SLOTERDIJK Y
LA CULTURA ACTUAL
Antonio Durán, andurangm@gmail.com
Publicado en Incursiones en lo sagrado. Ed. Anaquel 2012
El tema que nos ocupa, lo sagrado, no se afronta aquí
directamente pero en cambio intentamos llevar a cabo con la ayuda del autor
algo así como un desbroce en la maraña que una cierta cultura actual parece
tejer en torno al mundo interior que nos habita. Tal vez así pueda salir a la
luz ese espacio en que tienen lugar no sólo los sueños sino también las grandes
intuiciones; es el espacio de la comunicación, de los intercambios más ricos,
en él tienen lugar las visiones más lúcidas de nuestras conexiones con nuestro
entorno físico y humano.
1. Hay un primer tema que Sloterdijk
desarrolla en El pensador en
escena siguiendo a Nietzsche: La
disolución del sujeto individualista burgués transformado en terreno de juego o escenario en que actúan
diversas fuerzas impersonales y anónimas.
El yo es una zona fronteriza irreal en
que la fuerza dionisíaca vital y sexual descubre el placer apolíneo de la contemplación y del
sueño.
De la individuación, fuente de todo
sufrimiento, se sale o por la embriaguez que rompe las fronteras del yo o por el sueño que transforma al individuo en
formas bellas inmateriales.
En el Arte se funden estos campos:
sueño y embriaguez, representación e impulso; es la mentira feliz.
La filosofía, arte de lo soportable,
completa la labor por medio de lo razonable y asumiendo las divinas manías que nos arrastran:
poesía, profecía, religión, amor.[1]
La Verdad, más que un ajuste mente-cosa
es un problema de gusto y olfato (“Por el olor descubro las ideas que huelen a
rancio y las que nos hacen vivir”), se hace mordiendo y cantando, en la risa y
en el llanto, es algo que puede ser bailado, está en la inspiración, las
resonancias que nos trae la lengua. [2]
2.
Un segundo tema,
ya en Esferas I y en la obra anterior: La
crítica a la Modernidad: volcada a lo exterior deja al sujeto sin cobijo.
- Ha dado la vuelta al globo terráqueo
con barcos, con capitales, con los media; sabemos
cada vez más sobre lo más hondo y lo más alto de la materia, pero allí no está el hombre, anda perdido, sin cobijo.
- Trata de reconstruir la burbuja de
ilusión perdida con:
.. el Estado de bienestar,
.. el Mercado mundial,
.. la esfera de los Media.
- Pero a pesar de sus aportaciones en
organización política, en tecnología y riqueza, ha olvidado la ecología del
dolor, esa que provoca las revoluciones: proletaria, feminista, despliegue de
lo inconsciente…,
Será la psicología profunda, precisa nuestro
autor, la que, dejando de lado los sujetos entre en las heridas civilizatorias
y ayude a inventar formas de vida soportables para todos.
Y esto supondrá un volver la mirada a las relaciones
interpersonales y su espacio peculiar de resonancias que van desde la
experiencia placentaria al paso al mundo del lenguaje que nos inspira aquellos
recuerdos sonoros, esa inspiración que constituye la realidad espiritual que
nos envuelve y protege.
Siempre hay una realidad dúplice que
como la de madre-hijo hay que ir rompiendo para adentrarse en espacios más
amplios. Desde el in-fans
(no-hablante) al adolescens (que se
duele) y de éste al adulto (que se dolió); y en definitiva de los apegos
maternos al mundo de la cultura.
3. El mundo de
la Cultura
El niño viene al mundo con un una dote
de recuerdos sonoros significativos experimentados en el seno materno y que
proyecta al mundo aéreo, su nueva envoltura. El contexto se convierte en texto,
el caos en mundo.
Así surgieron los vínculos desde la
horda a los imperios, así los grandes sistemas metafísicos de Europa y Asia, su
último testigo Hegel. Los pueblos que duran son los grandes constructores de
esferas de supervivencia. La cultura
hindú, según Le Bon, antes que construir palacios elaboró libros. [3]
El arte está en jugar con la fuerza originaria altamente
mediatizada y protegida, eso nos permite profundizar en los fundamentos de la
cultura.
Nietzsche piensa que “bajo la magia de lo dionisíaco, no
sólo se renueva el vínculo de reciprocidad existente entre hombre y hombre:
también la naturaleza enajenada, hostil o subyugada celebra su fiesta de
reconciliación con su hijo predilecto, el hombre... como si el velo de Maya
hubiera sido desgarrado y ahora sólo
ondeasen los jirones, ante la misteriosa unidad primordial. Cantando y
bailando se muestra el hombre como miembro de una comunidad superior”
¿Socialismo
estético?
En la práctica Nietzsche ve que el individuo no soporta
la proximidad de esas realidades:
Lo que antes parecía una feliz disolución, ahora se
convierte en atroz desmembramiento; el Eros del retorno al seno de la tierra y
del grupo se transforma en el pánico de la disolución, - y añade Sloterdijk -
en el horror a la vulvocracia socialista.
Es necesario calmar el celo de los machos dionisíacos con
el dique de la cultura, sólo así surge la civilización que pone los símbolos en
lugar de las cosas, que es como tratarlas con la debida precaución.
Pero entonces aparecen las raíces dionisíacas de lo
apolíneo y con ello su relativización y la sospecha sobre todas sus verdades. (Sloterdijk
2000, 67- 68, 73 – 74.)
4. El espacio
espiritual
¿Dónde
buscar al hombre?, ¿En sus relaciones con las cosas que transforma o en sus
relaciones con sus semejantes que le inspiran resonancias?
¿De
dónde viene la “inspiración” que convierte al hombre en caja de resonancia?
El
lenguaje hace posible la comunicación, fundamento de la asociación de los seres
humanos en comunas o pueblos. ¿Es acaso el lenguaje la casa del hombre?,
¿Su “medio”, su esfera?
La
inspiración y el lenguaje nos sitúan en un espacio peculiar, el espacio
espiritual, y el dato más simple es que se trata de una magnitud al menos
dúplice o bipolar. Diferente del espacio geométrico constituido por puntos
aislados.
Lo
esencial del espíritu es estar ya frente a otro espíritu, ser resonancia entre
polos que se atraen, dualidad correlativa.
El
mito bíblico del Dios alfarero que sopla
en el interior de su obra de barro, aparte la asimetría, que da lugar al
dominio del sacerdote o el terapeuta, deja patente la importancia del pacto
pneumático: es cosa de dos el estar hecho
“a su imagen y semejanza”. [4]
Hay una fuerza de compenetración entre ciertos pares
escogidos que puede extenderse a comunas, equipos, proyectos de grupo, incluso
a pueblos enteros. Están como envueltos en un espacio inmunológico: de hecho
nunca han vivido los seres humanos en inmediatez a la llamada naturaleza o a lo
que se llama los hechos mismos. Ser-en-el-mundo significa ser en un espacio al
que ellos han dado forma, que van transformando constantemente, incluso
rompiendo determinadas formas para dar paso a otras más habitables.
Hay
una duplicidad en todo sujeto, similar a la dualidad freudiana madre-hijo o a
los amantes inseparables, los juramentados; cuando esos dos se abren el uno al
otro experimentan vivir envueltos en una esfera de resonancias.
Esa
primera esfera salta cuando el sujeto se inserta en el mundo adulto. Entonces
hay una primera sensación de desamparo ante el descubrimiento de cosas que
parecen extrañas, que uno no puede apropiarse, identificarse con ellas.
Pero
trae consigo una “dote de recuerdos del campo simbólico y de su fuerza
circundante” que proyecta al nuevo espacio y le hace superar el trauma del
intruso. Esto le hace integrar todo lo
molesto, lo dinamitador de esferas, y seguir un proceso de consolidación del mundo, de avecindar en
un interior amplio cualquier afuera. El contexto se va convirtiendo en texto.
Eso
fueron las síntesis metafísicas de Europa y Asia: meterlo todo en un mundo de
sentido, de escritura. En este sentido será Hegel la última catedral
lógicamente ensamblada.
Desde
la horda al imperio tejen sobre sí el cielo protector de una ideología de la
que viene la inspiración compartida. Estas construcciones son el cielo
protector de miles y millones de individuos que comparten proyectos, rituales,
melodías… que les mantienen unidos mientras duran y que se desmoralizan cuando
pierden fuerza.
Fueron
los imperios politécnicos los que a través de cuatro milenios aceleraron la
historia hacia expectativas de orden. Pero necesitaron dioses que trabaran el
conjunto. La persistencia del judaísmo por tres milenios prueba, más que la
existencia de Dios, la de esferas de supervivencia, esferas semánticas,
con dioses, historia, artes.
Los pueblos que duran demuestran su
genio etnotécnico: como el judaísmo, el brahmanismo indo-ario y la cultura
china.
5. Conclusión
No
sé si con este sucinto recorrido por algunos aspectos de la obra de nuestro
autor hemos logrado dar respuesta a nuestro propósito inicial: desbrozar un
camino que nos lleve a lo más genuino del hombre, a ese mundo interior olvidado
por la arrogancia del cientifismo dominante en la cultura actual.
De
todas formas podemos concluir como éste lo hace en su introducción:
El
paso del hombre de los regazos maternos reales y virtuales a los cosmos impermeables de las grandes
culturas regionales y de éstos a los mundos descentrados y permeables de la
cultura global moderna es el tema que nos ocupa.
Siempre
teniendo en cuenta tanto los riesgos de los procesos de transferencia de
micropsicosis a macropsicosis, como la pretensión de la fuerza de las esferas
de que se les subordine todo lo que no encaja en su redondez y en particular el
yo caprichoso que desde siempre se resiste a dejarse asimilar sin más.
Aquí
el concepto de esfera quiere ser una “reposada mirada panóptica a lo más
notorio”, a esa “espacialidad interior animada” un tanto olvidada por la cultura
científica europea actual. Que no hay que confundir con las nociones de Spengler sobre las culturas
como “seres vivos de rango superior”.
BIBLIOGRAFÍA
PLATÓN,
El banquete, Fedón, Fedro. Ed. Labor, Barcelona, 1983.
SLOTERDIJK, El pensador en escena. Ed. Pre-Textos. Valencia,
2000.
SLOTERDIJK, Esferas
I y III. Ed. Siruela, Madrid 2003 y 2009.
LE
BON, Gustav. Las civilizaciones de la India II. Ed. Montaner y Simón. Barcelona 1901.
NIETZSCHE, Obras
inmortales. Ed. Teorema. Barcelona, 1985.
[1] PLATÓN, Fedro 244A
– 250C, Pero el caso es que los bienes mayores se nos originan por locura,
otorgada ciertamente por don divino” ...
[2] Es distinto ver el
mundo desde las convenciones, desde la ontología vulgar y sus nociones de
normalidad, sujeto-objeto, valores universales, buena voluntad... o verlo desde
los hechos, la existencia como drama de placer y dolor.
De ahí la diferencia entre verdad como ritualización: una realidad en
lugar de otras conforme a criterios de lo soportable y mensurable; y verdad
como trasfondo vivido, resonancias de placer/dolor que dejan en nuestro
cuerpo los acontecimientos que vivimos; punto
en que se encuentran individuo /naturaleza, vida /sociedad; aquello en que
consiente toda la modernidad como protopolítica: la ecología del placer /dolor:
la gran mayoría no debe sufrir eternamente por una minoría. Cf. SLOTERDIJK, El
pensador en escena. Ed. Pre-Textos. Valencia, 2000, pp. 153 – 156. Ver
NIETZSCHE, Zaratustra, c. III.
[3] LE BON, G. Las civilizaciones de la India.
Ed. Montaner y Simón. Bna. 1901. Vol.
II, pp. 186-195.
[4] SLOTERDIJK, Esferas
I. Ed. Siruela 2003, p. 48.