ARTE DE VIVIR 2/4
II.
LA CUERDA Y LA SERPIENTE
Diversos caminos.
Los caminos que se
presentan ante nosotros son múltiples y variados; casi se puede decir que no
los elegimos nosotros sino que nos eligen ellos a nosotros; sin embargo para
simplificar vamos a destacar dos extremos contrapuestos.
+ Hay un mundo de bienes y seguridades que no
deja de seducirnos y ofrecérsenos como un camino totalmente honesto y deseable
y que en cierto modo estamos contribuyendo a su mantenimiento y prosperidad; de
él disfrutamos y en él estamos más o menos integrados, aunque no dejemos de
sentirnos un poco extraños a nosotros mismos y a tantos otros que no tienen
cabida en él o impiden que otros la tengan.
Pensándolo bien este mundo
es producto de nuestra razón huyendo del hambre y la miseria y centrada en la
producción de bienestar. Su carácter competitivo no debe extrañarnos; nos gusta
competir incluso con los amigos, ponernos retos, parece como si esa primitiva
ley de la selva bajo la que hemos vivido en el pasado, ahora ritualizada en el
juego y en las relaciones de trabajo y mercado, fuera un ingrediente
imprescindible en todas nuestras relaciones. Y el afán de lucro forma parte del
juego: el lucro se considera el premio a la inteligencia y la austeridad,
incluso, según Weber, como bendición de Dios en el puritanismo. [1]
Y lo malo es que no hay
ahora mismo en el horizonte ninguna alternativa mejor. Se ha acabado la
Historia, nos dicen los que quieren vendernos su historia; no hay ninguna
perspectiva de que pueda aparecer un mundo diverso, un mundo en que predominen
las gentes que no tienen por meta vivir a costa de otros, vivir
desentendiéndose del sometimiento de la gente que les rodea y que, por el
contrario, trate de crear una comunicación a todos los niveles que vaya compensando
progresivamente las desigualdades. ¿O sí?
Y es que a lo mejor estas
pretensiones son un tanto ilusorias y es verdad aquello de Heráclito que no hay ni es deseable un mundo sin guerras, que la guerra es el padre de todo y pone a cada uno en su lugar, a unos
los hace dioses (divos) y a otros mortales, a unos señores y a otros
esclavos... Quizás este mundo de lucha sea el único posible y las
construcciones que con estos esquemas se han llevado a cabo – estados modernos,
tecnologías, mercado, familia... – quizás sean las que mejor van con la gran
mayoría y no sean muchas las gentes que están a disgusto con ellas o al menos
que estén dispuestas al cambio.
+ A cualquiera que se
encuentre a gusto con lo que hay no hay nada que decirle. Ya lo vio Buda: Al
que no sienta quemarle el suelo bajo los pies nada le puedo decir.
En cambio para el que
busca otra cosa tal vez le diga algo ese punto en que tanto abunda el mundo
oriental, que, bien visto, también forma parte de nuestra cultura. El camino
que se nos propone es el del desapego y la contemplación, ese soltar la presa de que hablan los
budistas o ese desprendimiento de que hablan nuestros más insignes hombres de
fe.
Es famoso el dicho: Las cosas que tienes te tienen a ti.
Es el misterioso palíndromo latino, legible en cualquier dirección y con
distintos sentidos: Sator opera tenet opera sator: el autor tiene la obra y la
obra tiene al autor.
S A T O R
A R E P O
T E N E T
O P E R A
R O T A S
Savater en su Ética para
Amador nos habla del sabio budista que para explicarle esto a su
discípulo le dice: ¿Qué es lo que más te gusta de esta habitación? Él señaló
una copa de oro y marfil. Pues cógela. Pero no la sueltes. ¿Qué otra cosa te
gusta? El discípulo miró a una bolsa llena de dinero que había sobre la mesa.
Cógela también. Y la cogió con la otra mano. Luego preguntó al maestro Y ahora
¿qué? El sabio respondió: Ahora ráscate. Naturalmente no pudo. Con las manos
ocupadas no se pueden hacer muchas cosas.
El sabio chino Lao Tse lo
dice con esa concisión que le caracteriza:
El sabio no retiene, hecha la obra no permanece
en ella.
Pero no basta el desapego,
“la acción no puede destruir la ignorancia”, además es necesaria la
contemplación:
Llegar a descubrir el
carácter ilusorio de la mayoría de las cosas por las que nos afanamos; superar
esa confusión que nos hace ver una serpiente donde sólo hay una cuerda.
Considerar el carácter pasajero de todo lo que nos pasa, dejarlo fluir sin
retener nada. Asistir gozosos al juego de la vida con sus dolores y gozos relativizados.
Llegar a experimentar que no somos distintos de lo que nos rodea, sino uno con
todo.
Samkara, en su Esencia del
Vedanta, habla de una liberación de la ignorancia, del hábito de vernos a
nosotros mismos como enfrentados o extraños a los objetos de nuestra
percepción, la visión dualista de la realidad.
Y propone salir de esa
ilusión:
Lo mismo que al ver un jarrón no nos
identificamos con el jarrón, así al ver nuestros miembros físicos o captar
nuestros pensamientos o nuestra fuerza vital tampoco hay por qué identificarse
con ello, sino más bien con el Testigo de toda esa serie de actividades, con el
sujeto que ve o piensa los distintos objetos de nuestro conocimiento.
Somos eso en cuya presencia todos esos entes se
manifiestan y actúan; somos algo que está por encima de las mutaciones y los
cambios, somos el testigo que presencia, la luz que ilumina, lo que se entrega
en el amor, lo que buscamos cuando aspiramos a la liberación.[2]
Y el Maestro Kodo Sawaki
nos lo expresa de esta manera:
NUESTRA ESPIRACIÓN
es la del universo todo.
NUESTRA INSPIRACIÓN
es la del universo todo.
De este modo, a cada instante,
realizamos la gran obra ilimitada.
Poseer este espíritu
es hacer desaparecer la desdicha
y engendrar la absoluta felicidad.
Y nuestro Juan Ramón lo dice así:
¡Afán triste de niño, aquel
afán de poseerlo
todo, de recrearme en todo,
inmensamente,
gozando, en falso, mundos que creía
de otros!
…
Hoy, alma, ¿qué no es mío?, ¿qué no
es tuyo?
¿Qué verjas no se abren, qué muros
no se rinden,
qué bocas no se llenan de palabras,
para ti?
Posturas ante la vida.
+ Una consiste en no
fiarse de los sentidos poniendo todo el acento en el mundo interior.
Ya Heráclito había dicho
aquello de Malos testimonios son los ojos
y las orejas para aquellos hombres que no entienden su lenguaje.
Y el sabio hindú Samkara
nos previene:
Así como una cuerda puede parecer una serpiente
por ignorancia,... de la misma manera el yo (atman) puede aparecer como sujeto
independiente debido a la ignorancia acerca de la naturaleza propia del atman.
Sin embargo, cuando se corrige el error al
afirmar el carácter de ilusión de la serpiente entonces se reconoce que se
trata de una cuerda.
Así, cuando se ha dicho yo no soy el cuerpo (ni
los sentidos ni la mente ni el entendimiento ni el conjunto de las energías
vitales) comprendo que no soy un (sujeto independiente) sino el atman, el
testigo último de todo, yo soy Siva. [3]
Todo consiste en saber
estar por encima de las primeras impresiones de los sentidos y tanto de nuestros
impulsos más primarios (hambre, sed, sexo, seguridad,…) como de las
motivaciones inmateriales (relaciones interpersonales, autorrealización,…)
siempre que nos hagan perder de vista nuestra conexión con esa realidad última
que escapa a los sentidos.
Cuando los
sentidos están controlados se da la unión (Yoga), esto es, nos sentimos en
armonía con nosotros y nuestro entorno. Pero hay que vigilar pues este estado
viene y va.
+ Otra es la actitud que
se centra sobre todo en el mundo de los sentidos. Desde el Carpe diem de
Horacio o A vivir que son dos días de los Chunguitos, hasta el asumir la vida
tal cual viene, con sus contradicciones, que sugiere Nietzsche: Necesitamos
sumergirnos deliberadamente en el seno de la vida, conscientes de su fuerza
caótica y con el coraje suficiente para llevar y soportar la contradicción. Sólo
se es fecundo al precio de ser rico en antítesis, dice Lou A. Salomé
citándolo.[4]
Gozar la belleza y riqueza
de lo presente, lo próximo, vagar por las construcciones falsas de la metafísica,
la religión, el arte sabiendo que son construcciones con que nos vamos
acomodando a nuestra realidad.
Es ésta una cierta
concepción estética donde las grandes creencias no son más que juegos más o
menos bonitos, máscaras, dirá Nietzsche, que adoptamos rememorando el pasado.
Y añade: La peor forma
de decadencia es la falsa interpretación del mundo, la inexacta concepción de
la vida.
Se nos deja muy claro que para
esta corriente de pensamiento el engaño está en creerse que podemos huir de las
alternancias de dolor y placer, de la lucha interior que todos llevamos con
nosotros y refugiarnos en un mundo imperturbable, el mundo de los ascetas o
mejor en el no mundo de quien lo abandona todo. Eso no es más que una forma de
sucumbir al cansancio, una forma de huida, se nos dice.
El problema está en saber
cuál es la verdaderamente falsa interpretación del mundo, la inexacta
concepción de la vida, o qué se puede asumir de cada una de ellas.
+ Y en respuesta a esto
último está lo que se llama la “vía media”, la prudencia de que hablaba Aristóteles (elegir el término medio entre
los excesos y defectos usando la recta razón); o como nos lo refleja
este poema oriental:
No busco la Vía,
pero tampoco hago lo contrario.
No me prosterno ante Buda,
pero tampoco lo desprecio.
No permanezco mucho tiempo sentado,
(meditando) pero tampoco me siento relajado.
No limito mis comidas a una sola,
pero tampoco me atiborro.
No me siento satisfecho de todo,
pero no me muestro ávido.
CUANDO EL CORAZÓN
ESTÁ DESPOJADO DE TODO DESEO
ENCUENTRA LA VIA.
(Vigésimo Patriarca)
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CONSIDERANDOS SOBRE EL
ARTE DE VIVIR 2
- Buscar nuestra seguridad
y nuestro bienestar; hasta dónde el desapego.
- La contemplación
accesible a todos, sólo a iniciados, o El que tenga visiones que vaya al médico.
- Nos guiamos por los
sentidos, por la razón o por las intuiciones de algo que va más allá de nuestras
representaciones.
Antonio Durán andurangm@gmail.com
[1] Weber, La ética
protestante y el espíritu del capital. Albor, M. 1999.
[2] La esencia del Vedanta. Kairós. Pág. 27.
[3] Ver SAMKARA, La esencia del
Vedanta. Ed. Kairós. Pág.88
[4] LOU ANDREAS-SALOMÉ,
Nietzsche. Ed. Zero. 1978. Pág. 161.
ARTE DE VIVIR 3/4
III. ARTE DE VIVIR Y VOLUNTAD. ¿NADA DESEAR?
La realidad y el deseo.
Ya hemos visto que a la hora de acercarnos a la realidad depende mucho de del ángulo
desde el que la miremos. No hay observador imparcial que no modifique las
condiciones de lo que observa como sabe muy bien Schrödinger. [1]
Para un físico todo, incluso el hombre, se reduce a campos de
energía en procesos irreversibles de adaptación y autoorganización.
Desde el punto de vista de la biología podemos ver el mundo vivo como
un campo de batalla de genes en pugna por su supervivencia.
Para el hombre público el mundo es el escenario donde desarrolla
su representación.
Y para la gran mayoría es un campo de apuestas donde tratamos de
jugar lo mejor posible.
¿Lo que llamamos realidad
tiene carácter ilusorio?, ¿todo es relativo al modo en que se conoce?
Sin ir más lejos, filósofos como Hume y Kant nos advierten que lo
que nosotros consideramos sustancias o causas no son más que formas de
representarnos las impresiones que nos llegan no se sabe muy bien de dónde.
Schopenhauer saca sus consecuencias: el mundo no existe más que en
relación con el sujeto, el mundo es mi representación y mi voluntad, y no hay
nada que no se reduzca a lo uno o lo otro, no hay un tercer objeto en sí. [2]
Samkara considera absurdo que haya una realidad que contempla y
una realidad contemplada. Es el sujeto último de toda contemplación, el atman,
el que da sentido a todo lo demás.
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo miras,
es ojo porque te ve.
Lo dice Machado, lo que cuenta es lo que ve y no lo que ves.
Ir al fondo.
Pasar de las apariencias al fondo de las cosas es la tarea del
sabio.
¿Son ese fondo los deseos o nuestra voluntad como parece apuntar
Schopenhauer?
Pero son tantos nuestros deseos que uno no sabe qué hacer con
ellos. ¿Suprimirlos o potenciarlos? ¿Qué tipos de deseos potenciar y cuáles
suprimir? ¿Tiene todo el mundo los mismos deseos?
Ni siquiera el deseo de libertad que se supone una orientación
básica de nuestra especie parece compartido por todos. Hay muchos que prefieren
que les manden, que otros decidan por ellos, antes que decidir por sí mismos.
Es menos complicado.
Admitamos que liberarse es vivir haciendo lo que uno realmente
quiere. Y hay que admitir también que lo que uno quiere está siempre en
relación con la representación que se hace de sí mismo y del mundo.
Pero todas estas cosas no tienen nada de simple.
Empezando por que los deseos pueden ser muy numerosos,
contradictorios o excluyentes, más fuertes o más debiluchos. Tu querer es
siempre una elección entre todo ese marasmo de pulsiones y deseos. Y eliges
conforme a la fuerza con que se presente ese deseo y ajustándote a la idea de
ti mismo que te has trazado utilizando tu bagaje mental. Son en definitiva dos factores los que nos
determinan: La fuerza o intensidad con que se presenta el deseo y el tipo de
conocimiento de nosotros y del entorno que barajamos.
Al decir de Schopenhauer: Querer es
carecer, necesidad, sufrimiento. La satisfacción pone fin al sufrimiento, pero para un deseo
que es satisfecho hay por lo menos diez que no lo son... el deseo colmado deja
su puesto a otro nuevo...Ningún objeto de la voluntad puede dar lugar a una
satisfacción verdadera... Mientras estamos bajo la presión del deseo con sus
alternativas de esperanza y de temor... no es posible que disfrutemos dicha ni
tranquilidad...
Pero cuando una circunstancia exterior o
nuestro estado de ánimo nos arranca del torrente de la voluntad y emancipa
nuestro conocimiento del deseo, la atención ya no se dirige a los motivos de la
voluntad sino que concibe las cosas libres de sus relaciones con el querer, de
un modo desinteresado, sin subjetividad, de una manera puramente objetiva,
entregándose a ellas plenamente, en cuanto son puras representaciones y no meros
motivos; entonces la tranquilidad, buscada antes por el camino del querer y
siempre huidiza, aparece por primera vez y nos colma de dicha.[3]
Sería un contemplar sin
apetencias como el que ve un árbol o el bosque sin que medien consideraciones
utilitaristas o distinciones teóricas, sino en pura contemplación.
Cabe que desees no desear nada, que domines todos tus deseos, que
aquietes totalmente las llamadas pasiones del corazón.
Y esto podría ser o por una experiencia similar a la descrita por
Schopenhauer, a la manera del placer estético que hace al sujeto olvidarse de
sí, o porque hemos llegado a una representación de nosotros mismos que
relativiza todas las cosas y no considera que haya ningún objeto de deseo que
merezca nuestra atención.
Normalmente uno quiere cada vez con más ahínco, en la medida que
el tiempo más y más se acelera, agarrarse a algo estable, a algo que resista el
arrastre del torbellino en que nos sentimos inmersos. Vamos perdiendo
seguridades, vínculos penosamente construidos, palpando momentos en que pareces
estar demás, sientes quedarte sin agarraderas, sin cartas que jugar, sin
apuestas en ese juego alucinante que constituye tu existencia.
Entre la nebulosa de lo sentido, lo vivido, lo soñado y lo hecho
sólo quedan los síes que has ido dando a los retos que te ha ido planteando tu vida,
tus propias decisiones.
Bien esos síes imprecisos a los sueños de la infancia, o a las normas
del grupo que vas descubriendo en la juventud, o a las grandes ideas que
acarician la mente de los años rebeldes, hasta un sí a lo que venga de los años
de la desilusión... Esto suponiendo un desarrollo sin traumas. De lo contrario
habrán sido otras decisiones por otros derroteros las que habrán ido marcando
nuestra persona.
De cualquier manera lo que constituye tu personalidad son las
decisiones que has ido tomando a través de tu vida. Son esos síes que te
acercan a lo más hondo de ti, lo que tienes en común con todo lo vivo; es como
un camino andado hacia lo interior; es la más auténtica realización de sí
mismo. Algo muy distinto de aquel perezoso esteticismo: “Que la vida se tome la
pena de matarme ya que yo no me tomo la pena de vivirla”. O ese declinar
responsabilidades escudados en el rebaño o haciéndose las víctimas de fuerzas
extrañas o perdiéndose en lamentos de nuestro pasado o en temores ante el
futuro, todo menos afrontar el presente..
Pero llega un momento en que te enfrentas al sí más difícil, al sí
más penoso, al sí más ambiguo y contradictorio, un sí que es al mismo tiempo un
no o si se quiere a algo que está más allá de nuestros torpes esquemas lógicos
de síes y noes, estás ante el sí a tu retirada de escena, un sí al término, un
sí a tu no existencia, un sí a la nada que te aguarda, un sí al no, sí a la
propia desaparición.
¿Con mirada de sol que se retira, como diría Octavio Paz en
similares circunstancias?
No es ningún drama para quien ha vivido siempre más o menos acorde
con las fuerzas que rigen la vida, una más de sus leyes; ningún lamento para
quien ha ido aprendiendo que ningún apego va a durar mucho tiempo, pero ¿no
será hacer trampa jugar ya de antemano la carta de la renuncia? ¿Hasta dónde
llevar el total desapego?
Consolación del que no puede otra cosa, resignación de los
débiles, a la fuerza ahorcan... y otras mil formas de desacreditar esta visión
oímos todos los días.
Si hay que creer a la historia es esta una forma de encarar la
vida que ha tenido abundantes adeptos a través de los tiempos. Hay quien los
llama calumniadores de la vida,
resentidos contra los fuertes y sanos, gente que cura el dolor
imprescindible de todo lo vivo envenenando la herida, suministradores de
adormidera... Y a lo mejor no dejan de tener razón en más de un caso.
Pero salta fácilmente a la vista cuándo se trata de un ojo venenoso y un corazón resentido el
que habla de renuncia y desprendimiento y cuándo de alguien que deja pasar a través suyo los mejores flujos vitales sin
oponerles resistencia, sin afán de retener, y participa en el mundo con
total desprendimiento; alguien que de forma relajada y como sin darse cuenta
vive en perfecta armonía con su entorno y es capaz de generar un campo de simpatía a su alrededor en el
que entran libremente otras muchas voluntades.
CONSIDERANDOS
SOBRE EL ARTE DE VIVIR/3:
-
Diversas visiones de la realidad.
- Qué hay detrás de nuestras
impresiones.
- Los hombres son voluntades.
- Decisiones que nos van haciendo.
- Renuncias.
Antonio Durán andurangm@gmail.com
[1] Mente y materia. Págs. 55 y ss.
[2] El mundo como voluntad y
representación. Ed. Porrúa. 1987. Págs. 19 – 20.
[3] El mundo como voluntad y representación. Ed.
Porrúa. 1987. C. XXXVIII, pág. 160.
ARTE
DE VIVIR 4/4
IV.
ARTE DEE VIVI R Y NUESTROS CONOCIMIENTOS
Arte
de vivir.
+ El arte de vivir en principio es el arte de
liberar nuestra energía que por nuestra ignorancia queda encerrada en el yo
individual y esclava de las cosas. La carencia de horizontes en que
proyectarnos, el vivir encerrado en sí mismo, es ignorar este arte.
Es un arte que no se enseña directamente. Sólo se
puede señalar una dirección, mostrar un camino, enseñar a ver. Luego cada
individuo ha de tomar sus decisiones.
Relación
hombre cosas, hombre – hombre.
+
Todas las cosas están religadas. Hoy lo sabemos:
- Por la física moderna: considera el mundo como un
entramado de energía donde actúan las fuerzas de gravedad, electromagnéticas y
nucleares fuertes y débiles (entre protones y electrones en el núcleo, entre
los neutrinos). Supone en el fondo de las cosas un mar infinito de energía que
se despliega como espacio, tiempo y materia, un flujo intangible e invisible y no compuesto de partes.
- Por la biología: considera la naturaleza como un
ecosistema con vida propia. Los seres vivos, además de alimentarse de la tierra
y de la luz (plantas), están marcados por fuerzas como hambre, sexo, y los más diversos sentimientos. Por lo que
conocemos hay un equilibrio en el que intervienen tanto las cadenas tróficas
como la simbiosis y cooperación.
- Por la psicología: considera la mente como algo
que se gesta colectivamente junto con el lenguaje en el intercambio entre los
sujetos. No es algo aislado.
- Y sobre todo por la experiencia cotidiana de la
llamada cultura de masas que inicia con la radio y TV y culmina con el mundo en
red. Se ha cambiado el viejo modelo de sociedad basado en la escritura y
aparece una nueva conformación del hombre a través de esos instrumentos de
comunicación y comunión.
+
El mundo no es objeto exclusivo de ningún tipo de saber,
son muchos aspectos ndiferentes y
requieren maneras diferentes de abordarse. Cada cosa requiere su herramienta
apropiada.
- El
carpintero y el mecánico saben mejor que nadie las cualidades de la madera o de
los objetos que manipulan; lo mismo la cocinera y el campesino. Es un saber
técnico en relación con los objetos de la experiencia.
- El saber de la física, de las matemáticas, las
leyes de la lógica para no contradecirnos, son saberes teóricos. Aquí nuestra
mente se enfrenta a sus propias creaciones en base a la razón.
- Cuando nos
relacionamos con las personas la cosa cambia: será un saber práctico el que nos
haga ver lo que se debe y lo que no se debe hacer. (No engaño, no violencia, tratar
al otro como semejante, son materia de la ética y la política).
- Las
tradiciones espirituales nos hablan de una experiencia semejante a la que
describen los físicos actuales, de una realidad intangible pero en un campo no
material ni apreciable por los sentidos ni por la sola actividad de la mente, sino
al que accedemos por simple intuición directa, a la manera de la experiencia
amorosa o creativa, de la experiencia estética, de la solidaridad o empatía con
nuestros semejantes. Todas ellas fuerzas que nos hacen salir de nuestra
individualidad y experimentar nuestros lazos con todo lo que nos rodea.
Lo
que supone
- Supone un abrir nuestra vida y nuestra mente a
todo lo que nos haga salir de nosotros mismo y tomar conciencia de nuestras conexiones
con el resto del mundo.
- Pero no podemos quedarnos en teorías, es un saber
que se adquiere con la práctica:
Por una parte tenemos unos cauces de salida al
exterior: las manos, el lenguaje y los genitales, a los que hay que dar salida
adecuada, no destructiva o exclusiva sino acorde entre nosotros y en armonía
con el medio. Por ahí circula toda nuestra capacidad creativa.
Por otra, hay
un camino hacia el interior de nosotros mismos que a veces se olvida y que nos
pone en contacto con ese ancho mundo de verdades, bondades y belleza de que nos
hablan las creaciones espirituales que hemos heredado los seres pensantes.
A través de la historia de la humanidad ha habido
hombres carismáticos que han marcado caminos espléndidos por los que han
seguido mucha gente de noble corazón; y no han sido sólo sabios sino también
artistas e incluso caudillos; y no sólo en una determinada cultura, habrá que entrar
en contacto con distintos pueblos y sus culturas para adquirir conciencia de
las verdaderas dimensiones de nuestra manera de vivir.
Tan solo con la unión de las diversas fuerzas que
actúan en el hombre éste puede llegar a un desarrollo adecuado, éste puede
reflejar en sí la totalidad de lo que le rodea y vivir su armonía. Será un
trabajo compartido y habrá que contar tanto con los medios de masa como con las
mejores tradiciones.
Las falsas interpretaciones del mundo y el desvío de
las energías biológicas, el sexo, las emociones y la actividad mental, son las
principales causas de patologías en el ARTE DE VIVIR.
Antonio Durán andurangm@gmail.com
CONSIDERANDOS
SOBRE EL ARTE DE VIVIR/4:
- Una aproximación al arte
de vivir.
- Nuestra relación con las
cosas.
- Nuestra relación con los
otros hombres.
- Cauces de salida de
nosotros mismos.
- Falsa interpretación del
mundo.
LIBROS SOBRE EL TEMA:
Bhagavad Gita. Bruguera.1978.
COOMARASWAMY,
Ananda. (2001). El vedanta y la tradición occidental. Siruela
COOMARASWAMY,
Ananda. (1996). La danza de Siva.
Siruela. 53.
DAWKINS,
R. (2002). El gen egoísta. Salvat.
HEIDEGGER,
M. Carta sobre el humanismo.
HÖLDERLIN.
(2002). Hiperión. Ed. Hiperión,
Madrid. Pág. 26.
LE
BON, Las civilizaciones de la India. Montaner y Simón.
LOU
ANDREAS-SALOMÉ. (1978). Nietzsche. Zero. Pág. 161.
PARETI,
L. El mundo antiguo. En Historia de la humanidad. UNESCO. Planeta.
PAZ
Octavio, Vislumbres de la India. Círculo de lectores.
SAMKARA
(1997). La esencia del Vedanta.
Kairós. Pág. 27.
SANKARA
(2001) Upanisad. Edición de Consuelo
Martín. Trotta. Págs. 19-21 y 75 ss
Cuando
los sentidos están controlados se da la unión (Yoga). Pero hay que vigilar pues
este estado viene y va. Upanisad. Pág. 107
SCHOMSKY,
Noam . (2002). País, 16,11,2002: Nuestra
capacidad de lenguaje postula un "órgano cerebral innato que conecta áreas
de los sonidos y de la representación".
SCHOPENHAUER
(1987). El mundo como voluntad y
representación. Porrúa. Pg. 160.
SCHRÖDINGER,
Erwin. (2007). Mente y materia.
Tusquest. . Págs . 55 y ss. y 71 ss.
VATTIMO.
(1986). Fin de la modernidad. Gedisa.. C. 2.
GUIÓN DE NUESTRA INTERVENCIÓN
- Vivir ¿es
un arte? Si lo es ¿cómo se transmite?
- Sufrimiento
(vejez, enfermedad, muerte…) / felicidad.
- Razón /
Emoción.
- Ciencia /
Creencias.
- Individuo / Sociedad.
- Deseos /
Desapego
- Sabiduría /
ignorancia
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