SEGUNDO
ENIGMA:
Ciudadanos
de dos mundos.
El hombre
es una planta que hunde sus raíces en dos mundos. Lo debió decir
Pitágoras
y después lo han repetido muchos desde Sócrates para adelante.
Arquíloco,
mi reencarnación anterior, lo vivió así:
Soy de
carne y hueso
una carne
mal amasada
y unos
huesos que apenas
sostienen
los desmadejados nervios
que van y
vienen trayendo y llevando
mensajes
que dos
mundos en mí, a mi pesar, se intercambian.
Desde el
reducto sutil, ideal, bien entramado,
en que
todo discurre sereno y preciso
y donde se
anuda toda convergencia
desciendo
a la sensación, a la carne,
y verifico
mi palpitar solitario, distinto,
y exulto
en mí mismidad hasta el vértigo.
¡Oh
ciencia de las ciencias,
ciencia de
la ida y el retorno!