viernes, 10 de abril de 2020

EL ARTE EN NUESTRARAS VIDAS

 EL CONSEJO DE LA PITONISA

               Qué poder el de pitonisas y sibilas y qué manejo de los enredos en que envuelven a los que se creen regir los hilos de la historia. Como Circe son capaces de trazar un círculo mágico en su entorno haciendo que todo gire alrededor controlado por su instinto. Un instinto en continuas mutaciones sujeto a los influjos de la luna tan pronto lleno de irresistible seducción como oscurecido por el más huraño y hostil enquistamiento.

No muy lejos del círculo de Aspasia consejera de Pericles se encontraba otro lugar donde irradiaba con luz propia otra mujer.  

Una rama de laurel en su mano y vestida a la griega, hace su aparición la Pitonisa. Tras una reverencia al público comienza su sesión:
            - Me presento: Soy la pitonisa Pitia y tengo contacto directo con la divinidad. Puedo adivinar tantas cosas… Pero antes invoquemos a Deméter, la diosa del tiempo, con el canto de Homero:

            “Oh diosa Deméter, venerada deidad hermosa y siempre dadivosa, te invoco a ti y a tu hija, la bellísima Perséfone.
            Salud, oh diosa, salva esta ciudad y a todos los que en ti confiamos."
Tras la invocación, se sienta en un alto taburete.
           
Venido de su isla de Paros, todos recuerdan los versos del viejo poeta guerrero.
 De mi lanza depende
el pan que como y el vino que bebo.

Ahora ha dejado atrás su pasado y se acerca renqueando con su bastón:
- Oh divina pitonisa Pitia, - saluda con la confianza de viejo conocido y en tono halagador continúa - yo sé que puedes adivinar todos los futuros, por eso vengo a tu templo. Últimamente ando un poco liado y eso del futuro lo veo cada vez más negro.
               Pitia, muy en su papel: Oh noble Arquíloco. Tempus fugit, fugit irreparabile tempus.
               Arquíloco: Sí, sí. Ya sé, el tiempo huye. Pues a eso venía yo. Y es que he oído por ahí a algunas cabezas ilustradas que dicen que el tiempo no existe, que es un invento nuestro, y si eso es verdad tu negocio se va al garete.
               Y Pitia, volviendo la cabeza al público más cercano: - ¡Ya está aquí! Cada vez que viene es para darme un disgusto. - Luego mirándole de frente- Pues te diré: Nada te turbe, nada te espante, carpe diem, carpe diem.
               - Sí carpe, carpe pero el tiempo se me escurre entre los dedos, como la corriente de los ríos que decía el colega Heráclito.
               - Tú y tus cuentos… - replica aquella -.  Tú tranquilo, ¿no sabes acaso lo del eterno retorno?
               - Sí, todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar; y yo estoy cada día más pasado, ya estoy en el pluscuamperfecto.
               - Y dale con el paso del tiempo. Eres Don Pésimo, Arquíloco. Yo sé por mis contactos con las altas jerarquías que tras las crisis todo vuelve para mejor.
               - ¡Oh sabia Pitia! ¿Y cómo me lo creo?
                - Pues muy sencillo, Arquíloco, porque te lo dice Pitia. Piensa en la próxima primavera.
               - Sí, sí: Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar (y lo llenan tó de porquería).
               - Pero si tú siempre has dicho aquello de que donde hay mierda hay vida.
               - Bueno pero no hay que exagerar. Y como tú sabes:
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar
esas… (qué van a volver) …no volverán. (que no, que no vuelven).
               - Ay qué loco Arquilóco… Archiloco diría yo ….
               -  No, no, Arquíííloco, Arquíííloco. Que si no en vez de Pitia te digo Putua, ¿eh?
               Aquella pone sus manos en jarra y gesticulando desaforadamente: - Sin faltar eh. Que te pongo una vela negra y la palmas más pronto que un misto.
               Él un poco asustado trata de disimular y la tranquiliza volviendo al tema que le obsesiona: - Bueno, a lo que íbamos, ¿tú crees que tengo futuro?
               Ella le responde secamente: - “Según para qué”. Y volviendo ligeramente la cabeza con la mirada en el suelo musita en voz baja: - No es seguío ni na… ohú…
               - Hombre, pues para qué va a ser, para ir tirando en la vida.
               Abriendo los brazos, las manos en alto, los ojos en blanco, ella hace ademanes de consultar a la diosa.
               -  Uh, eso me huele a mí regular, - desconfía el visitante.
               -  Concéntrate Arquíloco, concéntrate…- le reprende ella sin perder la compostura. Y tras unos momentos de silencio, ¿Qué ves? le pregunta.
               - Pues veo… que el futuro está muy negro. Paro, hipotecas, salarios escasos, la subida de la luz, …
               - Te referirás a la luz de los velones.
               - No si yo lo que quiero saber es si las dracmas, los dineros vamos, me van a llegar a fin de mes.
               - Bueno Arquíloco tú a qué has venido aquí, a consultarme tu futuro o qué. Pues mira te doy un consejo: vete al lotero y cómprate un décimo e invoca a Jano el dios de las dos caras.
               - Ay Pitia, Pitita. Cómo te lo voy a decir; si yo no sé qué inventar para estar a tu vera.
               - Pues haber empezado por ahí. Si justamente acaba de revelarme la diosa que esa es tu solución. Anda pasa adentro y mientras yo sigo la consulta ponte a barrer el templo.
               Y muy dócil él: - ¿Será verdad eso de que los dioses nunca se equivocan?

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