia y la reproducción. Pero es el factor grupal progresivamente ampliado el que hará evolucionar a la moral.
       A la acusación de un cierto antropomorfismo en sus teorías De Waal responde: Es admisible un cierto antropomorfismo siempre y cuando los paralelismos hombre animal tengan un fundamento, no así si no hay tal.
      Ve en cambio inaceptable la antroponegación, el rechazo a priori de características compartidas entre humanos y animales.
       Darwin nos habla de los efectos de los instintos sociales sobre la mente como algo constante que produce calma, si se respetan entonces la mente se relaja: en cambio el efecto de los apetitos es algo brusco y pasajero (Pág. 149).
       Las facultades mentales desarrolladas de los animales sociales, la memoria comparativa, les permiten darse cuenta de esta diferencia lo que le induce a controlar sus impulsos y apetitos a favor de los instintos sociales de donde derivaría el sentido del deber. Se enfrentan el instinto social y el individual, la evolución favorece a los primeros.
      ¿Sería una modalidad del complejo de culpa?
      Sería algo más positivo. De Waal rechaza la teoría de la capa porque considera que hombre y animal tienen un comportamiento social base de toda moral. También la moral tiene una evolución en nuestra cultura, así temas como la esclavitud o la eutanasia. La cultura trabaja sobre la biología, canaliza los instintos respondiendo a sus exigencias más generales. Esto es posible cuando se dan actitudes democráticas, sin temor, no en los regímenes despóticos.
     La idea de lo colectivo tiene más posibilidades de supervivencia que su contraria.
     Naturalmente el yo hace acto de presencia pero hay un equilibrio, así Gandhi, Cristo resuelven esa tensión entre el yo y la colectividad. Del evangelio se desprende “yo soy el otro”, nos dice Miguel Florián. Aquí tiene un papel importante la empatía, ej. en Auschwitz el sacerdote que se ofrece por el padre de familia.
       La buena lectura de la biología la hace el animal humano. El pesimismo cultural se sostiene en un dilema falso, en cuanto que supone la maldad en la naturaleza, en cambio la cultura se sostiene con una buena utilización de la biología. También para los sofista la naturaleza del hombre se muestra en la infancia.
     El control budista y cristiano de las pulsiones y los instintos a algunos les parece contrario a esto, pero más bien parece opuesto a una sociedad hija del individualismo.
    De todas formas ningún planteamiento cerrado o dogmático de cualquier signo puede encerrar los diversos resortes de la vida.
     ¿La sociedad abierta de Popper?
     No parece aceptable meter en el mismo saco a Nietzsche y a Freud . Ciertamente para Freud la cultura sería una capa artificial sobre los instintos, la Civilización a costa de Eros que nos dice Marcuse; el niño sería un “perverso polimorfo” que interioriza al padre, el super-yo, origen de la moral. Pero Nietzsche critica precisamente esa moral heterónoma del esclavo, lo que él llama moral judeocristiana del resentimiento, como algo venido de fuera en contraposición a la moral del señor que afirma lo más genuinamente humano, valentía, lucidez, simpatía, mantener la promesa, autoexigencia, sin miedo al sufrimiento y la soledad.
       Un caso más que nos muestra hasta qué punto la biología manda es el tema de los hemisferios cerebrales. ¿Hasta qué punto estamos dominados por nuestros hemisferios? ¿Es el comportamiento femenino fruto de un mayor desarrollo del hemisferio derecho en el que reside la comprensión global e intuitiva de los problemas, la creatividad, el cuidado? ¿Hay que vincular al hombre el izquierdo o masculino con sus hábitos de análisis, de lógica y razonamiento lineal, con su frialdad de computadora?
     Si la moral va abriendo constantemente sus círculos será preciso integrar también estas formas diversas de estar en la vida.

                    Resumen de A. Durán según crónica de María Chups.
                   FRANS DE WAAL, Primates y filósofos. Ed. Paidos. 2007. 2ª Parte

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