GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y PANDÉMICA
GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y PANDÉMICA
I.
TRES
HITOS EN LA HISTORIA DE LA GLOBALIZACIÓN
Hay como tres grandes continentes que emergen en la
historia de la humanidad dando lugar a nuevos flujos de relaciones que rompen
las barreras del espacio y del tiempo, inaugurando sucesivas etapas de
globalización. [1]
Son, el invento de la escritura, el de la imprenta
y el de las nuevas técnicas de comunicación.
1. Sobre el invento de
la escritura Platón nos trae la leyenda del rey egipcio al que se la
presenta una divinidad como su mejor invento.
Si tú lo enseñas a los egipcios se harán más sabios y
tendrán mejor memoria; porque la
escritura es una medicina para la inteligencia y la memoria.
Pero éste desconfiado le replicó: Yo creo más bien lo
contrario, que la escritura hará a la gente saber menos y olvidar más. Porque
creerán que por el hecho de estar en los libros las cosas ya se saben, y el
saber se quedará fuera de los hombres. Y utilizarán menos la memoria porque al
encomendar las cosas a los escritos se despreocuparán de memorizar.
Y es que al poder le gusta más la comunicación oral que
él controla, pues con la escritura la cosa se les va de las manos. Como dice
Emilio Lledó, la escritura independiza la comunicación de la presencia
inmediata de los interlocutores y crea un nuevo territorio, abierto a todos,
donde quedan abolidas las jerarquías. La escritura tiende un puente en el
tiempo entre escritor y lector que comparten y dialogan por encima del tiempo,
las clases e ideologías.
Ese sería en principio el nuevo espacio que abre la
escritura, un espacio de libertad donde podemos relacionarnos en plan de
igualdad con las mejores cabezas de la humanidad.
2. De la imprenta
se han dicho muchas cosas.
MacLuhan en su obra
La Galaxia Gutenberg afirma: “el medio es el mensaje”, más que lo que se
transmite es la manera en que se transmite lo que cuenta. Y esto aplicado a la
difusión del libro por medio de la imprenta nos da la clave para entender el
tipo de pensamiento a que ha dado lugar.
Para empezar la
letra impresa es un medio frio, que va dirigido directamente a la razón y que
se transmite y se recibe entre individuos en ambiente de aislamiento y soledad.
Todo esto condiciona
una determinada forma de pensamiento cuyas características son esa objetividad
distante y ese rigor racional de la modernidad. Es esa disección del hombre
como cosa pensante del racionalismo y ese concebir el mundo de la ciencia como
algo extraño que se puede impunemente manipular.
Aquí no hay apenas
lugar para las intuiciones y los sentimientos que animan el arte y los sueños
de la humanidad.
Pero siempre cabe
ese retorno de lo reprimido que supuso el movimiento romántico que canaliza todo
ese olvidado mundo de los sentimientos y de los sueños, de todo lo mágico e
irracional que dormita en el fondo de los pueblos, todo aquello que nos saca de
la individualidad y nos hace sentir lo colectivo.
Ciertamente la
escritura es un medio frío que llega por medio de signos distantes directamente
a la razón, pero son tan versátiles estos signos que podemos decir como
Quevedo:
“Vivo en conversación con los difuntos
y escucho con los ojos a los muertos.”
La escritura es
capaz de estimular todos los sentidos.
3. Pero hoy vivimos de lleno en lo que se ha llamado la Galaxia Internet o la Galaxia Marconi. A la letra impresa ha sustituido el soporte digital. Ya hay quien ha vaticinado la muerte del libro. Según Manuel Castells, en su obra La Galaxia Internet, es éste tal vez el fenómeno más revolucionario y que más está marcando nuestra sociedad.
En base principalmente al llamado “espacio cibernético” la sociedad de
masas se transforma en sociedad global; los medios de masa generan una sociedad
en la que, de alguna manera participamos todos, han cambiado nuestra percepción
del mundo. Tenemos una nueva forma de ver la historia, al mismo tiempo con el
realismo de las imágenes concretas, pero con una distancia que nos hace
percibirlas como ficticias. Empezamos a pensar que la realidad son los medios. [2]
Los nuevos medios
de comunicación, a diferencia de la letra impresa, son de transmisión
instantánea y poseen la fuerza de la imagen y el sonido. Constituyen un medio
cálido, dirigido más a la imaginación y los sentidos que a la razón.
¿Sepultureros de
la razón?
No hacen a la
gente más instruida, mejor formada, pero sí tocan esa parte del hombre que la
racionalidad técnica tiene olvidada; toca al mundo de los sentimientos, de la
experiencia estética, que es otra forma de experimentar en base a la
imaginación otros modos de vida diversos al que domina en nuestra cotidianidad.
Los medios de masa nos permiten esa experiencia, no ya
con la imaginación sino con la visión de otros mundos, otras formas de vida,
otras culturas.
También aquí la ambivalencia del medio: quedarse envuelto en el
hechizo del espectáculo o tocar el fondo de la solidaridad humana a que toda
experiencia estética auténtica apunta.
Pero la
escritura, el libro y el mundo virtual son sólo instrumentos de globalización,
la globalización es un fenómeno mucho más complejo ante el cual conviene sabernos
situar.
Quizás los dos
aspectos más importantes de este fenómeno sean el componente económico y el
componente cultural, pero hoy podemos añadir el componente biológico o
globalización microbiana.
II.
EL COMPONENTE ECONÓMICO.
Las
nuevas redes.
Gracias a los soportes de la escritura, la imprenta y la informática hoy tenemos: Un potente entramado de redes por el que fluye la energía humana en forma de
- riqueza material: mercancías y dinero fruto del esfuerzo común.- información: transmisión asimétrica de
conocimientos, sin comunicación en igualdad.
Un organismo de
dimensiones planetarias cuyas arterias son el mercado y cuyos nervios son los
medios de comunicación.
¿Problemas?
Es un organismo cuyas corrientes
circulan en una sola dirección: sólo sensible a lo que pasa en el centro,
insensible a dolor de la periferia.
Es
sordo a todo lo que no sea el sonido del dinero.
Según Habermas, se impone un mercado sin fronteras y una política de lucha e imposición del más fuerte, sin lugar para la comunicación y el diálogo base de todo poder civilizado y universal.
Es
el caldo de cultivo para los fundamentalismos.
Srivastava y Segupta,
periodistas de The
Times of India, ven la globalización como un proceso por el que los gobiernos quitan
los derechos a los ciudadanos a favor de los inversores especuladores y de las
corporaciones transnacionales. Y erosionan salarios, sociedad de bienestar y
regulación ambiental a favor del mercado internacional imponiendo una
monocultura consumista como visión del mundo.
El peruano Hernando de Soto nos dice:
De
7.000 millones de ciudadanos, 4.000 millones están ausentes de la globalización.
La mayoría no pueden participar porque no tiene acceso a un sistema de derechos
de propiedad.
Hoy vivimos en un mundo donde lo económico parece querer comerse todo lo demás. Pero no sólo de pan vive el hombre.
III. COMPONENTE IDEOLÓGICO
¿Una cultura global?
La realidad y el deseo.
En el ideal de la
Ilustración hay una tendencia: la
integración de todos los pueblos en los derechos humanos.
Pero en la realidad tratamos de imponer el modelo de vida occidental
ciego a los valores de otras culturas.
Nuestra meta principal se centra en crear bienes y riquezas que hagan más confortable nuestro planeta, someter el entorno al dominio de la razón.
Para
ello damos por supuesto:
-
el egoísmo innato de los seres humanos, El hombre es un lobo para el hombre.
- que el individualismo, el afán de tener y acumular y
la competencia, son los motores que hacen que la sociedad funcione.
Luego una mano invisible hará el reparto
Cómo lo ven otras culturas, en dos ejemplos:
El mundo oriental (India)
Su macropolítica repite nuestros modelos y en
parte su mundo más acomodado, incluso ciertos maharishi o guías espirituales
que montan sus lucrativos negocios; pero su modo de vida más popular no ve el
medio como algo extraño que hay que dominar, sino que ven al hombre como
parte de ese cosmos con el que ha de vivir en armonía. Así Aurobindo,
Krishnamurti, Gandi y Tagore serán los más destacados y más actual Pankaj
Mishra.
Más atentos al mundo interior que a las transformaciones técnicas del medio.
A las relaciones humanas (comunicación
y colaboración), que al bienestar material.
Su máxima escala de valor: el desprendimiento. Sus modelos más
admirados los que son capaces de vivir con menos cosas.
También en el mundo andino encontramos un planteamiento semejante.
En el Museo de S. Juan de Uyuni, Bolivia, encontré este texto:Todo esto puede dar lugar a indolencia, resignación y pasividad.
Deja a la misericordia de los señores
las soluciones a los problemas de la convivencia.
Pero
limosna y beneficencia son una forma de mantener la servidumbre y la
dependencia.
La síntesis sería la acción con ánimo desprendido buscando la justicia y no el propio interés o la venganza.
El sabio no retiene, hecha la obra no
permanece en ella. (Confucio)
Nos
centramos en lo segundo.
Ya desde inicios del racionalismo se habla de la globalización tanto de las civilizaciones como de las pandemias.
Edgar Morin, ya en 2011, en su obra Hacia dónde va el mundo, nos dice:
La
historia va a saltos y no siempre en la misma dirección: en evolución y en
regresión, en revoluciones y en crisis.
En el siglo XX con sus guerras se agudizan los enfrentamientos entre distintos nacionalismos y sus pretensiones de expansión a toda costa. El tejido planetario se desarrolla y se rompe continuamente: las intercomunicaciones se multiplican, así como las interdependencias, no sólo técnicas, económicas y culturales, sino también biológicas: hay una unificación microbiana del mundo.
Epidemias y enfermedades siempre
han existido, pero puede decirse que la globalización
microbiana se inicia con la conquista de América, tras la cual pasa a fenómeno planetario.
Ya en el S. XIV muere en Europa un 50 % de la población por la Peste
Negra.
Luego la Viruela que llevan los españoles a América en 1492 y
en Eurpa llega a su máxima expansión en el S. XVIII. (Hasta 1977 no se creará
la vacuna).
La llamada Gripe Española al
final de la 1ª Guerra Mundial la extienden las tropas que participan. En EE.
UU. es donde más se expande. Su nombre le viene, según parece porque sólo
España, que no participa en la guerra, era la única que daba noticias sobre el
tema. Es considerada la 1ª Pandemia global. Mueren cerca de 100 millones.
Siguen otras gripes con millones de
muertos en 1957, 1968 y el sida en 1981.
Hoy tenemos el Coronavirus, tal vez la más temible unificación microbiana conocida.
Aparece a fines de 2019, en la
ciudad China de Wuhan, y se desarrolla a principios de 2020 principalmente en
Norteamérica, Brasil y la India; pero hoy se extiende por todos los rincones de
nuestro planeta. Hay muy diversas teorías conspirativas pero ninguna merece
crédito dada su gran complicación.
Lo cierto es que la pandemia ha
hecho acto de presencia y está ahí sin visos de querer retroceder.
Está por los suelos nuestro orgullo
de haber dominado el mundo con nuestros conocimientos y tecnologías capaces de
dar respuesta inmediata a toda adversidad. Y no es que nos falte la confianza
en que todo esto tendrá solución, pero hemos entrado en unas formas de vida en
que nuestras relaciones con el entorno y con nuestros semejantes han perdido
gran parte de la espontaneidad y libertad conquistada.
Parece como si de pronto una fuerza
misteriosa hubiera arrasado con casi todos los logros que caracterizan a
nuestra sociedad.
Perdida la libertad de movimiento
nos vemos condenados al aislamiento y una mayor soledad.
El peligro del contagio amenaza a
todos por igual con lo que hemos dejado de ser ciudadanos del mundo para
convertirnos en individuos o a lo más en pequeños núcleos relativamente aislados.
Aunque, por otra parte, nos
encontramos, como se ha dicho, en una “unificación microbiana del mundo”. Es un
malestar compartido por todos de forma indiscriminada por países y estratos
sociales.
Habrá
que concluir con aquello de Morin que “el tejido planetario se desarrolla y se
rompe continuamente” y esperar que esas intercomunicaciones y esas
interdependencias, no sólo técnicas, económicas y culturales, sino también
biológicas afloren en futuros desarrollos.
Así lo cree el Prof. Edmundo Jorge
Delgado, gran experto en el tema: Seguramente a partir de su superación, el
mundo habrá cambiado, pues se abrirán nuevos horizontes basados en la no
discriminación y en la solidaridad.
V. CÓMO ORIENTARNOS EN UN MUNDO
GLOBALIZADO
Si hemos de escuchar a Max Weber “es posible “racionalizar” la vida desde
los más distintos puntos de vista y en las más variadas direcciones. Es un
concepto que encierra muchas contradicciones”. (Ética protestante. Pág. 84)
Como ya hemos visto los medios de masa nos permiten la visión de
otros mundos, otras formas de vida, desplazando las instancias tradicionales
transmisoras de cultura; no obstante siempre seguimos siendo hijos de nuestra
historia y todo nuestro entorno.
Por lo que habrá que tener en cuenta:
+ En primer lugar,
asumir la experiencia del otro, el mestizaje o comunicación con otras
culturas. Hoy no tiene sentido ningún tipo de monoculturalismo.
Según Octavio Paz mientras las civilizaciones
precolombinas de América habían vivido en una inmensa soledad histórica, las
culturas orientales y la europea habían pasado por la experiencia cardinal de
la presencia del otro, la intrusión de civilizaciones extrañas: India, China,
Persia, Grecia, Roma y el islán.
+ También asumir las diversas
instancias desde las que se originan las diversas culturas: las grandes
figuras modélicas que con sus formas de afrontar la vida y la muerte y sus
formas de estar y actuar señalan caminos, amplían nuevos horizontes:
- Los sabios desde el saber y fuera del poder señalan caminos.
Buda, Zoroastro, Confucio, Sócrates, Cristo, Gandhi...
Hamurabi, Darío, Alejandro Magno, Cesar, las grandes dinastías de Egipto o China, los fautores de la modernidad y las Naciones Unidas.
- Los artistas que desde la imaginación y la sensibilidad recrean sin cesar la imagen del mundo y del hombre. Según Hölderling: "Lo que vive lo fundan los poetas": Homero, los Vedas, la Biblia, el Corán, Dante, Chakespeare, Cervantes.
+
Asumir un pensamiento de fronteras que se sitúa en los límites de lo pensable, hecho de
sensibilidad, imaginación y razón. Lo que Edgar Morin llama un pensamiento
complejo, no excluyente. Que es consciente del carácter aproximativo,
metafórico, de todo conocimiento; capaz de ver el contexto, la complejidad y
la interrelación de todo lo que nos rodea
. Que apuesta por la vida y las
utopías que la ensanchan. El talante biófilo de E. Fromm, frente a las
filosofías tristes, pesimistas y reaccionarias que sólo se encuentran a gusto
entre las cosas muertas, metidas en formol, que se dicen realistas porque
aceptan sin más lo dado; que desesperan de todo menos de las expectativas más
sombrías.
. Pensamiento abierto
a diversos aspectos de la realidad: lo que perciben nuestros sentidos y aquello
a lo que aspiramos aún en proceso de realización. Abierto a los valores
estéticos e intelectuales. A la intuición y la empatía que hacen posible la
comunicación y hasta la experiencia mística.
En nuestra búsqueda de conocimientos y nuestros intercambios hay un ir
y venir de lo mental a lo físico y de lo físico que vuelve a apuntar a ese más
allá de la naturaleza hecho de sueños.
Pero no siempre se da esa armonía. Cuando falta el estímulo para
ampliar conocimientos o falta la comunicación en igualdad, las representaciones
forman costra y no dejan crecer.
Son los fanatismos, dogmatismos y prejuicios que nos vuelven
insensibles a todo lo que está más allá de nuestra piel. Es la pereza
mental.
Antonio Durán, La postmodernidad, trampa o salto adelante.