LA LLAMADA DEL ORIENTE
Antonio Durán, andurangm@gmail.
com
“Están en juego nuestros más preciados
valores…
nuestro modo
de vida:
- nuestras
libertades de culto, de expresión y de reunión - nuestro
derecho al voto y a la discrepancia”
1. El problema.
¿Qué
se puede decir de esto? ¿Hay algún sistema de valores que lo supere? ¿Hay
alternativa?
¿Qué
ofrecen las otras culturas no occidentales? ¿Tienen ellos algo que decir al
respecto, qué valores pueden aportar a esta sociedad global que hoy se perfila?
O hay que hacérselos asimilar sin más.
¿Cómo
se ven estos valores en los países asiáticos y los demás países hasta hace poco
sometidos a colonización y aculturación?
Pero
a la hora de hablar de nuestros más preciados valores, nuestro modo de vida
democrático y tolerante, más que mirar lo que decimos hay que mirar lo que
hacemos.
2. El modo de vida occidental.
a.
El componente económico. Un potente entramado de redes por el que fluye
la energía humana en forma de
- riqueza material: mercancías y dinero
fruto del esfuerzo común.
- información: transmisión asimétrica de
conocimientos sin verdadera comunicación.
Podríamos describir este hecho como la creación
de un organismo de dimensiones planetarias cuyas arterias son el mercado y
cuyos nervios son los medios de comunicación.
¿Problemas?
Sí, uno fundamental: es un organismo cuyas
corrientes circulan en una sola dirección; sólo es sensible a lo que pasa en el
centro y sordo a todo lo que no sea el sonido del dinero e insensible a dolor
de la periferia.
Este
malestar se quiere solucionar con un incremento constante del consumo.
La bulimia como una salida a la esquizofrenia.
b. El componente ideológico o
visión del mundo que acompaña a esa globalización del mercado.
En
principio tenemos:
-
una tendencia hacia una progresiva integración
de todos los pueblos en la línea de los derechos humanos.
-
una realidad que es la imposición
del modelo insensible a los valores de otras culturas.
Si
bien es “Someter el entorno al dominio de nuestra razón que nos muestra
lo que es bueno para todos” la idea de fondo que parece mover al mundo
occidental.
Nuestras
más prestigiosas teorías del Estado
parten del hecho del egoísmo innato de los seres humanos, de nuestra condición de lobos, un tanto
evolucionados pero al fin y al cabo lobos unos para los otros.
El
individualismo, el afán de tener y acumular y la competencia, son los motores que hacen que la sociedad funcione.
Sin que aparezca la “mano invisible”.
Habermas comenta:
Nuestra modernidad en Oriente destruye
sus arraigos, desmorona las formas de vida tradicional y luego ni siquiera compensa con mejoras
materiales de vida como pasa en occidente.
La globalización se impone por un mercado
sin fronteras y una política de lucha e imposición del más fuerte, sin
lugar para la comunicación y el diálogo
que pudieran configurar un poder civilizado y universal. [1]
La
miseria y opresión política que esto genera son el caldo de cultivo para los
fundamentalismos.
Y
Srivastava y Segupta, [2] dos pensadores hindúes, apoyándose
en la Sociedad Internacional para la Ecología y la Cultura, resumen la
globalización como un proceso por el que los gobiernos
-
quitan los derechos a los ciudadanos a favor de los inversores especuladores
y de las corporaciones transnacionales.
-
erosionan salarios, sociedad de bienestar y regulación ambiental a favor del
mercado internacional.
-
imponen una monocultura consumista como visión del mundo.
Por
su parte Balakrisnan, [3] otro intelectual hindú, considera
que aunque la globalización se presenta como una progresiva integración de
los pueblos en el mundo, en el fondo este proyecto se perfila como una estrategia
de EEUU para vender con libertad bienes y servicios y mover sus capitales
por todo el globo valiéndose incluso de las organizaciones mundiales
aparentemente imparciales.
Según Sloterdijk
[4] ,
la Modernidad
volcada a lo exterior ha dejado al sujeto sin cobijo.
Ha dado la vuelta al globo terráqueo con barcos,
con capitales, con los media; sabemos cada vez más sobre lo más hondo y lo más
alto de la materia, pero allí no está el
hombre, anda perdido, sin cobijo.
Trata de
reconstruir la burbuja de ilusión perdida con: el Estado de bienestar, el
Mercado mundial, la esfera de los Media.
Pero ha
olvidado la ecología del dolor, (de la acción dice Morin) esa que provoca
las revoluciones: proletaria, feminista, despliegue de lo inconsciente…
Y esto
supondrá un volver la mirada a las
relacione interpersonales y su espacio peculiar de resonancias que van
desde la experiencia placentaria
al paso al mundo del lenguaje
que nos inspira aquellos recuerdos sonoros, esa inspiración que constituye la realidad espiritual que
nos envuelve y protege.
…Siempre
hay una realidad dúplice que como la de madre- hijo hay que ir rompiendo para
adentrarse en espacios más amplios. Desde el in-fans (no-hablante) al
adolescens (que se duele) y de éste al adulto (que se dolió); y en definitiva
de los apegos maternos a los del mundo de la cultura.
El
mundo oriental y el occidental se desarrollaron inicialmente en aislamiento
mutuo, pero hoy, con el desarrollo de la globalización económica, la
integración tecnológica, el desarrollo informático, todas las partes del mundo
están interconectadas y las distintas culturas y filosofías coexisten con mutua
influencia, lo que no excluye al mismo tiempo conflictos y guerras. Pero, con
más claridad que en otras épocas la historia cultural de la especie humana hoy
puede considerarse única.
3.
Una aproximación al mundo oriental,
pone de manifiesto formas muy distintas de hacer y pensar.
A. En
principio nos centramos en la India
Ciertamente
su macropolítica repite nuestros modelos pero su intrahistoria,
llámese literatura, tradiciones o formas de vida cotidiana, discurre por
caminos diferentes:
a.
El punto de partida: La armonía
hombre-mundo. Más que considerar el medio como algo extraño que hay que
plegar al servicio del hombre, ven al hombre
como parte de ese cosmos con el que ha de vivir en armonía.
Parece
como si antepusieran las relaciones
humanas, la comunicación y la
cordialidad al bienestar material,
como si estuvieran más preocupados por el
mundo interior que por las transformaciones técnicas del medio. Parece como
si su máxima escala de valor fuera el
desprendimiento de todo, la pobreza voluntariamente asumida, no en vano los
modelos más admirados no son los ricos en posesiones sino los ascetas y
santones que pueden prescindir de todo cuidado por las cosas materiales.
Pero
todo esto trae consigo indolencia,
resignación a todo y pasividad, dejando a la misericordia de los que poseen bienes la tarea de compensar el mal
reparto. Ya se sabe que limosna y beneficencia son una forma de mantener la
servidumbre y la dependencia; no son el mejor camino para salir de las
desigualdades.
Todos
los extremos son viciosos y el arte está en saber guardar una cierta armonía.
Ya en esta misma tradición hindú, en el
Mahabharata se aconseja al príncipe que ha de emprender la guerra que
también el camino de la acción es un
camino que nos une a lo absoluto siempre que esa acción se realice con
ánimo desprendido, porque así lo
requiere la justicia de la causa y no el
propio interés o la venganza. También en el mundo chino aparecen magníficamente sintetizados
estos dos aspectos de la vida: acción y desprendimiento, así la fórmula del Tao te Kin: El sabio no retiene, hecha la obra no permanece en ella.
Estamos
muy lejos de ese ideal de armonía entre
desprendimiento y acción que sería la clave de toda humana
convivencia.
b.
Si entramos más a fondo hay que admitir que lo más genuino del pensamiento
hindú es el ser un pensamiento de
fronteras, un pensamiento que se sitúa en los límites de lo pensable, como diría Santayana,[5] vagabundea
por todas las formas de la posibilidad de ser, hecho mas con las vísceras y la imaginación
que con la fría razón cartesiana.
Hay
filosofías tristes, pesimistas, filosofías reaccionarias que al decir de Lledó,[6] inventan como excusa teórica el realismo, es
decir, la aceptación sin más de lo dado. Un pesimista sería un realista bien
informado.
Pero
está claro que un pesimista no es otra cosa que uno que desespera de todo menos
de las expectativas más sombrías que se
pueden imaginar,[7] es
alguien cuya imaginación en vez de
alimentarse de sueños se alimenta de pesadillas, es la personalidad necrófila
de que habla Eric Fromm que sólo se encuentra a gusto entre las cosas muertas,
metidas en formol.
Holderlin ha dicho
que quien piensa lo más profundo ama lo
más vivo. Es de ampliar los cauces de la vida de lo que se trata. Está
claro que hay ideas rancias que huelen a
muerte, que deprimen, e ideas vivas, como dirá Unamuno, ideas que nos hacen
vivir. Por el olfato, decía Nietzsche,
que diferenciaba él el valor de las ideas; y ninguna le valía la pena si ponía
en juego la amistad.
La
mejor filosofía hindú es una apuesta por la vida y las utopías que la
ensanchan. De ella proviene "lo que Leibniz
llamó la Filosofía Perenne
cuyo núcleo se puede resumir en cuatro presupuestos fundamentales:
.El mundo
que percibimos no es toda la realidad sino un mero aspecto, lo asequible
a nuestros sentidos.
.La
realidad trascendente puede ser captada por el hombre mediante un conocimiento
directo, "contemplativo", que va más allá de la mera especulación
y une al conocedor con lo conocido.
.Esta
posibilidad de captación se basa en que el hombre mismo participa de esta
realidad inasequible a los sentidos ordinarios, posee un ser trascendente
tras su fachada fenoménica con el que puede identificarse mediante determinadas
prácticas.
.El
conocimiento inmediato, unitivo, de esta realidad trascendente libera de
las contradicciones y miserias de la existencia humana.
Estos cuatro presupuestos son, según la
expresión de Leibniz popularizada por Huxley, como el máximo común divisor de todas las grandes religiones".[8]
La
raíz de muchas de nuestras nociones que expresan de forma intuitiva los
fenómenos más complejos puede situarse en la cultura hindú. Así:
.
la noción de atman, muy relacionada con la de alma: designa el mundo interior del sujeto, la intimidad
personal que está en contacto con Brahma, el espíritu del mundo, del que es como un fragmento.
.
la noción de maya , el velo de las apariencias que tejen las gunas, o
cualidades de la materia, e ilusionan a los espíritus que no han llegado al
fondo de las cosas. Quien disciplina su mente y trasciende los deseos ve a
través del velo de Maya la unidad fundamental de todo lo existente. El concepto
platónico de apariencias o mundo de la doxa, y el concepto de fenómeno kantiano, tienen mucho que ver
con todo esto.
.
la idea del Samsara o rueda de las reencarnaciones, es para Shopenhauer la "traducción al lenguaje popular, y en
cuanto cabe en su limitación",[9] de la gran
verdad de la unidad de todo, "el fin a que tiende toda doctrina
religiosa, puesto que todo dogma de fe no es más que una vestidura mítica de la
verdad, a la cual no puede elevarse la grosera inteligencia del hombre". Y
continúa: "Jamás mito alguno se aproximó
ni se aproxima tanto a la verdad filosófica, asequible a muy pocos, como ésta
antigua del pueblo más noble y más antiguo, en el cual reina todavía como
artículo de fe... Se comprende que Pitágoras y Platón aceptasen con
admiración este mito..." Es una
forma plástica de expresar la verdad filosófica
de que es la misma Voluntad la
que vive en el que produce el mal como en el que lo sufre. Y que por tanto ésta
siempre tiende a restablecer el equilibrio perdido.
.
Es la idea del karma íntimamente unida
a la de samsara, lo que modernamente Edgar Morin llama “la ecología de la acción”: toda acción una vez lanzada
entra en un juego de interacciones y retroacciones en su medio que puede ser de
consecuencias imprevisibles para el que está en su origen. [10]
c.
Y un tercer rasgo que sorprende en la cultura oriental es la riqueza de vida interior en sus
pueblos, la profunda interiorización de valores morales y estéticos, el arraigo
profundo de las normas de convivencia no sólo las negativas o prohibitivas sino
también las positivas relativas a la benevolencia y al gusto por la belleza y la experiencia mística y de todo lo que
traspasa fronteras.
Así lo expresa
un mito del Atarva Veda (2º Veda): Prajapati
deseó ser muchos... con la idea de disfrutar de los objetos de los sentidos,
por lo que nos creó. Pero es una empresa peligrosa... pues es atrapado por el
flujo de las cualidades de la materia…
...si se libera de
aquellas cosas de las que se había llenado y por las que había sido vencido,
entonces logra la conjunción con el espíritu, es decir, siendo realmente Brahma
entra en Brahma. [11]
La gran máxima de las Upanisad es
“Tú eres Eso”. “Eso” es, por supuesto, el Atman o Espíritu, el pneuma griego,
el rüh árabe, la ruah hebrea, el Amón egipcio, el ch´i chino; Atman es esencia
espiritual indivisa sea trascendente o inmanente... [12]
Bergson ha
hablado de esas dos formas de entender la primera persona, del yo superficial y
el yo profundo. De cómo nos identificamos con apetencias o pulsiones que en
nada responden a nuestros intereses más íntimos. De cómo nos derramamos en un
mundo de cosas que acaban cosificándonos, proyectándonos en una exterioridad en
que nos perdemos con el consiguiente desasosiego. Contrapone a esto la
intuición que es capaz de captar en su flujo ese "elan vital" que nos
atraviesa y que escapa a toda objetivación. Incluso recurre al testimonio de
los místicos de todas las culturas como seres privilegiados capaces de vivir
esta experiencia en su máxima expresión.
Con los debidos reajustes no viene mal echar un vistazo en la dirección
que señalan las Upanisad cuando nos invitan a ver las cosas desde la
perspectiva de ese atman o vida interior, que dirige gozosa el discurrir de la
energía (karma) a su través, sin miedo a los ciclos (samsara), ni a las
apariencias (maya) que podemos confundir con la realidad.
Según
Adrados, la especulación griega
sobre los orígenes de todo da lugar a la ciencia y en cambio la hindú,
a una doctrina de salvación.
Tal
vez esta diferencia entre la sociedad occidental y la oriental estribe en sus orígenes.
Mientras
la sociedad occidental es obra fundamentalmente de caudillos y se unifica sobre la base del Estado: Alejandro, Julio
Cesar, Carlos V... Grecia, Roma, Estados modernos,
La
oriental se debe más a poetas, místicos
y reformadores religiosos, que son
los que dan forma a sus sociedades y marcan las pautas de convivencia más que
los políticos o caudillos y las instituciones del Estado.[13] Ya en los Vedas, sus relatos fundacionales,
se presentan, según Le Bon,[14] como un
pueblo que compone libros antes que hacer
palacios y monumentos de piedra.
Piensen
en los autores del Ramayana, y el Mahabharata (-X), luego la
llegada de Buda (-VI) y periodo búdico
posterior, El neobrahmanismo y jainismo, y el Gandhi de la India contemporánea.
Esto
marca el tipo de valores que se
desarrollan y el nivel de asimilación de los mismos. Por la fuerza sólo se puede imponer lo negativo, no se puede imponer la
benevolencia. Sólo desde otras
instancias se puede llegar a lo más hondo del hombre. Como dirá Confucio, por
el miedo al castigo no se fomenta el sentido del honor.
Con
esto no se niega la presencia de injusticias y
brotes de violencia.
Hay
un ir y venir de lo mental a lo físico y
de lo físico que vuelve a apuntar a ese
más allá de naturaleza aérea o si se quiere espiritual.
Pero
hay que reconocer que no siempre se da ese flujo. Es cierto que a veces este
ritmo se corta, bien porque las representaciones han formado una costra y dejan
de apuntar a sus objetivos, son los fanatismos, dogmatismos y todo tipo de
prejuicio que no admite contraprueba, bien porque embrutecidos nos volvemos
insensibles a todo lo que está más allá de nuestra piel. Pero de esto sabemos
mucho los occidentales.
Si
los diagnósticos de Weber sobre el espíritu del capitalismo no andan muy
desacertados, el mundo occidental estaría sumergido en un vacío de sentido repitiendo esquemas
que no sabe a dónde apuntan. “El estuche se ha quedado vacío de
espíritu..., si esto no se remedia los “últimos hombres” de esta fase de la
civilización podrán aplicarse esta frase: “Especialistas sin espíritu,
gozadores sin corazón: estas nulidades se imaginan haber ascendido a una nueva
fase de la humanidad jamás alcanzada anteriormente” [15]
Para
huir de esa segunda disyuntiva ahí está
la llamada del oriente.
B. Sabiduría oriental, China. [16]
Merleau-Ponty ve en Oriente más que un pensamiento que no ha accedido
al concepto, (la infancia de la filosofía) un pensamiento que puede
enseñarnos nuestra estrechez de miras.
Quizás sea
esta la dirección que está tomando la física moderna al decir de Fritjof Capra
en su obra El Tao de la Física [17]
.
Si bien,
nos dice, los físicos han desconfiado siempre de la mística considerada
como algo oscuro y misterioso, incomprensible, ha sido el pensamiento oriental
el que clarifica esto con un pensamiento sin prejuicios.
Los
místicos de todas las épocas han intentado captar el universo mediante la
interiorización y la meditación; la física mediante la experimentación y la
hipótesis. Aunque por caminos dispares llegan a lo mismo: El universo como un todo
intercomunicado, un flujo de energía del que somos parte. Así el concepto
de ecología, que abarca mejor la
nueva visión de la realidad, nos permite superar el dualismo cartesiano y
considerar al hombre como Una hebra más
en la trama de la vida e incluso entender que Los átomos danzan la danza de Siva. [18]
Habrá que
asumir – según F. Jullien - que hay un
campo de pensamiento que afronta la realidad
sin el concepto y sin
el sentido trascendente del pensamiento religioso, desde una inmanencia, tal es
la Sabiduría, una aproximación al
mundo que ni es filosofía ni religión ni utopías políticas o científicas
sino pensamiento que sirve para vivir.
Así es la
sabiduría china un pensamiento que no pretende conocer o demostrar, sino
realizar, dilucidar, marcar un
camino, el tao.
a. El punto de partida en China: la
armonía de los contrarios.
- ni
todo apariencias (budismo), ni un ser puro permanente, (mundo occidental)
- el
pensamiento chino busca la conciliación
de los contrarios a través del tiempo: los estados de las cosas se
concilian al sucederse alternativamente en el tiempo.
Toda
aprensión implica antítesis: sujeto – objeto, luz – oscuridad… Cuando asumimos
este fluir exterior internamente encontramos la armonía de que nos habla
Confucio: al vivir en consonancia con
el mundo que nos rodea logramos la paz interior que a su vez proyectamos en
nuestro entorno. [19]
b. – El yin y el yang. Su interpretación de la realidad cambiante como animada por dos principios que se complementan, se expresa de forma intuitiva por sus nociones
de Yin (lo derivado, pasivo, oscuro,
femenino, la línea dividida en dos...) y Yang
(lo primigenio, activo, luminoso, masculino, la línea indivisa...).
Estos tienen mucho
que ver con la materia y forma o
la potencia y el acto aristotélicos o con la filosofía dialéctica de
Hegel..
Sobre
la complementariedad de los contrarios,
lo que hace posible los procesos y el yin
y el yang en el tao, encontramos sentencias como:
“Una vez
yin, una vez yang, a la vez yin y yang, así es la vía, el dao”.
Así es la vida siete veces abajo ocho veces
arriba.
"Cuando sobre la tierra todos reconocen la
belleza como belleza, así queda constituida la fealdad. Cuando sobre la tierra
todos reconocen la bondad como bondad así queda constituida la maldad. Porque
“Ser y No Ser” crecen juntos…". LAO TSE (S.
–VI), Tao Te King, Cap. II.
La
sabiduría es
- búsqueda
del camino, el dao, lo posible en cada momento, lo que conviene a la
situación, lo congruente.
- es
pacífica, comprensiva. “El vicio que
amenaza al pensamiento no es lo falso, sino lo parcial. La desgracia de los
hombres proviene de que un aspecto
parcial les ciega la mente.” (Xunzi, S. -III). [20] Piensa
modalidades de acuerdo y congruencia no excluyentes, abiertas. (El sabio no
tiene ideas). Es un pensar del proceso que se prueba en lo cotidiano y lo
concreto.
- constituye
un fondo inmanente que vamos realizando como cuando aprendemos a tocar un instrumento; lo obtenemos de nosotros mismos sin hacer de
ello objeto directo, sin centrarnos en el yo individual; no es un sujeto sino un proceso. Constituye como un
fondo que no deja de manar y desarrollarse por sí mismo.
Ni
interesa la demostración ni se espera convencer al otro. Sus formas pueden
pecar de autoritarias, la verdad depende más de una AUTOEXPERIENCIA, es
autorreferencial.
c. - Su noción del Tao, o lo absoluto, en cuyo
seno todo deviene, supone una gran abstracción metafísica, sólo parangonable a
nociones de nuestros místicos, nos dice F. Jullien.
Pero esta visión
global que se busca
no es visión mística de iluminados,
sino visión desde diversas perspectivas y
en proceso, a la manera que vemos el cielo: una totalidad de procesos en
curso y que es así por sí mismo y no hay que buscar nada más allá a modo de fe.
Incluso el silencio deja ver regularidades.
Así Confucio (S –V) : “¿Habla el
cielo? Las estaciones siguen su curso, todos los existentes prosperan. ¿Qué
necesidad tiene el cielo de hablar?”
[21]
Ese trasfondo
de las cosas a que llega la visión global viene a ser como la música de las esferas de que hablaron Pitágoras,
Platón, Ptolomeo y otros.[22]
Zhuangzi (S. –VI) distingue tres tipos de música:
- Humana: el hombre la produce soplando o
percutiendo.
- Terrestre: la produce el viento soplando en los
árboles y orificios, distinta conforme a sus variedades.
- Celeste: cada realidad resuena según su propia
disposición.
Las dos
primeras suponen un agente, una relación causa – efecto, y exclusión de las
demás.
La tercera
se emite espontáneamente, nace de la animación de las cosas, inmanente. Es el
rumor de la coexistencia, cada ser emana según su cavidad, no se excluyen.
Así la
visión del sabio (el dao) hace coexistir los contrarios. Cada manera distinta de
ver las cosas es la resonancia de un existente particular y como tal
justificada.
Este cielo
como fondo de lo natural y base de la sabiduría supone un ir al fondo de las cosas sin metafísica ni el más allá de la religión o
mundo de las ideas.
Como tu
cuerpo es un concierto a su manera, todo coexiste normalmente en armonía, así sucede
con el mundo cuya espontaneidad el sabio no altera con su injerencia, se limita
a dejar que venga lo que viene “así por sí mismo”
. Zhuangzi:
“Si hay un amo del que procede la “autenticidad”
de las cosas no se tiene de él señal alguna” (F. Jullien, pág. 153).
La
sabiduría consiste en no juzgar sino comprender,
no quedarse en un punto de vista sino en arrojar luz sobre las cosas
mismas. Quien tiene la mente abierta no se estanca en un solo lado,
aloja lo uno y lo otro, así puede desplegarse.
No un
desprendimiento que lleva a aniquilar al
hombre y deja paso a la divinidad sino una disponibilidad que permite una
comprensión global y comunitaria de la existencia de forma intramundana, una apertura heideggeriana que deja
manifestarse a la cosa de forma espontánea, o si se quiere, un acercamiento
desde el “yo profundo” de que habla Bergson que nos pone en contacto con el
“elan vital” que nos atraviesa.
--------------------
d. El destino. [23]
Hay un destino que está sobre el hombre, hay que conocerlo para saber a qué
atenernos.
No sirven
las visiones parciales, politeísmos; se requiere una visión global como es el
taoísmo que contempla cielo y tierra como principios, generador (yang) el primero y de la concepción
(yin) el segundo, formando ambos un todo (dao).
La ley que
rige ese todo, reflejada en el día y la noche, las estaciones, el movimiento
dual de los fenómenos, supone un fundamento último del mundo al que obedece el
movimiento mismo, el Tao, similar al destino, fatum o anagkh.
Para
dominar ese destino Lao Tse sigue un camino que va de las apariencias al ser, de
un mundo condicionado por el espacio y el tiempo al mundo situado más allá del
espacio y el tiempo, un camino de carácter místico.
Confucio
en cambio, más realista, se centra en ocupar el sitio que nos corresponde en
este mundo, basándose en la fuerza que da una profunda visión de las criaturas,
del tiempo, sus cambios y sus leyes. El sabio como la estrella polar estando en
su sitio hace que todo gire en torno suyo. Los antepasados nos marcan el camino
de los hombres y el cielo el camino supremo: es el tao de los hombres y el tao
del cielo.
En tiempos
de crisis, antítesis, harán falta hombres responsables capaces de síntesis
entre lo nuevo y las tradiciones.
Podemos
resumir con Quin Wei [24]
China
alejada de la Antigua Grecia, se enfrentó, sin embargo, a problemas análogos,
pero en la relación entre concepciones cosmológicas y preocupaciones éticas
desarrolló una sabiduría practica orientada al desarrollo de la vida
humana en el orden social.
Con
el fin de establecer una sociedad armoniosa y moral,
-
el Confucionismo presta mucha atención a la relación humana y la
relación entre el ser humano y la sociedad, persiguiendo una personalidad
perfecta.
-
el Taoísmo de Lao Tse, persigue una armonía con la naturaleza,
dejar el flujo natural que liga la acción humana a la fuerza del cosmos. Sobre
todo, en base a “la fusión del Cielo y el ser humano”.
La
filosofía china pone el énfasis en las experiencias, aboga por un pensamiento
más intuitivo y se centra en la conexión entre todo lo existente. Más que “el
por qué de las cosas” le interesa “el qué
y cómo hacemos”.
FIN
[1] Habermas. Riesgos de la secularización. El
Mundo. 15,10,01
[4] Esferas I. Ed.
Siruela, Madrid 2003.
[5] Santayana, George. El sentido de la belleza.
Tecnos. 1999. Pág. 150.
[6] Imágenes y palabras. Taurus, 1998, p.405. Cit.
por J. M. Piñero, Utopía y temporalidad en el Quijote. Rev.
ALFA, 9 (2001).
[7] Ver Santayana
l. c.
[9] El mundo como
voluntad y representación. Ed. Porrúa. 1984. Págs. 275-276.
[10]
Edgar Morín lo expresa con el lenguaje actual. Después de concluir en La mente bien ordenada que el mayor
logro del conocimiento actual es el
reconocimiento de los propios límites, (el descubrir que el único punto casi
cierto es el punto de interrogación), y situarnos cara a cara con la
incertidumbre, sugiere tres
viáticos:
1.
Tener en cuenta la
“ecología de la acción”: toda acción una vez lanzada entra en un juego de interacción y retroacción en su medio que puede llegar a consecuencias
imprevisibles.
2.
Dadas las condiciones
inciertas en que nos movemos hay que ir continuamente modificando nuestra acción en función de las nuevas
informaciones.
3.
En la
incertidumbre todo proyecto es una apuesta al estilo pascaliano. Así
evitamos las falsas certezas. Es la fe
incierta de Pascal, Unamuno o Dostoievski.
La vida como aventura es el resultado.
[11] Cf. Ananda, El Vedanta y la tradición occidental.
Siruela. Págs. 82-85
[12] Ananda, l. c. Pág. 19.
[13] V. Octavio
Paz, l. c.
[14]
Le Bon, Gustavo, Las civilizaciones de la India. Montaner y Simón. 1901.
[16] V. François Jullien, Un sabio no tiene ideas. Ed.
Siruela 2001. En general lo seguimos en esta última parte.
[17] Fritjof Capra, El Tao de la Física. Ed. Sirio 2006.
[18] Según Einstein:
Unidad y armonía son los rasgos tanto de una buena música como de una buena
ciencia y una buena arquitectura.
[19] Richard Wilhelm, (misionero en China, muere en Tubinga +1930, cambia la
visión de aquel país en Europa) La sabiduría del I Ching. Ed. Guadarrama. 1977.
Pg. 40-41.
El sabio es “comprensivo” porque está tranquilo, relajado, sereno: más que una manera de
ver es una manera de ser o de vivir. El taoísmo distingue un conocimiento
amplio con la mente a gusto, despejada y abierta; y un conocimiento
pequeño, estrecho, discriminatorio, crispado, que instaura barreras y
divide.
[20] Cf. F. Jullien, l.
c. Pág. 120.
[21] Goethe nos dice algo semejan te: “Silenciosas
reposan
arriba las estrellas
y
abajo las tumbas…
Pero
del otro lado llegan
las
voces de los espíritus
las
voces de los maestros:
no
dejéis de ejercitar
las
fuerzas del bien.”
[22] Ver http://www.youtube.com/watch?v=bxpSeI7fRbs: Kepler: Cada astro emite un sonido en función
de su velocidad, existen intervalos asociados a los distintos planetas.
[24] Quin Wei La filosofía occidental
y la filosofía china en los orígenes.
Tesis dirigida por Ramón Rguez. Aguilera. 2015