martes, 18 de febrero de 2014

ARTE DE VIVIR III: MUERTE,MIEDOS Y SISTEMA INMUNOLÓGICO



MUERTE, MIEDOS Y SISTEMA INMUNOLÓGICO

 

            1. ES PRIMAVERA

Las golondrinas y los gorriones vuelan alegremente, ¿en libertad?

Tienen claro su cometido en este mundo, comer y no ser comidos, y lo realizan con elegancia, con entusiasmo, con un disfrute, aparentemente, total. Cada cual a su modo.

En mi balcón no cuelgan sus nidos las golondrinas pero sí pintan círculos impecables y rizan ágiles rizos mientras ponen todo su arte en machacarse lindos bichitos con similares ocupaciones. El gorrión tiene otro estilo, va más al grano, tras breve remonte vuela en picado, es pendenciero cuando anda en celos y lo mismo caza que recolecta. Se podría seguir con la tórtola, o las rapaces o cualquier otra forma de vida que haya escapado a la domesticación.

Tal cual los vemos son vidas simples, sin mucho agobio por el futuro, por sus carreras, sin deberes escolares, ni ningún tipo de responsabilidad. Sólo tienen un camino, están perfectamente adaptados, y lo recorren sin la menor vacilación, sin apenas errores.

Nosotros los humanos en cambio vivimos en un continuo desatino; sobre todo cuando nos encontramos en ese sin fin de encrucijadas en que nos sitúa el pensamiento. Y más si estos pensamientos se resisten tercamente a hacerse realidad y ves que te quedas sin proyectos, o peor, que tus sueños se vuelven pesadillas.

¿Mejor no pensar? ¿Que nos piensen y quedarnos fuera de juego?

Tal vez para el que tenga vocación de pájaro o de camaleón, para el que prefiera decir debo en vez de quiero; pero no para el que prefiera vivir en primera persona, vivir desde dentro.

Octavio Paz dijo aquello de Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire. Vivir en las palabras... parecerá una ilusión, pero es la única manera de dar una forma, una finalidad, un sentido a nuestros sentimientos, de echarlos fuera sin que se nos pudran dentro.

2. QUÉ SENTIDO TIENE TODO ESTO.

 Tiene un sentido en la vida el que sabe qué sentido tiene.

Los demás han de cobijarse al abrigo de los sentidos que inventan los otros.

Siempre cabe adoptar sin más el sentido que marcan las tradiciones del grupo. Uno repite lo que se prescribe en cada momento y declina toda responsabilidad en el negocio.

Pero si no te hallas, si sientes quemar el suelo bajo tus pies, estás condenado a buscar sentidos nuevos.

 En palabras de Tagore[1]: En la música del torrente suena: “yo me haré mar”; al poema, como al canto, la luz del conjunto le da su belleza; nuestra vida es un poema cuando una idea de fondo, una meta, la ilumina.

¿Una  idea de fondo, una meta, una verdad que ilumine nuestra vida? Un conocimiento liberador, la verdad que nos hace libres.

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 HEMOS VISTO EN ENCUENTROS ANTERIORES:
Qué es el hombre, esa cosa tan compleja desde cualquier punto que se mire. Sea desde su físico: esos átomos y moléculas imbricados en tiras de ácidos ribonucleicos y atravesados por fuerzas gravitacionales, electromagnéticas y nucleares fuertes y débiles. Y saltando a la biología: esa prodigiosa maquinaria genética y neuronal producto, según nos dicen, del mecanismo de la selección natural. Y siguiendo por la psicología, sociología, antropología y las diversas ciencias llamadas humanas… hasta encontrarnos con eso tan genuinamente humano que llamamos yo, conciencia o trasfondo de todo lo anterior.             
Vimos cómo Diógenes se desprende de las cosas para llegar a lo más hondo del hombre, seguimos los caminos del gusto, de la razón y la intuición hasta llegar a la contemplación de la armonía del universo y nuestra sintonía con todo lo bueno lo bello y lo verdadero.
Nuestros deseos, tan múltiples y oscilantes, nos llevaron a la conclusión de que los hombres son voluntades y que lo que nos hace son los síes que hemos ido dando a los retos que nos va planteando la vida. Y puesto que la ignorancia hace que queden encerradas en el yo individual y en las cosas nuestras mejores energías, vimos la necesidad de saber, de conocer los diversos caminos que nos han ido abriendo los que nos han precedido en la tarea.
Hemos hablado de la pugna de los sentimientos y la razón, Eros y Psique, Dionisos y Apolo, Siva y Visnú y su necesario reequilibrio.  
Las tragedias que derivan de los desajustes en este juego de fuerzas:
- La soledad no querida del que habiendo hecho trampas con la vida no tiene a quien recurrir. No así la soledad voluntaria soportada por quien tiene una riqueza interior.
- El desamor: es la tragedia del hombre que al salir del cobijo del seno materno a la luz del sol y a la luz de las palabras, al entrar en esa otra envoltura que se agranda y se agranda, no encuentra su sitio en ese ámbito cálido de relaciones, convivencia y cooperación que le facilitan el lenguaje y la cultura.
- La pérdida de sentido: de quien centrado en sí mismo, sin una causa, sin un amor, sin más horizonte que  su propio bienestar vive ajeno a todo lo que le rodea, incapaz de situarse en su entorno humano y natural.   
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AHORA TRATAMOS DE VER
Cuáles son las envolturas, los horizontes, que se nos ofrecen a la hora de situarnos en nuestro mundo.
Al concepto de la” vida como obra de arte” hay que aplicarle también aquello de “El vicio que amenaza al pensamiento no es lo falso, sino lo parcial”. [2] Y es que si nos guiamos sólo de la estética y no damos el salto a la ética, a criterios universales de convivencia, e incluso a la sabiduría que abre la mente a las visiones omnicomprensivas del mundo, nos quedamos en la ignorancia con todas sus consecuencias.  
El saber vivir es un proceso que supone un continuo ir sirviéndonos de los recursos que nuestro entorno nos brinda sin apegarnos a nada. Un pensar no excluyente que la vida nos va marcando conforme lo vamos ejercitando. Sin olvidar que cuando se concluye una obra hay que retirar los andamios, como dirá Nietzsche.
           
            3. MI CASA FUERON MIS PALABRAS
- Yo tengo mucho mundo - me dice Olga orgullosa de su saber hacer en asuntos de alcoba.                         -  Pues  yo tenía uno y lo rompí - replico escéptico.
Y es que cuando dios, nuestra inmensa trastienda, y el yo, nuestras seguridades más a la mano, se disuelven al verse de cerca los brochazos que daban impresión de figura, todo se desmorona.

 Osados violadores de lo sagrado, hemos penetrado armados de nuestras arrogantes medidas en la senda tortuosa por donde trenzan sus juegos las representaciones. Una a una se han ido disolviendo a nuestro paso cual fantasmas amparados en el sueño y la pereza. Hemos ido hasta el fondo, hemos visto y tocado y en la medida que ha crecido nuestro conocimiento ha aumentado su insignificancia.
En nuestro entusiasmo iconoclasta hemos creído sacudir pesadas servidumbres, desatar inútiles trabas... pero no bien hemos acabado nuestra fatigosa tarea cuando mil nuevas representaciones han surgido a nuestra espalda.
Y son ahora otras formas de vivir, otros mundos vislumbrados a medias, círculos envueltos de misterios, toda una ofrenda no tocada que se nos brinda como fruta antes prohibida y ahí al alcance de la mano. Qué no es capaz de pintar la imaginación cuando la sensibilidad suelta sus riendas...                                                                                                                                                                                
En nuestra inocencia original, una vez más, nos hemos encontrado frente al ineludible dilema: comer del árbol de la ciencia o del árbol de la vida.   
                                     
Roto aquél mundo y ajeno a éstos, quedas expulsado de todo paraíso; sin puerto, navegando a la deriva, sin tierra bajo los pies, sin casa ni cobijo, aldaba de minutos a la puerta de todos y de nadie que decía y sentía el poeta Juan Manuel Vílchez.

 Sin mundo, sin mundo, lo que se dice sin mundo, lo que queda es la locura.
 Sin dar por sentadas rutinas, sin unos dioses que traben el caos de los acontecimientos, sin unos ritos que alimenten y mantengan vivos a esos dioses corremos el riesgo de que desaparezca la ficción hombre tan trabajosamente construida.
     Tal vez sea esa la profecía de Jerónimo Bosco al pintar la noche de caos que se sigue cuando se suelta el último cerco dorado que traba al mundo, tras arrinconar a la lechuza de Diana y  transformarlo en jardín de delicias, de impresiones y sensaciones, sin el hilo de la sabiduría que le sirva de centro.
    Dice el cálido Régis Debray, y lo toma de Husserl, que el mundo que nosotros tenemos lo inventaron los griegos, gente apasionada por el saber, por dialogar e intercambiar conocimientos; y que cuando se pierde esa pasión nos entregamos a la pasión mercantil, al intercambio de objetos que animó a los fenicios. Con la diferencia de que no es posible intercambiar saberes sin un mutuo acercamiento y simpatía, mientras que el intercambio de mercancías deja a los sujetos tan extraños como estaban.

Desde ese horizonte amplio que constituyen  el ser envolvente o las grandes verdades, es fácil ver con simpatía y sin envidias los goces ajenos, te identificas sin dificultad con todo lo bueno y lo bello de los otros. No hay lugar para ese resentimiento de los hombres miserables de que habla Nietzsche en quien se siente jugando un hermoso juego.   
Ya vimos anteriormente aquello de Juan Ramón:

...El domingo lento - ¡calle sola!
 del nostáljico pueblo, fue domingo            
universal y alegre.

Hoy, alma, ¿qué no es mío?, ¿qué no es tuyo?
¿Qué verjas no se abren, qué muros no se rinden,
qué bocas no se llenan de palabras,
para ti?

Pero cuando te mueves en el mundo de los sentidos, cuando apenas tomas distancia, te resulta más difícil ver las cosas sin deseos de posesión.
 Y es que los placeres físicos – nos dice Tagore -,  como el satélite en parte helado de la tierra, tienen poca atmósfera alrededor.
 Y al final uno acaba pensando que no son peores los fantasmas que produce la excesiva distancia que los sueños apremiantes que produce la excesiva cercanía.

4. CONSTRUCTORES DE INVERNADEROS    
  Parece que el trabajo de crear mundos tiene su punto de dificultad; y aunque al primer fabricante le salió en seis días quedó tan fatigado que todavía está de descanso.
 
Hoy hay quienes creen haber descubierto la herramienta precisa para disputarle el terreno al creador originario. Y hasta lo ven en franca retirada:
Dios es una equis en la frontera de lo desconocido, en la medida que la ciencia avanza la equis retrocede. Ciencia y técnica de la mano allanarían el camino para el dominio de la razón. De la equis para acá todo se explica sin dios, de la equis para allá ni con dios ni sin dios. Luego ese dios sobra.
Y una vez más se confundieron las lenguas y la razón anduvo de cama en cama hasta hacer bueno el dicho de Lutero: La razón es la prostituta de Satanás.

Pero si el problema es de lenguas hagamos un lenguaje perfecto, un lenguaje perfectamente ajustado al estado de las cosas. Con él sí podremos crear mundos nuevos, para todos.
Tras laboriosos procesos de moldeado y ensamblaje de las piezas, la conclusión a que llegan los más lúcidos es que lo ya hecho está bastante bien como está.  Que las formas de hacer y decir de cada colectivo cumplen el cometido de insertar al hombre en su entorno de la forma más satisfactoria posible siempre y cuando se haga el uso debido de las palabras.

Y es que no es nada fácil dar forma a la más humilde  de  las  instituciones,  acordar convenciones, palabras, hacer aceptar por todos unas formas determinadas de hacer o decir.
Pero si no queremos perdernos en la soledad tendremos que asumir el mundo que hay o crear, con la debida modestia,   formas nuevas avaladas por razones capaces de convencer.
Siempre hay unos caminos trillados, seguros,  que   proporcionan la satisfacción de las cuentas cuadradas. Claro que cualquier economista aficionado conoce mil trucos para cuadrar cuentas dudosas.
 Hay quien entrega toda su vida a inventar sentidos nuevos, a abrir otros caminos por donde un hombre nuevo o el viejo pueda encontrarse consigo mismo, pueda encontrar ese sosiego que parece buscar.
 Hacer el mundo es la tarea constante que tenemos entre manos en juego con el destino.
 El mundo es el horizonte desde el que nos vemos, el ámbito en que nos movemos, el juego a que jugamos, nuestra casa, el elemento que respiramos. Para ese ver y ese hacer, para ese estar y palpitar el destino nos brinda la rica herencia de las tradiciones. Pero es tarea de cada  uno definir su ámbito, cerrar su propio espacio, elegir o apostar por unos juegos determinados.
  La estrechez de horizontes es propensa a crear caparazones y con ellos soledad y amargura. La amargura es patrimonio de quien, habiendo hecho trampa en sus relaciones con la vida y consigo mismo, ya no sabe a qué dedicarse ni a quién dirigirse; la amargura comprime y aplasta en lugar de liberar - lo dice Cioran y tiene más razón que un santo.

El gusto por la libertad quiere altura de miras. Si nuestro juego convence, si tiene al menos pretensión de ser para todos, hallaremos rostros en que mirarnos, alegría, dilatación, participación de otro mundo, ese mundo más allá de las estrellas de que hablaba Schiller:

     Quien haya conquistado la baza mayor
     de ser el amigo de un amigo, quien haya
     conquistado una mujer amable, mezcle
     al nuestro su júbilo. ¡Sí!  Quien puede llamar
     suya un alma tan sólo sobre la redondez
     de la tierra. Pues el que no, que se aleje
     llorando de esta hermandad.

5. EL SISTEMA INMUNOLÓGICO
-  Cuando Atenas, derrotada por Esparta (-404), es obligada a destruir sus murallas y se le imponen los 30 tiranos, a diferencia de la ciudad  vencedora experta en mutilar la humanidad de sus ciudadanos, aquella tiene un antídoto contra la opresión y el desánimo, una medicina que le hace salir de sus estrechos muros para ampliar los horizontes al mundo “global”: la Academia Platónica, medicina para el recuerdo que va más allá de las experiencias individuales y las patrias, un saber que se remonta a lo que los mejores genios de la humanidad han acumulado pensando.
Qué diferencia entre un pensar estrecho en mis intereses más miserables y un pensar en lo para todos, compartible y envolvente.
- El pueblo hindú – nos dice Octavio Paz [3]  -  se unifica  más en base a poetas, místicos y reformadores religiosos, que  son los que dan forma a sus sociedades y marcan las pautas de convivencia,  que a políticos o caudillos. Ya en los Vedas, sus relatos fundacionales, se presentan, según Le Bon,[4] como un pueblo que compone libros antes que hacer palacios y monumentos de piedra.
- La diáspora judía es otro ejemplo: Ya en -580 Nabucodonosor II destruye el primer templo de Jerusalén.  Luego Tito en el 70 d.C. destruye el segundo templo y posteriormente se les dispersa. Pero a pesar de todo es un pueblo que sobrevive a todas las calamidades. Posee un rico sistema inmunológico, sus escrituras.
Víctor E. Frankl, superviviente de los campos de concentración nazi, en su obra El hombre en busca del sentido, nos habla de la importancia de tener una idea de la condición humana para afrontar el dolor, el fracaso y la inevitabilidad de la muerte. Viene a concluir “El hombre está dispuesto a vivir a condición de que su sufrimiento tenga un sentido”. Y cita a Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir puede resistir casi cualquier cómo”.


                 6. ALGUNAS PAUTAS PARA EL CAMINO
Quizás nos parezca ya un tanto manido aquello de que atravesamos tiempos de crisis.  Quizás no tanto el considerarla una crisis de fundamentos.  

Según Edgar Morin [5] la ciencia ha conseguido grandes progresos en el mundo físico, biológico, psicológico y social.
Pero al mismo tiempo ha progresado el error y la ignorancia.
Su fallo: el modo de organizar el saber en base a un pensamiento disyuntivo (física / biología / ciencias humanas), hiperespecializado: confunde sus cortes de la realidad compleja con piezas de máquina.
Falta: un pensamiento  - que permita distinguir sin disociar, asociar sin identificar
                                          - que reconozca las carencias de nuestro pensamiento mutilante que acaba conduciendo a acciones mutilantes.
Ni todo reductible a partículas, ni sólo degeneración en el cosmos, también organización (vida)
Ni dar vida a los mitos, ni simplificaciones o racionalizaciones: ya lo hemos dicho,  “El vicio que amenaza al pensamiento no es lo falso, sino lo parcial. La desgracia de los hombres  proviene de que un aspecto parcial les ciega la mente. Y no es que se equivoquen sino que se dejan obnubilar por el apego a lo que han acumulado lo que les impide escuchar lo que no les da la razón”. (Xunzi, s. -III)[6].  La sabiduría es pacífica, comprensiva.

Para Sloterdijk [7] nos hemos quedado sin cobijo ideológico capaz de aglutinar voluntades.
Tenemos sí los Derechos Humanos que son acuerdos compartidos por la mayoría, aunque en la práctica no llegan a todo el mundo lo mismo.
Tenemos instituciones globales para organizarnos en lo político, lo económico, incluso en lo referente al trasiego de los productos culturales. Mercado y cultura hoy rebasan todas las fronteras.
La comunicación entre las personas dispone de más medios que nunca: información y capitales fluyen de forma instantánea a través del globo.
Ciencia y tecnología están dando respuesta a la mayoría de nuestros problemas materiales. Incluso el gran peligro que representan las armas nucleares lo ve J. Fischer [8]  como un freno a una guerra como medio de política de fuerza ya que la destrucción mutua sería una certeza.
Pero  siempre hay algo olvidado en todo esto. Está por configurar la nueva matriz para este mundo nuevo que está surgiendo, contando con la nueva sensibilidad en simbiosis con el planeta y la naturaleza en general, conscientes de nuestra religación con nuestros semejantes, y de ese sufrido mundo interior que compartimos.

Es distinto ver el mundo desde las convenciones… o verlo desde los hechos, la existencia como drama de placer y dolor. De ahí la diferencia entre verdad como ritualización: una realidad en lugar de otras conforme a criterios de lo mensurable; y verdad como trasfondo vivido, resonancias de placer/dolor que dejan en nuestro cuerpo los acontecimientos que vivimos;  punto en que se encuentran individuo /naturaleza, vida /sociedad; aquello en que consiente toda la modernidad como protopolítica: la ecología del placer /dolor: la gran mayoría no debe sufrir eternamente por una minoría.
La verdad olvidada es la verdad que  se hace mordiendo y cantando, en la risa y en el llanto, es algo que puede ser bailado: está en la inspiración, la intuición, las resonancias que nos transmite la comunicación a través de sus diversas formas. [9]

Y  Lucian Blaga:
 “Yo no aplasto la corola de milagros del mundo
y no destruyo con mi pensamiento
los milagros que encuentro en mi camino
en flores, en ojos, sobre labios o tumbas...” [10]

 Para empezar todo esto supone un volver la mirada a ese mundo que envuelve a las personas y su espacio peculiar de resonancias
Desde la experiencia placentaria  hasta el paso al mundo del lenguaje estamos experimentando  un juego de resonancias que constituye la realidad inmaterial que nos envuelve y protege.
…Siempre hay una realidad dúplice que, como la de madre–hijo, nos envuelve, pero cuyos cordones umbilicales hay que ir rompiendo para adentrarse en espacios cada vez  más amplios. Desde el in-fans (no-hablante) al adolescens (que se duele) y de éste al adulto (que se dolió); y en definitiva de los apegos maternos a los del mundo de las tradiciones y la cultura. [11]

Y, volviendo a Edgar Morin, nos propone pensar la realidad
-  como conjunto de sistemas abiertos donde tenga cabida la vida,
- donde esa información hoy tan desarrollada, ese saber almacenado en genes, en chips y en las más diversas formas de memoria, sea considerada en sus diversas dimensiones,
 - donde la autoorganización que genera la información podamos verla como algo que a la vez hace al individuo autónomo y ligado al ambiente.
 En definitiva, la necesidad de admitir la gran complejidad del mundo en que nos movemos donde físicos como Schrödinger nos dicen que es impensable un mundo sin sujetos, sería incoloro, frío y mudo, [12]  así como un mundo sin objetos sería solitario y desencarnado. Y concluye E. Morin: Vivimos en una interconexión entre culturas y razas sin que haya verdadera comunicación, nos falta llegar a una civilización de las ideas.


FALSAS METAS (vistas anteriormente):
-  Tener cosas, goces… “Lo que guardé lo perdí, sólo tengo lo que di”. Marco Aurelio.
- Perseguir la felicidad. Dice Kant: "Si un ser dotado de razón y voluntad tuviera como fin especial su conservación, su bienestar, en una palabra, su felicidad, habría tomado mal sus medidas en coger a la razón como ejecutora de su intención.  Pues los actos en este sentido y reglas de conducta habrían sido mejor indicados por el instinto y lo hubiera logrado mejor
- Mirar sólo por nosotros y nuestros hijos, nuestro pueblo, nación, religión, nuestras costumbres y creencias. El que no es capaz de llevar su contabilidad por más de dos mil años se queda en la ignorancia. Goethe.

DIVERSOS CAMINOS QUE NOS SACAN DE NOSOTROS MISMOS:

El mundo que nos ha tocado vivir es complejo y globalizado; habitarlo de manera lúcida requiere asumir: 1.  la experiencia del otro, 2.  las diversas instancias que generan la cultura, 3. los diversos niveles de nuestro conocimiento 
1.       Asumir la experiencia del otro, el mestizaje o contaminación con otras culturas.
Según Octavio Paz  mientras las civilizaciones precolombinas de América habían vivido en una inmensa soledad histórica, las culturas orientales y la europea habían pasado por la experiencia cardinal de  la presencia del otro, la intrusión de civilizaciones extrañas: India, China, Persia, Grecia, Roma y el islán.
2. Asumir las diversas instancias desde las que se origina toda cultura:   las grandes figuras modélicas con sus formas de afrontar la vida y la muerte y sus formas de estar y actuar señalan caminos, amplían nuevos horizontes.    
- Los sabios desde el saber y fuera del poder señalan caminos.
 
Buda, Zoroastro, Confucio, Sócrates, Cristo, Gandhi... 
Los caudillos, uniendo saber y poder, crean instituciones que posibilitan la justicia y la colaboración.  Hamurabi, Darío, Alejandro Magno, Cesar, las grandes dinastías de Egipto o China, los fautores de la modernidad.
- Los artistas  que desde la imaginación y la sensibilidad recrean sin cesar la imagen del mundo y del hombre.  Según Hölderling: “Lo que vive lo fundan los poetas": Homero, los Vedas, la Biblia, el Corán, Dante, Shakespeare, Cervantes.
Cada instancia marca un nivel de conciencia:  Por la fuerza del Estado sólo se puede imponer lo negativo se limita a que no se lesionen los derechos del otro, no se puede imponer la benevolencia.   Sólo desde otras instancias se puede llegar a lo más hondo del hombre.    Según Confucio, por el miedo al castigo no se fomenta el sentido del honor.
3. Asumir un pensamiento de fronteras que se sitúa en los límites de lo pensable, hecho de sensibilidad, imaginación y razón.  
Que por una parte es consciente del carácter aproximativo, metafórico, de todo conocimiento,  y más los que se refieren a aspectos de la realidad de los que sólo tenemos vislumbres intermitentes, difíciles de contrastar con otros similares en diversos sujetos.
Que por otra, apuesta por la vida y las utopías que la ensanchan.  
Frente a las filosofías tristes, pesimistas y reaccionarias que sólo se encuentran a gusto entre las cosas muertas, metidas en formol, que se dicen  realistas porque aceptan sin más lo dado; que desesperan de todo menos de las expectativas más sombrías.
 Un pensamiento abierto a diversos aspectos de la realidad: Lo que perciben nuestros sentidos, lo que interpreta esas percepciones, lo que aspiramos aún en proceso de realización.  Un pensamiento capaz de captar las resonancias de la vida interior: El goce estético e intelectual. La benevolencia y la empatía. La comunicación y hasta la experiencia mística.
Hay un  ir y venir de lo mental a lo físico y de lo físico que vuelve   a apuntar a ese más allá de la naturaleza hecho de sueños.

Pero no siempre se da esa armonía. A veces las representaciones forman costra y no dejan crecer.
Son los fanatismos, dogmatismos y prejuicios que nos vuelven insensibles a todo lo que está más allá de nuestra piel. Es la pereza mental.

7. ¿INMUNES ANTE LA MUERTE?

-  Un planteamiento desde la perspectiva actual

“La relación entre la religación y la desligación – nos dice Edgar Morin [13]  - no es una simple relación antagonista, como la de Ahura Mazda (Ormuz, el principio del bien) y Ariman, de Eros y Thanatos. Es inseparable y complementaria.
El cosmos se creó en un evento inaudito de muerte-renacimiento; nace en la muerte de donde ha surgido, produce su existencia produciendo la muerte (segundo principio de la termodinámica) y, desde su origen térmico, está prometido a la muerte: el universo se organiza desintegrándose. Se desintegra organizándose.
La creación continua de galaxias y de estrellas se acompaña de destrucción continua de galaxias y de estrellas. Estrellas, seres vivos, biosfera, sociedades, individuos son trabajados por la muerte cada instante, y trabajan cada instante por y para la regeneración. Eros y Thanatos, Mazda y Ariman, religación y desligación están presentes el uno en el otro”.

“…De ahí la inconcebible paradoja: todo lo que está ligado está separado, todo lo que está separado está ligado. Eros está en diabolus y diabolus [14]  está en Eros. No sabemos si la religación se mantendrá cuando todo esté disperso, como testimonio fantasmagórico  del formidable esfuerzo comenzado en los primeros instantes del universo para resistir a la desintegración y a la dispersión.

“…La vida, y todavía más el ser humano, se resiste a la muerte. La ciencia, la medicina, la técnica, la higiene prolongan las vidas individuales y aún podrán prolongarlas más: habrá reparación y regeneración de órganos, prolongación indefinida de la vida, pero ello no elimina la muerte por catástrofe o explosión y, de todos modos, retrasar la muerte humana nos abre el abismo de la muerte de la Tierra, de la muerte del Sol, de la muerte del cosmos.
Asumir nuestro destino cósmico, físico, biológico es asumir la muerte al tiempo que se la combate. No hay refutación de la muerte.
Todo destino viviente es trágico pero sabemos, experimentamos que hay una afirmación humana del vivir que está en la poesía, la religación y el amor. La ética es religación y la religación es ética”.

-  Un planteamiento desde otras perspectivas

  La Filosofía perenne según Leibniz:
 El mundo que percibimos no es toda la realidad  sino un mero aspecto de una realidad más amplia, la parte o manifestación de ese todo asequible a los sentidos.
Podemos llegar a esa otra parte por un conocimiento directo, contemplación, intuición, que une al conocedor con lo conocido.
Podemos porque está en nosotros y nos basta con identificarnos con nuestro mundo  interior mediante determinadas prácticas.
n la medida que contactamos con ese mundo nos liberamos de las contradicciones y miserias de la existencia humana. [15]


                  La enseñanza de Buda:

En sus primeras salidas de palacio: ve tres causas del sufrimiento (vejez, enfermedad y muerte).


 Respuesta: a los 29 años abandona todo, esposa e hijo incluidos, y tras tres años de vida de asceta y una larga meditación descubre las 4 nobles verdades que nos liberan de todo sufrimiento: Sufrimos/ Su causa son los deseos y la ignorancia/ Si eliminas los deseos desparece el sufrimiento/ Para ello sigue el óctuple sendero: recto pasamiento, palabra, acción/recto  meditar y recordar/ recta opinión e intención/ rectos esfuerzo y conducta. [16]

Naciketa.                                                                                                                                                      No se puede confundir lo más genuinamente humano con cosa ninguna. Las Upanisad nos lo ilustran con la Historia de Naciketa: [17]
Ofrecido por su padre, al estilo de Abrahán con su hijo, llega a la morada de la muerte pero ésta no está y no le hacen la acogida pertinente; cuando ésta llega a los tres días se disculpa y le ofrece satisfacer los tres deseos que prefiera.
Lo primero que pide es que su padre se libre de la ansiedad y que no le reprenda cuando vuelva. La muerte le dice que no se preocupe que su padre no se enfadará y dormirá tranquilo.
Lo segundo que le revele cuál es el fuego que conduce a ese lugar en que no está ella y por tanto no hay miedo, ni vejez ni sufrimiento. Ese fuego no es otro que la inteligencia, el iluminado encuentra allí el fuego origen de los mundos.
Lo tercero que le aclare si cuando uno se muere sigue existiendo o no. Aquí la muerte le dice que en esto hasta los dioses han dudado, es un tema difícil y que le pida otra cosa. Él insiste. Ella le ofrece hijos, riquezas, poder, ninfas celestiales y toda clase de delicias. Pero él dice que todo eso es pasajero, que nada de eso hace feliz pues nada de eso queda cuando ella llega. Quiere saber si hay una nueva vida.
La muerte responde con tres consideraciones:
Lo primero, hay que saber distinguir bien de placer. Tú has elegido el buen camino porque has preferido lo primero.
Lo segundo, diferenciar sabiduría o deseo de verdad e ignorancia o deseo de cosas placenteras, la ilusión de la riqueza y el poder. Sólo conoce la verdad el que se siente uno con ella y la desea con firme decisión.
Y finalmente saber qué es aquello que está más allá del bien y del mal, de las causas y del tiempo. Tal es el ser escondido en el corazón de cada criatura que sólo puede ser conocido cuando él se manifiesta a quien le busca con los sentidos en equilibrio y la mente sin ansiedad. El sabio es capaz de ir de la palabra al pensamiento, del pensamiento a la inteligencia, de la inteligencia a la vida y llega a una paz total con el ser. Cuando se llega aquí hemos dejado de confundir la apariencia con la realidad e, instalados en nuestro verdadero ser, habremos perdido el miedo a la muerte.
Cuando se toma conciencia de lo que está más allá del tiempo y de los cambios y las formas pasajeras... el ser humano se libera de las garras de la muerte.
El problema  muerte-inmortalidad se resuelve eliminando al sujeto individual como algo aislado, eliminando toda dualidad.

·         El Bagavad Gita. Si bien todos coinciden en la importancia de conectar con ese mundo interior que nos habita, esta obra nos muestras que no hay un solo camino para lograrlo. Entre los diversos yogas o caminos para lograr la meta de nuestra vida están: el del conocimiento, el de la acción desinteresada, de la sabiduría, la meditación, la renuncia, la devoción. Todos tienen como meta entrar en nuestro yo más profundo o atman que a su vez nos une a Brahman. Con esto desaparece todo temor en quien recorre este camino. [18]
Y podríamos concluir:

¿Y estás triste,
y necesitas persuadirte de este
dominio tuyo retornando
a aquellos días, ¡ayl,
en que sólo tenias
la ventana, el afán loco y el libro?
                 J. Ramón, Cristales
 




[1]  El sentido de la vida. Aguilar 1972. Págs. 204 y ss.
[2]Xunzi. Cit. François Jullien, Un sabio no tiene ideas. Ed. Siruela. 2001. Pág. 220.
[3]  V. Octavio Paz, Vislumbres de la India. Círculo de Lectores 1995.
[4]  Le Bon, Gustavo, Las civilizaciones de la India. Montaner y Simón. 1901.
[5] Cf. Introducción al pensamiento complejo. Ed. Gedisa 2011. Págs. 27 ss.
[6] François Jullien, I. c., pág. 120.
[7]  P. Sloterdijk, Esferas I. Ed. Siruela Madrid 2009
[8] Cf. Joschka FISCHER, La sombra persistente de la Gran Guerra. El País, 10, 2, 2014.
[9]  Cf. SLOTERDIJK, El pensador en escena. Ed. Pre-Textos. Valencia, 2000, pp. 153 – 156. Ver también  NIETZSCHE, Zaratustra, c. III.
[10]  Lucian BLAGA (Lancram, Rumania, 1895 – 1961), continúa:
…Otros  con su inteligencia / ahogan el encanto de lo impenetrable, de lo escondido
en los oscuros abismos, /mas yo con mi luz acreciento el misterio del mundo;
y así como la luna con sus rayos brillantes / no disminuye, sino que temblorosa
extiende aún más el secreto de la noche, / así yo enriquezco el sombrío horizonte
con amplios temblores de sagrado misterio; / y todo cuanto es incomprensible
Se torna aún más incomprensible / bajo mis ojos / pues así yo amo
flores, ojos, labios y tumbas.
[11]  P. SLOTERDIJK, Esferas I, págs. 251 ss. Ed. Siruela Madrid 2009.
[12] Mente y materia. Tusquets 2007. Págs. 56 ss. El observador modifica siempre lo observado.



[13] Seguimos básicamente a E. Morín, El método 6, Ética. Ed. Cátedra 2006. Págs. 42 – 43.
[14] Dia-ballo: discordia, división.
[15]  V. Carlo Frabetti, Introducción al Bhagabad Gita. Ed. Bruguera 1978. Pág. 12.
[16]  Cf. Jesús Mosterín, Historia de la filosofía 2. Alianza 1986. Págs. 23-42.
 [17] Upanisad con los comentarios advaita de SANKARA. Edición de Consuelo Martín. E. Trotta. Págs. 75 y ss.
[18]  Bhagabad Gita. Ed. Bruguera 1978.

viernes, 7 de febrero de 2014

ARTE DE VIVIR ¼
Antonio Durán  andurangm@gmail.com
I. LA MEDIDA DE TODAS LAS COSAS.
El problema de Diógenes.

Os parecerá una tontería, pero aquello de Diógenes con su farol buscando un hombre en las plazas de Atenas, que luego Nietzsche transformaría en búsqueda del dios muerto, tiene más enjundia de lo que parece.
Pensad que Diógenes se ha desprendido de todo: sólo le quedaba un cuenco para beber de la fuente y al ver a una niña bebiendo con el cuenco de las manos lo tiró viendo que ni siquiera eso necesitaba; no le importaba andar descalzo, con los pies llenos de barro, por las alfombras del palacio de Platón, según decía, así pisaba su orgullo; y a quien le dijo que sirviendo a un príncipe no tendría que comer lentejas, le respondió que prefería tener que comer lentejas antes que tener que adular a los príncipes; así que cuando Alejandro Magno le pregunta qué puede hacer por él: Apartarte a un lado, le dijo, que me estás quitando el sol.
No nos debe de extrañar que después de harto de cavilar en su tonel sobre lo que queda en un hombre después de prescindir de todo lo “accesorio” saliera despavorido a la calle buscando lo que no encontró dentro de sí.

Buscar al hombre o el sentido de todo ese chorro de energía que nos atraviesa, nos interconexiona, tal vez sea la tarea más apasionante que se nos presenta. Al fin y al cabo un ser humano es la porción de realidad que tenemos más a la mano. O si se prefiere, en nosotros es el único lugar en que la realidad se vuelve transparente a sí misma. Si conocemos nuestra realidad conocemos todas las demás; si conocemos de qué estamos hechos conoceremos de qué están hechas todas las cosas y sabremos posicionarnos con mayor lucidez en nuestro mundo.

Una primera aproximación.
En un primer golpe de vista podemos percibir que estamos hechos de la misma sustancia que la tierra, el agua y el aire, y podemos presumir de ser básicamente un complejo químico muy evolucionado; sabemos incluso nuestra organización genética y el comportamiento de los genes y sus leyes de supervivencia que explican en parte de nuestras apetencias y nuestras fobias. [1]
Conocemos la neurona, los neurotransmisores que la atraviesan están bien identificados, (endorfina, dopamina, noradrenalina, acetilcolina...); los centros donde se procesa la información por medio de mapas neuronales tienen mucho que ver con nuestra anticipación de las respuesta exitosas que damos a los estímulos.
La psicología se encarga de analizar paso por paso ese mundo un tanto extraño del pensamiento; aunque no está muy claro si se trata de un desajuste de este animal cuyo riego sanguíneo se ha concentrado demasiado en el cerebro y ha dado lugar a la aparición de ese parásito devorador de vida que es el pensamiento; o tal vez se trate de uno más de sus utensilios: el uso de voces en lugar de cosas que va a permitir simularlas, hasta llegar a esa simulación de nosotros mismos que llamamos conciencia; tampoco faltan los que consideran el pensamiento algo que nos introduce en una nueva dimensión de la realidad, ese mundo de las representaciones incoloras, mudas e intocables [2] y que escapa al espacio y al tiempo.
Pero además de todo eso sabemos que somos animales de ciudad, animal político dijo Aristóteles, que disfrutamos de una organización del trabajo y del reparto de lo producido aunque no siempre consensuada (economía social de mercado en el mejor de los casos, neocolonialismo en el peor); y de una organización política sobre las bases de la democracia que aspira a unas libertades de pensamiento, de asociaciones que deciden el propio gobierno, de mercado... que al menos como idea tal vez sea el mayor logro de la cultura occidental
Y aunque no seamos muy conscientes de ello sabemos que a grandes niveles estamos atravesados por fuerzas de gravedad y corrientes electromagnéticas que nos enlazan a los astros y sus movimientos.
Con todos estos saberes hemos logrado un dominio de nuestro entorno que jamás ha tenido parangón en lo que conocemos desde la aparición de la vida.

Todo esto es magnífico, una gran hazaña, una proeza, un milagro de la racionalización, la división del trabajo y la especialización y no hay que minimizarlo. Pero tampoco debemos consentir que se nos minimice concluyendo que el que tenga visiones que vaya al médico.
Si os fijáis bien la mayoría de nuestras nociones del hombre se refieren a los aspectos externos, como si estuviera visto con los ojos del saber técnico, y consisten en trocearlo, o reducirlo a algún elemento parcial.

Era este panorama el que hacía decir a Hölderlin:
l¡Ojalá no hubiera ido nunca a vuestras escuelas! La ciencia, a la que perseguí a través de las sombras, de a que esperaba, con la insensatez de la juventud, la confirmación de mis alegrías más puras, es la que me ha estropeado todo.
En vuestras escuelas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza...
¡Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona... [3]

Un símil y un diagnóstico.
Hay un mito del Atarva Veda (2º Veda) que dice más o menos así:
Prajapati deseó ser muchos... con la idea de disfrutar de los objetos de los sentidos, por lo que nos creó.
Pero es una empresa peligrosa... pues es atrapado por el flujo de las cualidades de la materia con la que actúa (luz, oscuridad, mezcla); y como sujeto corpóreo se ve como enfrentado a los objetos de percepción que siente como exteriores y se llena de deseos y no ve al dador de todo en sí mismo, sino que piensa “este soy yo”, “esto es mío”, y de este modo queda atrapado como un pájaro en la red y así vaga por matrices buenas y malas pendiente de lo que consigue con sus acciones y viendo por todas partes objetos contrapuestos.
...si se libera de aquellas cosas de las que se había llenado y por las que había sido vencido, entonces logra la conjunción con el espíritu, es decir, siendo realmente Brahma entra en Brahma.  [4]

Como la mayoría de los mitos se presta a muchas interpretaciones pero podemos muy bien ver reflejado tanto al hombre de nuestro tiempo como a su sociedad, ambos perdidos en multitudes de cosas.
Ya Ortega y Gasset hablaba de la barbarie de la especialización y consideraba al especialista como pollo de engorde metido en su jaula para mayor rentabilidad sin la menor conciencia del sentido del conjunto. Y señalaba que el exceso de cosas no favorece a la vida, sobre todo cuando esas cosas te las encuentras sin haberlas trabajado tú. Esto da lugar tanto a la vieja aristocracia como al “hombre masa” que comparten gustos como el culto al cuerpo y al deporte, la falta de romanticismo en las relaciones hombre-mujer, el desprecio por el intelectual del que sólo se sirven para diversión, preferir el autoritarismo más que un régimen de discusión. (Rebelión de las masas).
Algo parecido dice Heidegger cuando afirma que la democracia no puede apropiarse del control de la técnica, que no tiene hoy sentido afirmar que el hombre es centro del universo cuando ese universo que hemos fabricado se nos engulle, que tanto al sujeto como a nuestra realidad hay que aplicarles una cura de adelgazamiento que nos permita verlos desapasionadamente. [5]

En esta cura de adelgazamiento de nuestra hipertrofia de subjetividad, o si se prefiere en el cambio de perspectiva de nuestra visión de las cosas es donde, según creo, la visión de oriente tiene algo que decir.
Naturalmente ni es oro todo lo que reluce ni hay que idealizar ninguna cultura como si tuviera la última palabra, pero hay filones en el mundo oriental que merecen todo nuestro interés.

Algunas sugerencias.
El punto de mira.
Es muy gráfico ese sencillo toque de alerta sobre el simplismo de las explicaciones del hombre sin recurrir a otra cosa que a los componentes puramente materiales:
“Aunque cortes el tronco del cerezo
no hallarás las flores en él.”
Hay sitios donde no se pueden buscar ciertas cosas:
Del pino lo del pino y del bambú lo del bambú.

Pero sobre todo no se puede confundir lo más genuinamente humano con cosa ninguna.
Las Upanisad nos lo ilustran con la Historia de Naciketa: [6]
Ofrecido por su padre, al estilo de Abrahán con su hijo, llega a la morada de la muerte pero ésta no está y no le hacen la acogida pertinente; cuando ésta llega a los tres días se disculpa y le ofrece satisfacer los tres deseos que prefiera.
Lo primero que pide es que su padre se libre de la ansiedad y que no le reprenda cuando vuelva. La muerte le dice que no se preocupe que su padre no se enfadará y dormirá tranquilo.
Lo segundo que le revele cuál es el fuego que conduce a ese lugar en que no está ella y por tanto no hay miedo, ni vejez ni sufrimiento. Ese fuego no es otro que la inteligencia, el iluminado encuentra allí el fuego origen de los mundos.
Lo tercero que le aclare si cuando uno se muere sigue existiendo o no. Aquí la muerte le dice que en esto hasta los dioses han dudado, es un tema difícil y que le pida otra cosa. Él insiste. Ella le ofrece hijos, riquezas, poder, ninfas celestiales y toda clase de delicias. Pero él dice que todo eso es pasajero, que nada de eso hace feliz pues nada de eso queda cuando ella llega. Quiere saber si hay una nueva vida.
La muerte responde con tres consideraciones:
Lo primero, hay que saber distinguir bien de placer. Tú has elegido el buen camino porque has preferido lo primero.
Lo segundo, diferenciar sabiduría o deseo de verdad e ignorancia o deseo de cosas placenteras, la ilusión de la riqueza y el poder. Sólo conoce la verdad el que se siente uno con ella y la desea con firme decisión.
Y finalmente saber qué es aquello que está más allá del bien y del mal, de las causas y del tiempo. Tal es el ser escondido en el corazón de cada criatura que sólo puede ser conocido cuando él se manifiesta a quien le busca con los sentidos en equilibrio y la mente sin ansiedad. El sabio es capaz de ir de la palabra al pensamiento, del pensamiento a la inteligencia, de la inteligencia a la vida y llega a una paz total con el ser. Cuando se llega aquí hemos dejado de confundir la apariencia con la realidad e, instalados en nuestro verdadero ser, habremos perdido el miedo a la muerte.

Cuando se toma conciencia de lo que está más allá del tiempo y de los cambios y las formas pasajeras... el ser humano se libera de las garras de la muerte.
El problema de la inmortalidad se resuelve eliminando al sujeto individual como algo aislado, eliminando toda dualidad.

El yo superficial y el yo profundo.
La gran máxima de las Upanisad es “Tú eres Eso”. “Eso” es, por supuesto, el Atman o Espíritu, el Espíritu Santo, el pneuma griego, el rüh árabe, la ruah hebrea, el Amón egipcio, el ch´i chino; Atman es esencia espiritual indivisa sea trascendente o inmanente... [7]

Bergson ha hablado de esas dos formas de entender la primera persona, del yo superficial y el yo profundo. De cómo nos identificamos con apetencias o pulsiones que en nada responden a nuestros intereses más íntimos. De cómo nos derramamos en un mundo de cosas que acaban cosificándonos, proyectándonos en una exterioridad en que nos perdemos con el consiguiente desasosiego. Contrapone a esto la intuición que es capaz de captar en su flujo ese "elan vital" que nos atraviesa y que escapa a toda objetivación. Incluso recurre al testimonio de los místicos de todas las culturas como seres privilegiados capaces de vivir esta experiencia en su máxima expresión.
También Husserl habla de una "pura subjetividad" que no puede ser puesta entre paréntesis: paso del yo empírico al yo transcendental, un ser extramundano, inserto en el flujo vital.
Pero claro, nos quedamos un tanto perplejos con el vaciado que hace de ese yo trascendental cuando parece reducirlo a un "conjunto de leyes o estructuras comunes a todos los sujetos conscientes", esto es, a un lenguaje cuyos rasgos en el fondo compartimos.

El punto de arranque de Bergson y Husserl es similar a las enseñanzas de las Upanisad: evitar que el hombre se disperse y se pierda en las cosas y encaminarlo hacia su mundo interior, hacia el ser escondido en el corazón de cada criatura.
Pero es muy distinta la forma de afrontar esa subjetividad. Desde ese complicado amasijo de estructuras de que hablan los estructuralistas que se inspiran en Husserl,[8] hasta esa línea que señala Bergson que apunta a la mística, pasando por esa sensata sugerencia del segundo Heidegger de cura de adelgazamiento del sujeto del humanismo y la ilustración.

Con los debidos reajustes no viene mal echar un vistazo en esa dirección; seguir esa invitación a ver las cosas desde la perspectiva que se nos abre cuando miramos en nuestro interior y descubrimos el discurrir de la energía (karma) a su través, sin miedo a los ciclos (samsara), ni a las apariencias (maya) que podemos confundir con la realidad.



CONSIDERANDOS SOBRE EL ARTE DE VIVIR/1:

- Conocer lo que somos físicamente para mejorar dieta y ejercicios; y cuando lo requiera el caso medicina y terapias.
- Dar su valor a las cosas.
- Lo más genuino del hombre.
- Rasgos del yo superficial y del yo profundo.




[1] DAWKINS, R. El gen egoísta. Salvat 2002: Somos simples máquinas reproductoras de genes; éstos se valen de nosotros en el juego de la selección natural.
[2]  SCHRÖDINGER, Erwin. Mente y materia. Tusquets. 2007. Págs. 71 ss.
[3] Hiperión. Ed. Hiperión, Madrid 2002. Pág. 26.
[4] Cf. ANANDA COOMARASWAMY, El Vedanta y la tradición occidental. Siruela. Págs. 82-85.
 [5]  V. HEIDEGGER, M. Carta sobre el humanismo. Y VATTIMO, G., Fin de la modernidad. Gedisa. 1986. C. 2.
 [6] Upanisad con los comentarios advaita de SANKARA. Edición de Consuelo Martín. E. Trotta.Págs. 75 y ss.

[7]  Ananda, l. c. Pág. 19.
[8] Nuestra capacidad de lenguaje postula un "órgano cerebral innato que conecta áreas de los sonidos y de la representación", NOAM SCHOMSKY. País, 16,11,2002.