LA PRINCESA MING-CHU
Y SU SIRVIENTE AKENANTON.
Solsticio de invierno,
despedida del año 2017.
- Princesa: Hola amigos, soy la princesa Ming Chu que como ya me
conocéis no paro de tener problemas.
Tengo en mi palacio toda clase de lujos, perfumes de Arabia, sedas
de Cachemira, exquisitos manjares de tierras templadas del sur, carrozas
tiradas por caballos alazanes, exóticos jardines donde disfrutar
del arrullo de la tórtola o el trino del ruiseñor. Y además tengo un marido que
no me puedo quejar.
Pero siempre me pregunto, qué hacer con ese afán que hay en mí de
dar el cariño que me sobra, de llenar el vacío que hay en mi corazón que no lo
llena nada de esto.
Oh aquí viene mi fiel sirviente Akenanton, tal vez el tenga la
solución.
- Akenanton: Oh princesa he escuchado tus quejas y lo primero que
se me ocurre es que has dado ya un gran paso
al entrar en tu interior y encontrar ese mundo que te falta. Qué bien lo dijo
el sabio oriental: “Quien conoce su ignorancia revela la más profunda
sabiduría, Quien ignora su
ignorancia vive en la más profunda ilusión”.
P. Qué hacer pues con ese fuego que me devora.
A. Siempre hay encefalogramas planos, que ni se lo plantean,
quienes buscan objetos fantásticos o sofisticados y quienes van al médico en
busca de pastillas.
P. ¿Pero no bastan los
amigos, la fama, la posición social?
A. También hay quien recurre a la magia, la droga, o saludables alucinaciones.
P. Pero yo no quiero nada provisional, relativo; quiero algo
estable, permanente, algo que llene mi vida más allá de esos bienes y afectos
pasajeros
……………….
- Ella (Dirigiéndose al
público): - La verdad es que estoy confundida, no sé muy bien quién sirve a
quien. Paréceme que es él el señor y soy yo la servidora.
- Él (También aparte): -
Qué complicadas son las princesas, saben bien que son ellas las que tienen siempre
la sartén por el mango.
………
A. - Bueno, bueno. El problema
está en saber qué hacer con ese torrente de vida que llevamos dentro, cómo
darles salida de forma adecuada sin dejarlo morir en la inactividad o sin que
nos haga daño.
P. - Pues sí, pero por donde está la salida y a dónde dirigir
nuestros sueños.
A. - Las salidas son las manos por medio del trabajo, la boca por
la palabra, y toda la sensibilidad por medio del intercambio amoroso.
P. - Lo de la palabra se
entiende, hablar es una delicia, y el intercambio amoroso no digamos, Ahora el
trabajo, ¿puedes explicar eso del
trabajo?
A. - Es la práctica la que nos va diciendo por dónde caminar sin
perdernos persiguiendo sueños.
P. - Pero sin sueños sin ideales no somos nadie.
A. - Sí, sí, pero de nada sirve llenarse la cabeza de ideas.
Siempre hay que ponerle patas a las ideas.
P. – Y cómo puedo yo hacer eso. Si me encuentro tantas ideas como
cabezas.
A. Naturalmente no todas las cabezas son iguales. Hay cabezas bien
amuebladas y cabezas en barbecho.
P. – Bueno, Akenantón, Y qué me dices de los afectos y
sentimientos que me invaden.
A. – Ay Princesa, no me hagas esas preguntas…, es este el mayor problema.
Aquí entran juego la cabeza y el corazón.
P. – Oh Akenanton, tengo una corazonada.
A. ¿Cuál Princesa?
P. ¿Hay algún lugar en el mundo donde una pueda compartir ideas y
sentimientos?
A. Como bien sabes Princesa yo pertenezco a una asociación…
P. – Oh sabio Akenanton, ¿Y las princesas podemos pertenecer a ella?
A. Por supuesto.
P. Entonces ya lo tengo, me
apunto a tu asociación.
A. Muy sabia decisión.
FIN
María Chups y Antonio Durán para
FOCODE de Camas