V. LOS
MESIAS DE LA POSTMODERNIDAD
La vida tiene muchas formas de
vivirse, nadie tiene la fórmula definitiva.
A.
Lyotard nos dice:[1]
. La sociedad en que
vivimos está en manos de la técnica y sus expertos y éstos para lo suyo no
necesitan relatos. Su único criterio de Verdad: la eficacia (justifica ciencia
y sociedad).
. Los hombres
somos nudos de relaciones, donde la comunicación converge y se redistribuye. En
la comunicación y sus medios se basan la mayoría de los cambios sociales.
La información es poder,
el nuevo territorio donde éste se disputa (satélites artificiales, medios de
masa)
. Nuestras vidas
- no las dirige la
ciencia que sólo nos dice qué es lo que mejor funciona dentro de nuestra
peculiar selva tecnológica, y está en manos de los expertos, entre los que ha
de haber consenso, (el saber
científico sólo se queda con el lenguaje descriptivo);
- sino los relatos,
las tradiciones que marcan pautas y valoraciones, y están al alcance de todos
(es el saber narrativo, asume
los diversos juegos de lenguaje: expresivo, prescriptivo, realizativo o
performativo además del descriptivo). Es más propenso a la creatividad y a la
autocrítica.
¿Cuáles son nuestros
relatos actuales?
* En el relato de la
modernidad el héroe ya no es Aquiles o Eneas, Yahvé , Yaneramay o
Wirakocha, o los personajes de los Vedas o el Ramayana, sino un sujeto
colectivo, llámese la Razón, que debe regir la Historia, la lucha de
los pueblos por su emancipación.
Estos relatos se pueden
resumir en aquello de
“La verdad es verdad la
diga Agamenón o la diga su porquero”, “Atrévete a pensar”.
“Ni dioses, reyes ni
tiranos”:
La lucha por la emancipación.
Todo lo demás es
oscurantismo retrógrado.
* En la sociedad
postindustrial y postmoderna nos encontramos que han perdido su prestigio
tanto el ideal de la razón como el de la emancipación e incluso la idea de
progreso.
Ya no hay un relato unificador,
ya vivimos tan bien que no nos hace falta ni pensar, basta que nos dejemos
llevar por la técnica y todos los beneficios de la sociedad del bienestar.
- No
hay un único discurso racional válido para todos. Hoy se habla de
distintas perspectivas, distintos juegos: el de la política, el del mercado, de
la técnica, del arte, de la sostenibilidad, de la genética, de los paradigmas
de la falocracia, la vulvocracia o de la equidad... Hoy no hay una jerarquía
sino un mundo en red.
- Ni hay una meta
emancipadora que se base en la ciencia. La ciencia no sabe de fines de
deberes. No hay una meta unificadora, sólo vínculos que nos unen y que nos
permiten interactuar dentro de esa red: los vínculos de la comunicación.
- Ni tampoco está clara la idea
de progreso: Hoy el saber es cada vez más flexible y progresa a base de
saltos; saltos en la dirección que marca quien paga la investigación: nuestros
saberes están en función de la riqueza que crean. La eficacia de la técnica
marca tanto la verdad de los conocimientos (se va a encargar de buscar pruebas)
como la justicia de los comportamientos (se va a encargar de garantizar el
orden).
- En definitiva: el poder
produce el saber y éste legitima el poder.
Ya no hacen falta relatos, ya
sobran los profesores, su trabajo lo hacen mejor las máquinas, las redes de
memoria transmiten mejor el saber, los equipos de expertos innovan mejor. La
enseñanza se legitima por la performatividad, su capacidad de producir para reforzar
el poder.
* Nuestro mundo actual:
Hoy no parece estar muy
clara la diferencia:
- experto: sabe lo que
sabe pero no lo que no sabe.
- sabio: sabe lo que
sabe y lo que no sabe; sabe lo que desconoce y organiza los desconocimientos
con símbolos y metáforas.
Podemos resumir nuestro
modelo de pensamiento, nuestro relato:
- Convivir con el
disenso. Consideramos el disenso como un ingrediente de nuestra sociedad
tan importante como el consenso: desconfiamos de una única racionalidad que
excluye cambios.
- Sociedad compleja.
Muchos campos diversos de saber. [2] Pluralidad de relatos,
aislados, la espuma de Sloterdijk en
contraposición a la esfera omniabarcnte.
- Un sistema abierto.
Asume todo lo que pueda ser razonado, o en parte demostrado.
- Todo es
provisional. Todo consenso se limita a un campo de cosas y por un tiempo.
Como la sociedad se orienta al contrato temporal tanto en las relaciones
laborales como sexuales o sociales. Según René Thon, no hay más que
“islotes de determinismo”, el antagonismo catastrófico es la regla (pólemos).
- El discuros cotidiano tiene la última
palabra.
B.
Zygmunt Bauman, en La modernidad líquida
Nos presenta una visión
postmoderna distópica de la sociedad.
a.
Un
tiempo sin certezas
No ofrece teorías, se
limita a describir un tiempo sin certezas.
- Tras la lucha
ilustrada contra las tradiciones que son obstáculos a la libertad, ha resultado
una libertad sin “para qué”. Produce residuos humanos, poblaciones superfluas
(emigrantes, refugiados, parias) que excluye, fagocita o invisibiliza.
- La disyuntiva que resulta es:
una sociedad sólida: con
seguridad, contenidos y valores /o una sociedad líquida con movilidad,
incertidumbres y relatividad.
- La respuesta no es una ética del trabajo que
culpa al pobre de su pobreza, sino la
vía del cambio que supere conflictos.
- La búsqueda de identidad, aunque es siempre
búsqueda de algo permanente, en la sociedad líquida se recicla con el resurgir
de los movimientos indígenas, feministas, multiculturales.
En la era de las
Técnicas de la Información y la Comunicación, solo cabe una identidad flexible,
versátil, que hace frente a las diversas situaciones que ha de encontrar en la
vida. Aquí ser flexible es una virtud, el individuo reconoce su dependencia del
otro y de la naturaleza.
b.
Mundo globalizado y policéntrico. [3]
En los últimos siglos de dominio económico y militar
europeo bastaba con ser europeo para sentirse dueño del mundo, pero eso ya no
ocurrirá más: pueblos que hace sólo medio siglo se postraban ante Europa
muestran una nueva sensación de seguridad y autoestima, así como un crecimiento
vertiginoso de la conciencia de su propio valor y una creciente ambición para
obtener y conservar un puesto destacado en este nuevo mundo multicultural,
globalizado y policéntrico.
Ante los flujos migratorios hasta hay quienes
vaticinan que Europa será islámica a finales de este siglo.
El 11 de septiembre de 2001 marca un cambio de época
en la historia del miedo; así el régimen del sabotaje y la lógica del
pánico vino a ser el argumento central de la política y la base de
justificación de una política exterior norteamericana que sembraría otros
miedos que nos marcarían a fuego, como los atentados de Atocha —el 11-M.
C. Sloterdijk
Ya hemos hablado de su
teoría sobre la “ecología del dolor” que alivia sus tensiones con las revueltas
de los que más sufren y la capacidad de las psicologías profundas de disolver la costra acumulada que impide el
cambio.
Por otra parte la “termodinámica de la ilusión” o
principio de conservación de la energía creadora de ilusiones. Cómo tras disolverse
las creencias en unos mitos o ilusiones surgen otras nuevas con similares
características, llámense creaciones del arte, la filosofía o creencia en una
ciencia que despeja toda incertidumbre.
a.
En su obra Esferas I desarrolla su crítica a la Modernidad que volcada a lo exterior deja al
sujeto sin cobijo.
- Ha dado la vuelta al globo terráqueo con barcos, con
capitales, con los media; sabemos cada vez más sobre lo más hondo y lo más alto
de la materia, pero allí no está el
hombre, anda perdido, sin cobijo.
- Trata de reconstruir la burbuja de ilusión perdida con: el
Estado de bienestar, el Mercado mundial, la esfera de
los Media.
- Pero a pesar de sus aportaciones en organización política,
en tecnología y riqueza, ha olvidado la ecología del dolor, esa que provoca las
revoluciones: proletaria, feminista, despliegue de lo inconsciente…,
Será la psicología
profunda, precisa nuestro autor, la que, dejando de lado los sujetos entre en
las heridas civilizatorias y ayude a inventar formas de vida soportables para
todos.
Y esto supondrá un volver la mirada a las relaciones
interpersonales y su espacio peculiar de resonancias que van desde la
experiencia placentaria al paso al mundo del lenguaje que nos inspira aquellos
recuerdos sonoros, esa inspiración que
constituye la realidad espiritual que nos envuelve y protege.
Siempre hay una realidad dúplice que como la de madre-hijo
hay que ir rompiendo para adentrarse en espacios más amplios. Desde el in-fans (no-hablante) al adolescens (que se duele) y de éste al
adulto (adultus: que se dolió); y en
definitiva de los apegos maternos al mundo de la cultura con todo lo que esta conlleva.
b. El mundo de la Cultura.
El niño viene al mundo con un una dote de recuerdos sonoros
significativos experimentados en el seno materno y que proyecta al mundo aéreo,
su nueva envoltura. El contexto se convierte en texto, el caos en mundo, esa
nueva envoltura que lo protege.
Así surgieron los vínculos desde la horda a los imperios,
así los grandes sistemas metafísicos de Europa y Asia, su último testigo Hegel.
Los pueblos que duran son los grandes constructores de esferas de
supervivencia. La cultura hindú, según Le
Bon, antes que construir palacios elaboró libros. [4]
El arte está en jugar con la fuerza originaria altamente
mediatizada y protegida, eso nos permite profundizar en los fundamentos de la
cultura.
“Cantando y bailando, nos dice Nietzsche, se muestra el
hombre como miembro de una comunidad superior”
Pero hay una constante lucha en el hombre entre el deseo de
olvidarse de su individualidad con todo lo que de dolor representa y el miedo a
perderse en la masa que nos devora. El Eros del retorno al seno de la tierra y
del grupo se transforma en el pánico de la disolución, - y añade Sloterdijk - en
el horror a la vulvocracia socialista.
Es necesario calmar el celo de los machos dionisíacos con el
dique de la cultura, sólo así surge la civilización que pone los símbolos en
lugar de las cosas, que es como tratarlas con la debida precaución.
Pero entonces aparecen las raíces dionisíacas de lo apolíneo
y con ello su relativización y la sospecha sobre todas sus verdades. (El
pensador en escena, 67- 68, 73 – 74.)
Nunca
han vivido los seres humanos en inmediatez a la llamada naturaleza o a lo que
se llama los hechos mismos. Ser-en-el-mundo significa ser en un espacio al que
ellos han dado forma, que van transformando constantemente, incluso rompiendo
determinadas formas para dar paso a otras más habitables.
Desde
la horda al imperio tejen sobre sí el cielo protector de una ideología de la
que viene la inspiración compartida. Estas construcciones son el cielo
protector de miles y millones de individuos que comparten proyectos, rituales,
melodías… que les mantienen unidos mientras duran y que se desmoralizan cuando
pierden fuerza.
Entonces sólo la cultura une a las superhordas,
afina los tonos que posibilitan las sintonías, dirá Sloterdijk, construye sobre
las superestructuras anteriores.
El gran
problema del mundo globalizado es cómo convivir las diversas culturas. Vivimos
la experiencia inversa a la Torre de Babel, hoy parece que el castigo más que
la dispersión es la reunificación.
La razón es siempre un elemento perturbador, - y
seguimos con Sloterdijk -, destruye
ilusiones, analiza y simplifica la complejidad. Nos es útil para la
transformación de la realidad, para no darse de narices contra las leyes de la
naturaleza que no se pliegan a nuestros sortilegios, aunque también es cada vez
más consciente de sus límites frente a lo complejo, los fines últimos y los
factores irracionales que dominan nuestro pensamiento.
A veces a
los científicos les pasa como a la iglesia: tras sus inicios como crítica a los
dogmas de aquella acaban copiando su proceder dogmático.
Dicho esto, lo que procede es una cura de
adelgazamiento de nuestras seguridades, un sometimiento al contraste del
diálogo, una convivencia de creencias en el marco de la laicidad.
Convalecientes de la fiebre metafísica del pasado “gozar de buen temperamento
sin el tono regañón y gruñón, las notas características de los perros y de los
hombres envejecidos en la sujeción”. [5]
[2] Saber: narrativo/ científico: ciencias humanas
(antropología, etología, paleontol…)
/naturales ( geología, ecología,
climatología, sismología); ciencias de la información (robótica, informática,
telemática…)
[3]
V. Adolfo
Vásquez Rocca, Modernidad líquida y fragilidad humana; de Zygmunt Bauman
a Sloterdijk.
[4] LE BON, G. Las civilizaciones de la India.
Ed. Montaner y Simón. Bna. 1901. Vol.
II, pp. 186-195.
[5] Cf. NIETZSCHE F. Humano demasiado humano.
& 34. Ver en Obras Inmortales
Tomo IV, Ed. Teorema, Bna. 1985. Pág. 1932.
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