ARQUÍLOCO y SUS ENIGMAS
Aei de
malista de nun eukairon eipeín:
mataioths mataiothtvs kai pantamataioths.
Os voy a proponer cuatro enigmas.
PRIMER ENIGMA: El puente se queda y el agua se
va.
¿Qué queda de todo?
Mi amigo Heráclito solía sentarse a orillas de
los ríos y allí se ponía a pensar. Y allí se le ocurrió aquello de Todo corre
Panta reí. O dicho de otra manera No nos bañamos dos veces en el mismo río. Era
un poco nostálgico este Heráclito.
Yo
prefiero al sabio Simónides. También le gustaba el agua; y navegar.
Un buen día se embarcó en el puerto del Pireo
rumbo a la costa jónica. Todos los pasajeros que iban con sus maletas le
preguntaban Y tú Simónides dónde llevas tu bagaje. A lo que él respondía Mea
cuncta sunt mecum: Todo lo mío va conmigo.
Cuando iban por alta mar se levantó una
tremenda tempestad, el capitán mandó tirar todas las cosas pesadas por la
borda. Los marineros le preguntaban a Simónides: y tú no tiras nada. -Todo lo
mío va conmigo, les respondió. La tempestad les lleva hasta una isla semidesierta
y aparecen unos piratas que les roban las joyas y las cosas de valor que les
quedaban. Le preguntan a Simónides: ¿Tú que llevas? -Todo lo mío va conmigo,
fue toda su respuesta. Finalmente se los llevan esclavos y los venden en la
ciudad de Éfeso. Enseguida lo reconocieron los sabios de la ciudad, lo
compraron y le dieron libertad.
A mí me lo contó Esopo y me hice estas
reflexiones:
HERÁCLITO
Todo fluye,
sabio Heráclito,
todo se escurre por entre los dedos,
torpes manos.
¿Se quedó en la orilla,
o tal vez quiso
nadar contra corriente?
Nada escapa
al que sabe navegar;
todo va con él,
así el
sabio Simónides
del que hablaba Esopo.
Todo movimiento es relativo,
Einstein lo dijo
y es algo muy distinto.
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